México, elecciones y
propuestas dispares
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
28-6-2018
El próximo 1 de julio México enfrentará, tres propuestas
completamente dispares, en las elecciones presidenciales que definirán el
camino que habrá de tomar la onceava economía del mundo.
Populismo y establishment, son los polos enfrentados en la
contienda. Los pronósticos se han alineado del lado del candidato Andrés Manuel
López Obrador, quien aglutina el descontento social en contra de los grandes
partidos políticos mexicanos. López Obrador inició la pelea con un amplio
margen de ventaja respecto de sus contrincantes más cercanos: José Antonio
Meade, el candidato del PRI (partido del actual presidente Peña Nieto), y
Ricardo Anaya, que cuenta con una peculiar coalición electoral entre el PAN,
partido de derechas y los partidos de izquierda, Movimiento Ciudadano y PRD.
Meade, tiene amplia trayectoria como funcionario de primer
nivel con gobiernos de diferente origen ideológico, aunque rema contracorriente
ante la poca simpatía y confianza que representa el PRI en la intención de voto
como resultado del desgaste del partido de gobierno.
Por otro lado, Ricardo Anaya, político que ha logrado unir
el agua y el aceite para encabezar una coalición electoral que apuesta por
obtener los votos de los anti-PRI y los anti-López Obrador pero que al mismo
tiempo está involucrado en una trama de lavado de dinero del cual no ha podido
salir limpio.
El binomio fama más poder, incluyendo a mujeres del
espectáculo con candidatos, ha dado una buena combinación, sin embargo no ha
logrado abrir la caja fuerte, no se ha podido dar en el blanco, que no es otra
cosa más que la aceptación del pueblo a los planes de gobierno ejecutados y
brindados a favor de la ciudadanía, pero entonces ¿qué es lo que ha fallado?,
en esta crónica, a dúo con Raúl Uriel Sierra, con quien coincidí en una
especialización de estudios de gobernabilidad y política en Madrid, hemos
efectuado una fusión de ideas, para analizar el panorama de las elecciones.
Las encuestas, según los politólogos y expertos en
neuromarketing político, sirven mucho, para posicionar a los candidatos que
pueden ser muy conocidos, que representan a partidos con muchos años de
fundación pero que no cuentan con el carisma suficiente como para estar dentro
de los primeros lugares. Los estudios en estadísticas, tomando como referente
la opinión de personas en las calles, son casi siempre falsas y nunca hay que
fiarse de ellas, ya que en la mayoría de los casos los candidatos menos
favorecidos pagan a las empresas para que porcentajes altos de aprobación
salgan en los medios de prensa escrita y logren un impacto a su favor en los
votantes.
Los debates son imprescindibles, pese a ello, la mayoría de aspirantes
a la presidencia en México pierden tiempo atacándose entre ellos, insultándose
y no en demostrar sus estratégicos planes de gobierno. Las técnicas de los
comunicadores de copiar de otros países la intervención del público, ha
resultado un fracaso, ya que ninguna de sus preguntas ha sido trascendental y
con criterio común, de lejos se ha notado, cuestionamientos parcializados,
preparados y acordados.
Meade y Anaya se han perdido en una campaña de
descalificación mutua, esto ha favorecido a López Obrador, quien encabeza un
proyecto populista que tiene como principal propuesta de solución a cualquier
problema social, el combate a la corrupción.
Mientras México va naufragando en tanza pobreza, con niños
que en cada esquina piden limosna y no tienen techo ni alimento, con miles de
desempleados, con el narcotráfico a flor de piel y la paciencia de los votantes
al borde del colapso, todos esperan que las encuestas se equivoquen como ha
ocurrido con EEUU y Reino Unido y que el próximo proyecto de nación mexicana no
sea un remedo del gobierno chavista venezolano.