Monday, April 27, 2009

Relaciones económicas Perú-Chile: ¿integración o conflicto?

Los libros, mis amigos
por Herbert Mujica Rojas
27-4-2009

Relaciones económicas Perú-Chile: ¿integración o conflicto?
Alan Fairlie Reinoso-Sandra Queija de la Sota, Lima 2007, CISEPA-PUCP
http://www.pucp.edu.pe/departamento/economia/index.php?option=com_content&task=view&id=106&Itemid=120

Reflexiones finales (pp. 363-365)

El Perú, como otros países, ha impulsado una serie de acuerdos
regionales norte-sur y sur-sur, lo que implica una participación
simultánea en diferentes foros, con resultados que no siempre han sido
calibrados lo suficiente antes de su suscripción, y con dificultades
múltiples para su implementación en la medida que cada uno de esos
acuerdos incluye compromisos diferentes en la amplia agenda comercial.

Se introduce así otra dimensión a partir de la interacción entre
regionalismo y multilateralismo que no tiene un claro beneficio en el
contexto de la actual proliferación existente. En los acuerdos
bilaterales lo que importa es el peso económico y político de los
involucrados.

El ACE 38, y el TLC con Chile se ubican en ese entorno de acuerdos
sur-sur, y que son OMC-plus. Pero, hay elementos peculiares en esta
relación entre países que tuvieron una guerra el siglo XIX, donde los
compromisos derivados del Tratado de 1929 que le puso fin se han
implementado parcialmente por acuerdos de los 90s, y donde un problema
pendiente de límites marítimos (que se hace más complicado con la
necesaria solución a la mediterraneidad boliviana).

Es una compleja relación donde Perú tiene las materias primas, agua,
energía que Chile necesita para su desarrollo, así como otros recursos
de la biodiversidad. Hay una migración creciente desde Perú en los
últimos años. Estos vínculos económicos, de aprovechamiento de los
recursos existentes, de intercambio de bienes, servicios, capitales,
fuerza de trabajo, se han ido densificando en los últimos años, pero
sin un esquema claro y definitivo que permita un abordaje integral de
la agenda bilateral.

El libro ha buscado concentrase en una parte de esa compleja relación,
la referida a los flujos comerciales y de inversión, relacionándolos
con otras variables, buscando así un análisis comparativo que vaya más
allá del corto plazo. Asimismo, en los posibles efectos de los
compromisos (ACE, TLC) bilaterales adoptados.

La pregunta central es si estas mayores relaciones económicas de los
últimos años están configurando una integración sostenible que permita
una solución de la compleja agenda que leve a una definitiva
distensión, o si por el contrario se están creando condiciones para
nuevos conflictos.

Para responder a estas interrogantes era imprescindible un abordaje
teórico que brinde instrumentos para reflexionar sobre esta
problemática. Allí realizamos un balance crítico de los diferentes
enfoques que sustentaban una y otra posición. Constatamos que aún
desde el enfoque liberal, que postula que una mayor relación comercial
reduce los conflictos, se señala que cuando existen asimetrías esto no
se cumple. Otros autores explícitamente plantean y demuestran que con
asimetrías y otras variables, la interdependencia se convierte en
dependencia, y más bien se general conflictos.

El libro buscó identificar en sus diferentes capítulos las
características principales de la relación bilateral. Lo que
encontramos fue dependencia y no interdependencia, y como hemos
analizado, al incrementar la dominación de cualquier sector, la
probabilidad de conflicto aumenta.

Si bien el Perú tiene actualmente un superávit comercial, persiste un
déficit acumulado a favor de Chile. Además, este superávit se basa en
materias primas, mientras importamos manufacturas. Se evidencia una
mayor diversificación y valor agregado en las exportaciones chilenas,
y una mayor concentración y menor valor agregado en el caso peruano.
Así se viene configurando un asimétrico patrón comercial norte-sur,
con déficit en comercio de manufacturas y servicios para el Perú. El
comercio intra-industrial detectado es sumamente escaso, y no es
horizontal (de bienes finales) sino vertical (el Perú aporta al
comienzo de la cadena productiva, y Chile le da valor agregado). Aquí
hay que notar, como señalan varios modelos, que el comercio asimétrico
entre bienes no manufacturados y bienes industriales, conduce a un
incremento de la probabilidad de conflicto entre Estados.

Es decir, que no hay la complementariedad que aparentemente daba uno
de los índices, sino dependencia del Perú. Mientras Chile
paulatinamente adquiere ventajas comparativas en productos no
primarios en su inserción internacional, el Perú no lo hace. Mientras
Chile utiliza la relación bilateral para consolidar su proceso de
desarrollo, el Perú perpetúa un patrón primario exportador.

Si estas asimetrías son manifiestas y crecientes en el comercio de
bienes y servicios, son todavía más pronunciadas en las inversiones.
Existe alrededor de US$ 4600 millones de inversiones del vecino
(fuentes chilenas), frente a USD 20 millones del Perú. Han abarcado
todos los sectores de la actividad productiva incluidos sectores
estratégicos. El trabajo muestra la concentración y control que han
logrado en mercados de energía, servicios financieros, de transporte
(puertos y transporte aéreo), retail y sector industrial.

Esa presencia masiva de empresas, ha implicado el aumento de
importaciones desde Chile y terceros mercados, así como una
articulación horizontal en el país. También ha representado una
importante masa de beneficios, que fundamentalmente se repatrian. El
saldo neto que hay que evaluar es el de empleos generados directa o
indirectamente vs los que destruyen con su competencia, en algunos
casos desleal (como el detectado en las importaciones chinas). Los
montos invertidos vs la sangría de divisas, tanto por las
importaciones que las mismas empresas hacen desde su país de origen,
como por la repatriación de utilidades al exterior.

Estas asimetrías se pretenden consolidar con un TLC que no ha pasado
por el Congreso peruano. Los capítulos de servicios, inversiones,
solución de controversias, facilitación aduanera, normas de origen,
sanitarias y fitosanitarias, responden a las demandas chilenas y sus
intereses ofensivos. En el caso peruano, temas como propiedad
intelectual, servicios profesionales y otros que eran de interés, han
sido postergados para su discusión o simplemente no han sido
considerados. Se ha llegado al extremo de otorgar las mismas
condiciones que a EEUU (definición de inversión e inversionista, trato
nacional, servicios), en trato que se supone es recíproco. Esto
constituye una ilusión teórica, dado que las asimetrías existentes
implican inclinar la balanza hacia el sur.

¿Cuál es la lógica entonces de ceder en este TLC si claramente no
reporta beneficios al Perú? Aparte de los intereses mercantilistas y
otros inconfesables, la idea era densificar la relación económica,
tratar de crear intereses comunes entre ambos socios que potencien la
relación bilateral y permitan la solución de todos los problemas
pendientes.

De este modo, se compraron la tesis liberal. Pero, no repararon en que
los propios autores de esa corriente señalan que cuando hay asimetrías
y las características que hemos encontrado en la relaciones
bilaterales, o que se están creando son más bien condiciones para
futuros conflictos (con mayor razón como señalan los modelos, se se
trata de países vecinos que tenido guerra en el pasado). Han olvidado
lo que señala la teoría, en el sentido que los países usan la apertura
económica y la guerra como instrumentos de política que los Estados
pueden manipular simultáneamente.

Más aún si consideramos el tema energético, puertos, reservas de agua,
biodiversidad y la necesidad de materias primas de la economía sureña.
Ni hablar del tema de delimitación marítima pendiente a la que Chile
añade ahora una diferencia en el límite terrestre que viola el Tratado
de 1929. Menos aún, de la desenfrenada carrera armamentista desatada
por el país vecino, que hay que añadir a la lista de asimetrías
consideradas por los teóricos (que señalan además, que mientras más
altos sean los gastos militares de un Estado, más alto su riesgo de
iniciar una guerra).

En suma, postulamos que más allá de las buenas intenciones de los
impulsores de la tesis liberal en el Perú, están llevando al país a un
escenario de conflicto que si no se corrigen de inmediato las
asimetrías y la política de "cuerdas separadas" en las relaciones
bilaterales, traerán horas aciagas para la República. Los que
postulamos el segundo enfoque, debemos trabajar para que eso no se
produzca y buscar una relación vecinal que supere los problemas
pendientes y sea sostenible en el tiempo. También, para tomar las
debidas precauciones.