Informe
Señal de Alerta- Herbert Mujica Rojas
27-2-2025
Perú ¿sociedad imposible?
https://senaldealerta.pe/peru-sociedad-imposible/
Los techos se caen, los
puentes colapsan, las víctimas abaleadas aparecen todos los días como
testimonio de un desmadre caótico y la nave camina rauda y desvergonzada al
colapso atolondrado que es Perú desde hace 204 años.
Para no pocos estudiosos,
la peruana, es una sociedad que al carecer de horizonte nacional, argamasa
doctrinaria o ideológica de cualquier tipo, vectores capaces de dinamizar un
sentido común de trabajo o ambiciones de corto o largo plazo, deviene en
conjunto imposible.
Es una realidad física
de 33 millones de habitantes pero hay el doble o triple de pareceres, todos
distintos respecto de qué es el Perú. Es más, la ignorancia de qué es este país
pareciera el catecismo más generalizado y convicto.
¿Pesimismo? ¿aflicción o
derrotismo? ¿realidad incontrastable e imbatible? El dicho popular lo afirma en
su expresión cotidiana: “esto no lo arregla nadie”.
Los que debieran ser los
líderes al modo de las locomotoras jalando a los vagones con rumbo y destino
conocidos, brillan por su ausencia, egoísmo y mediocridad.
¿Ha escuchado usted la
siguiente cantinela: “siento verguenza de ser peruano”? Sin duda alguna que sí.
No obstante del aparente sentido crítico del cuestionamiento arribaríamos a la
sorpresa que el emisor no tiene idea de qué afirma más allá de una protesta
puntual o episódica y por razones personales.
No hay, en los emisores,
una actitud de principios o de pertenecer a un equipo humano con metas comunes,
sensaciones al alimón o perspectivas irrecusables urgentes y como parte del
deber cívico de todos los ciudadanos. El lampo protestante queda en aquello, en
urticaria insuficiente, en arañazo fugaz.
Sostuvo en brillante
artículo, Principios que subyacen a la
grandeza de las naciones, el embajador Félix C. Calderón, lo siguiente:
“La visión unitaria del conjunto supone la unidad en la
diversidad y la primacía del interés común en relación con los intereses
particulares. No implica el adocenamiento ni el verticalismo. Tampoco el
sometimiento de un pueblo ni mucho menos la imposición de una minoría. Es el
fruto que emerge de la convicción colectiva, aun cuando para arrancarlo pueda
haber sido necesaria en un principio la violencia cruenta.
Un ejemplo que viene a cuento en este sentido es la
guerra de secesión en Estados Unidos. Cuando se comprobó que la conciliación de
intereses no era posible y que los caminos que preconizaban las facciones
conducían a la implosión del conjunto primordial, se tuvo que recurrir por
única vez a la fuerza para imponer lo que en ese momento se consideró
acertadamente como lo que era mejor para el conjunto”.
Objetivo y puntual es señalar que en Perú hay una
competencia de pandillas que se disputan las pitanzas que ofrece el Estado como
el mejor campo de Agramante para hacer negociados inmorales y robos descarados.
Son minorías y grupúsculos microscópicos que por diversos mecanismos se
apoderan de las claves que permiten el enriquecimiento de los patrones que
pagan el esfuerzo y las excusas ideológicas son sólo basura literaria que
arropa a los hijos de Caco.
El manido tema (casi 204 años) pasa, además, por los
mismos apellidos, personalidades que están en todos los cócteles, formadores de
opinión que no tienen un sólo pensamiento propio, en suma, la adición de
mercenarios que actúan como si fueran los comisarios de un ejército de
ocupación.
Premisas básicas son mantener la pobreza, la falta de
información, la ignorancia, el engaño colectivo, los mitos con que llegan las
inversiones y la dación de esquemas jurídicos que consagren la expoliación, el
saqueo y la impunidad de quienes son los ocasionales ministros, parlamentarios,
burócratas, autoridades financieras, en buena cuenta, un menú que diseña una
realidad perversa perpetrada por organizaciones de nuevos gángsteres de la
sociedad o de los instrumentos transnacionales cuyos rostros cambian con cada
alianza estratégica o rescate tras negocios sucios.
La sociedad imposible basa su afirmación en dos
comportamientos masivos indispensables: en el silencio y en la falta de
memoria. La mudez garantiza el acriticismo y la aceptación resignada de toda
clase de abusos. Y la no recordación fleta que los rufianes vuelvan a gozar de
las confianzas y estén donde no deben estar dando órdenes y consagrando
edificios de corrupción que comprometen seriamente los fondos del pueblo.
Recordemos: no hay buenas ni malas masas, solo hay buenos
y malos dirigentes.
Entonces ¿será cierto que esto no lo arregla nadie?
Pobres los de espíritu que aceptan la fatalidad como destino. Voz vigorosa y
enérgica de los que procuran y luchan por un Perú digno, justo y culto.