Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
31-7-2016
Andrés Townsend
Ezcurra: a 22 años de su partida
Trovador de la integración, unión económica y política de
los pueblos indoamericanos, misionero incansable de aquella herramienta popular
para hacer frente a un mundo de poderosos agrupados en pueblos-continentes,
mandones y mañosos, Andrés Townsend Ezcurra ejerció un magisterio magnífico y
en la arquitectura ideológica, el aprismo, que abrazó desde los años
adolescentes en Chiclayo, la “Santa Tierra” que lo vio nacer.
Un día como hoy, 22 años atrás, 1994, don Andrés partió no
sin dejar libros, lecciones, discursos, ensayos, tesis pero, sobre todo, una
biografía que se puede leer completa, discutir o criticar pero en la amplitud
extensa de una trayectoria limpia.
Desde 1979, en el Congreso del Apra, cuando los días
agónicos de Víctor Raúl, hablando sobre las malas influencias de logreros e
insensatos en las filas partidarias, pasando por su “expulsión” en 1981, Andrés
Townsend Ezcurra, señaló cuáles podían ser las consecuencias de ceder ante
aquellas amenazas.
Y no se equivocó.
Luego de haber ganado nacionalmente en 1978, el Partido
Aprista, sin Haya de la Torre, fallecido el 2 de agosto de 1979, perdió las
elecciones del año siguiente, 1980, y empezó lo que sería el imperio del
aventurerismo y la inescrupulosidad más abyectas de que se tenga memoria en la
vida republicana. Las casi cuatro décadas alcanzaron con características de
cataclismo el 10 de abril de este año, las inevitables parábolas a que llegan
las inmoralidades y los delincuentes que así lo propiciaron.
La asociación constante de trampa, deshonestidad,
indecencia, suciedad patibularia, entre los que se robaron el Partido Aprista
generó la siembra maligna de la destrucción política. Los millares de mártires,
una historia de sacrificio y devoción, fueron pulverizados por logreros e
irresponsables nucleados en torno a un rufián.
Don Andrés admonizó con severidad, advirtió puntualmente,
con nombres y apellidos e hizo cuanto estuvo a su alcance para impedir la
incuria. Pero entonces el fanatismo tramposo lanzaba espumarajos y vomitaba
insultos, odio y contrabando grotesco de ideas y posturas.
En otro plano superior fue en la actividad del Parlamento
Latinoamericano, cuya Secretaría General ejerció Andrés Townsend Ezcurra por
décadas, que brilló la idea bolivariana de unidad continental. En foros,
reuniones, encuentros, citas, estuvo presente la palabra y oratoria rectora del
ilustre peruano a cuyo carisma, buen humor e indetenible dinamismo, rendían
homenaje frecuente, hombres y mujeres de la América Morena y del mundo.
Andrés Townsend Ezcurra figura entre los fundadores de la
Federación Aprista Juvenil, FAJ, había comenzado desde abajo, en los escalones
que todos los militantes suelen recorrer y probar el acero de que están hechos
para la aspiración a tareas de mayor empaque.
Fue diputado, constituyente, diputado, senador entre
1962-1990 con los interregnos marcados por juntas militares y golpes de Estado.
Y en todas esas estaciones, con generosidad, don Andrés concursó con su ejemplo
y limpieza intelectual y docente. En la cátedra universitaria o en el estudio
prolijo de pasajes de la historia, hizo de la exposición metódica compás de
enseñanza y adentramiento en los difíciles caminos de la peruanidad. Para él,
el aprismo de Haya de la Torre, fue derrotero indubitable de la cuna a la
tumba.
Cuando el Apra recupere, si es llegado ese día en algún
momento, probidad y decencia, libre de la escoria que es el alanismo y todos
sus tentáculos, esa colectividad política tendrá la obligación de reivindicar
para su exégesis concienzuda, el inmenso trabajo periodístico y partidario que
pergeñó durante decenas de años Andrés Townsend Ezcurra.
Han pasado 22 años de su partida y le recuerdo con fraterno
como muy sencillo artículo. Así era él y puedo dar testimonio de tanta
grandeza. Hay que continuar con su obra y ejemplo.