Saturday, March 30, 2024

¿Y la cuestión del poder?

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

30-3-2024

 


¿Y la cuestión del poder?

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Casi un axioma irrefutable, en Perú no hay partidos políticos. Son más bien, al modo del civilismo retrógrado, cuchipandas anhelantes de una diputación o senaduría, un cargo que les resuelva el problema personal y, a lo más, una formalidad que paga todos los fines de mes con honores y protocolos.

 

La extrema miopía de nuestros hombres públicos no necesita exagerarse como para tener demostraciones aberrantes de cuan bajo pueden llegar. Los mochasueldo dan, entre otras, una imagen tremebunda.

 

¿Y la cuestión del poder?

 

No parece la cuestión del poder y la captura de los instrumentos desde los cuales ejercer el poder, un tema central de polémica o propuesta en los clubes electorales. ¡Basta el cargo y sanseacabó!

 

¿Para qué llegar a la cosa pública, sólo para enriquecerse, hacerse de la vista gorda en los grandes banquetes en que se acuerdan los contratos de estabilidad jurídica siempre a favor de las empresas y nulidad para Perú?

 

Quienes sí tienen muy claro que la captura del Estado equivale en la mayoría de casos, al engrilletamiento del poder con beneficios pingues hacia un reducido grupo de mandones, son los que mueven la economía, distribuyen los préstamos que hace el Estado e imponen las tasas y porcentajes en la venta y comercialización de facilidades financieras o productos. ¡Son los que cortan el jamón en Perú!

 

Esos grupos de poder rotan sus ubicaciones siempre en las atalayas desde donde vigilar que sus intereses no sean afectados por una civilidad inquieta o por gente pensante que no digiere así nomás que “así es la política”.

 

¿Qué hacen nuestros clubes electorales? Nada importante. Se devanan los sesos pensando en candidaturas y no pocos viven autoengañados de sus “carismas”, atractivos, dotes o lo que ellos reputan como virtudes para encandilar al electorado. En Perú el asunto es muy serio porque hay individuos que no son conocidos ¡ni en sus casas! pero tienen sueños de opio y droga alucinógena.

 

Un mal ejemplo. Un partido que antaño fuera clarín y protesta, multitud en las calles y fervor cotidiano, hoy especula en quiénes serán sus candidatos a diputados y senadores. ¡Apenas si pudieron recuperar la inscripción pero la alucinación de la estupidez devora a los angurrientos!

 

Alguna vez le pregunté a Luis Alberto Sánchez ¿cuáles eran las medidas urgentes de ganar el Apra, una elección? Socarrón y con tono educado, LAS me respondió: ¡ni tanto ni tan poco! Y luego me hizo un preámbulo de las consideraciones que llevaban a un gobierno.

 

El revolucionario ruso León Davidovitch Trotski afirmó que no sólo se trataba de la captura del poder, sino de cómo mantenerse. ¡Cómo no habría de saberlo él, su trágico final en Coyoacán, México, así lo patentiza!

 

No se trata sólo de la captura del Estado y algo de poder sino de promover una acción en beneficio de las grandes colectividades. De lo contrario podríamos felicitar a los que sí saben qué y cómo lo obtienen que son minúsculas colectividades acostumbradas al lucro del capitalismo salvaje, al irrespeto a las leyes laborales amparadas en la llamada Carta Magna de 1993.

 

Si los clubes electorales, de probada mediocridad censurable, no son más que refugio de caza-puestos, ¿qué hacen los sindicatos o grandes corporaciones de trabajadores? A partir del primer gobierno de Fujimori y su política antilaboral, los colectivos empezaron a amainar su influencia hasta casi desaparecer y figurar tan solo en el papel.

 

¿Podrían todas las centrales convocar a un paro general como el acontencido el 19 de julio de 1977? Me temo que la respuesta es negativa. Falta de fuerza, respaldo y efectividad, signan hoy el pálido actuar de las organizaciones de base.

 

¿Es importante definir para qué se quiere ganar elecciones y colocar a representantes al Congreso y al Ejecutivo? Sin duda que sí. Ocurre que la pereza intelectual y de propuesta de los clubes electorales, a veces llamados partidos políticos, garantiza una deleznable polémica en torno al acápite.

 

La “política real” es aquella que ofrece el sistema cuando el incendiario en las calles pasa a ser el bombero en la curul o en la silla ministerial. Entonces las esperanzas de pan con libertad y justicia social entran en coma inducido y ¡a acomodarse con los mandones de turno!