Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
19-4-2024
Contraloría: el gato de despensero
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La extensión del mandato del Contralor General de la
República, Nelson Shack Yalta, hasta que el Congreso designe a su sucesor, es
una de las peores monstruosidades en que ha incurrido el mediocre cuerpo
legislativo que soporta el país.
Eso significa que el momento de tal designación por
cualquier motivo o pretexto, también puede postergarse, demorarse, complicarse,
en buen castellano, patearse dicho acto para las calendas griegas. Mientras tanto
y por el legicidio ocurrido, el amo y señor de la Contraloría, seguirá siendo
el imperturbable Nelson Shack Yalta.
Las aberraciones continúan. El personal cercano o allegado
que designe Shack no requerirá, a partir de la fecha, de concurso público. El
señor de marras podrá poner a ¡quien le dé la gana!
Desde muchos días atrás habíamos advertido –y lo propio,
otras publicaciones- que estábamos ante leyes con nombre y apellido. Y este
engrudo de muy mal olor, es lo que aprobó el infausto cuerpo legiferante que
ofende los barruntos elementales de cualquier régimen jurídico que se precie de
impecable.
¿Qué tal si al señor Shack, en previsión de contingencias e
investigaciones, impulsa –y con él, la portátil de designados por su dedo
fraterno- inmunidad especial o de mayor duración? ¿Que no puede? Si ya se hizo
elegir para continuar, vigilar la sucesión e imponer a un simpatizante o digitado
¿por qué no habría de cuidarse las espaldas si tiene vergonzoso respaldo
político?
Lo que el señor Shack ha demostrado es que cuenta con el
apoyo del delictivo grupo del fujimorismo. Imposible descartar que los
intereses de su tres veces derrotada candidata, también esté ansiosa por
neutralizar cualquier órgano de control.
Nelson Shack Yalta es garantía que la tarea contralora
estará bajo su atenta y escrupulosa mirada. Debe su extendido mandato a la
patota naranja.
Cuando en un país se “legisla” con dedicatoria de nombre y
apellido, se violentan todos los principios legales, el primero que todos somos
iguales ante la ley. La picardía insolente de los rufianes es que ellos
proclaman: que unos son más iguales que otros.
La deleznable ratificación del Contralor, ¿no ofrece, en
bandeja de plata, que el Congreso y sus múltiples violaciones de la ley,
demorarán mínimo 5 ó 10 años en ser investigadas? ¡Ni siquiera puede
presumirse, si el castigo, llegará antes que vuelva el Cometa Halley!
Nótese que los legisladores han perdido cualquier noción de
sensatez, ecuanimidad, en suma decencia. Se les advirtió, admonizó lo que significaba
meterse en honduras hediondas. Pero no hicieron caso, más ha podido la
inmediatez electoral y por eso también necesitan capturar la ONPE y el Jurado
Nacional de Elecciones.
La Contraloría, uno de los últimos bastiones, ha caído sin
pena ni gloria. La esforzada y meritoria lucha de su sindicato de trabajadores
denunciando y advirtiendo, fue eludida con vileza y maña por los
parlamentarios.
Merced a la alianza Gobierno-Congreso hay numerosos
funcionarios que han entendido que las componendas al más alto nivel,
permitirán, entre otras cosas, una vejez tranquila. Pero absolutamente impune.
Y esto debe leerse, inequívocamente en beneficio, desde presidente al más
humilde del escalafón.
El criollísimo toma y daca ha encontrado una exhibición al
más mísero nivel. El contralor reinará hasta que su reemplazo llegue y la fecha
es por ahora incierta pues también puede ser cambiada ad hoc.
Los legicidios en Perú son parte suculenta del pan diario. Y
¿qué dicen los miedos de comunicación? Pues muy poco, sin sustancia y por
encima de la epidermis.
Más importante es “desembrollar” el caso de los Rolex y las
prácticas poco prudentes de doña Dina en mostrarlos inoportunamente. El país,
su gente, sus dramáticas carencias y falencias, son materia de cuarto o quinto
orden.
¡Qué cierto aquello que en Perú llueve para arriba!
¿Y qué nos dicen los “analistas, internacionalistas y demás
istas”? Miran al costado, se hacen los bobos y se santiguan porque no les
pregunten cuestiones comprometedoras. No vaya a ser que choquen con algún
tagarote que demore el cheque de sus consultorías o mentiras pseudo
intelectuales.
Para aspirar Perú a ser un país justo, culto, digno y libre,
como decía la Constitución de 1979, primero tendrá que poner tras las rejas a
todos los hampones que se favorecen, felicitan y benefician entre ellos.
En la Contraloría General de la República, el gato está de
despensero con poderes amplios, discrecionales y con voluntad y libertad para
hacer lo que le venga en gana.
¡Tomar a lo serio cosas del Perú, esto no es república, es
mojiganga! decía Manuel González Prada.