Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
1-6-2006
El sabotaje de las pulgas
¿Con que derecho ciertas pulgas infiltradas por definición- rabanoides (rojas por fuera y muy blancas por dentro) están saboteando lo que debiera ser la unión natural de los dos colectivos, el nacionalismo y aprismo, para dar consistencia y respaldo popular al próximo gobierno y a su presidente, el que sea? Hasta donde se sabe estos personajes, con sus odios anacrónicos e invencibles no ganan ni una elección y su orfandad ciudadana es patética, clamorosa, incontestable y en abril se ratificó esta demostración pública. ¿Saben, Humala y García, que no podrán gobernar si no se ponen de acuerdo, no sólo a nivel de Palacio sino de bancadas, comités políticos y que la lucha es contra la derecha reaccionaria y eterna divisora de las huestes más genuinas de la peruanidad?
Dice en artículo reciente el estudiante Javier Iván Arenas: Es momento de acción, sabemos ya que donde existe pobreza, hay socialismo, y donde exista socialismo el aprismo y su tradición llevarán las banderas como ayer lo hicieron en Trujillo y Chan Chan. No es necesario avivar a toda voz nacionalizaciones, ni estatizaciones, ni complots contra el imperialismo mundial. Ni hacer las veces de mandones con dinero de los ¡yanquis imperialistas! ¡chico!, ni de bufones aymaras, ni moralizadores a la hora de elecciones, dando gordo favor a la derecha de las oligarquías y a las izquierdas radicales, que se juntan como ayer en eso que llamamos el antiaprismo.
Es probable describir una razón -¿o sinrazón?- de fondo. Como las pulgas saboteadoras gozan del eterno desfavor popular, necesitan infiltrar cualquier cuerpo político y desde allí ejercer algún mando. Importa poco la legitimidad que ostenten, basta con meterse y llenar el vacío dirigente. Entonces, eso sí lo pueden hacer en un movimiento nuevo, de organización muy frágil y carente casi de figuras con arrastre. Al lado de éstas, cualquier pulga mequetrefe siempre tendrá a su favor la experiencia de un rastrerismo de vieja data. ¡Y no sólo eso, sino también sus odios, sus antipatías, sus taras y sus aficiones a gritar como rojo pero vivir como blanco del sistema!
Y lo anterior conlleva sabotear, destruir, petardear, minar, cualquier avenida de concordia, alianza popular o entendimiento revolucionario entre las fuerzas electorales más sólidas que, naturalmente, tienen a sus propios capitanes fogueados en la lucha y con votos. Por tanto, las maniobras que pasan por denuncias más bien huérfanas de savia y contenido y de pura especulación chismosa, son menú diario. Si hay delitos y delincuentes: ¡que se los juzgue y se los meta a la cárcel si así lo merecen!
¿Cómo creen los hoy candidatos y mañana mandatario, uno de ellos, que van a poner en marcha sus proyectos de gobierno? Ninguna fórmula superará aquella que se refiere al apoyo ciudadano en calles y plazas y a través de una fiscalización exhaustiva de los congresistas, servidores públicos burócratas y para comenzar indudablemente ¡del mismo presidente! Si los fiscales del pueblo, los militantes organizados de esos mismos partidos, no lo hacen, todo seguirá igual ¡o peor!
Casi al final de la campaña tristemente llena de dicterios y pocos planteamientos las mudeces de ambos candidatos son impresionantes: ¡ninguno ha vuelto a tocar el asunto de la Convemar, traición miserable por hoy olvidada; han pasado por alto la inverosímil información chilena sobre lo tratado por Toledo y Bachelet en un canje inmoral sobre cielos libres para LAN por el silencio del delincuente Kenya Fujimori; no versan en torno a Camisea y Pagoreni, cuya explotación comenzó hoy mismo; muchísimo menos se refieren a qué harán con la traición en Arica de 1999! En cambio sí que se han dado con palos, azuzados ¡por cierto! por las pulgas rabanoides en la tienda humalista y por los recalcitrantes en el partido de la estrella. ¡Qué desmadre!
La única garantía de un gobierno sólido, con el presidente que fuese, será la unión de respaldo colectivo a la próxima administración. Y esto pasa por un escrutinio milimétrico de los congresistas, del presidente y de los burócratas. Y así el castigo moral para todos los vendepatrias de la derecha reaccionaria, de los que se llaman a sí mismos liberales para disfrazar su afición diestra y de los embajadores del imperialismo norteamericano, agazapados en mil y un ONGs caza-dólares de gringos idiotas, será una realidad que las leyes no pueden ejercer por su inutilidad patente e incontestable. A los fiscales del pueblo, aguarda una tarea revolucionaria.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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