Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
13-1-2022
Una tregua también es arma de combate
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No es lo mismo, de ninguna manera, una tregua planteada por
un gobierno que tiene sobre sí 45 muertos abaleados, el pobre prestigio de un
Congreso mayoritariamente repudiado, un gabinete presidido por un autista que ve
paz en la vorágine tremenda de enfrentamientos, que la que pueda formular, en
prueba de su vocación democrática, una oposición popular que vía esta
iniciativa delinea un plan político para resolver el tremendo conflicto social.
Los “terroristas, subversivos, violentistas” no caminan por
estas vías, los constructores democráticos sí. Hay diferencias notables entre
unos y otros. Los subnormales han construido la narrativa que el reclamo
popular corresponde a los fanáticos que tienen vocación mortal.
A la fecha hay como saldo trágico, 45 muertos. Cuando, días
atrás, una multitud impresionante llevaba en hombros, los féretros de sus
caídos en Juliaca, gritaba su dolor indignado y marchaba en testimonio de
homenaje. En las redes sociales, en la prensa concentrada, existen hasta hoy
individuos que se niegan a comprender la conmovedora escena y siguen negando su
origen de base, popular, sin subversivos ni adefesios similares.
El gobierno posee el poder de fuego. ¿Alguien lo duda?
No sólo eso. Guarda en sus arcas los fondos para avituallar
la logística de recursos, movilización, combustible, efectivos militares y
policiales, parque de municiones, para resistir más días, acaso semanas.
Preguntar si la oposición maneja similar cantidad de
herramientas es obligatorio. A veces las luchas no amainan en su fe y protesta,
pero amenguan su potencia porque todos deben trabajar para subsistir.
Cuando la II guerra mundial, los alemanes pactaban treguas
con los aliados en la Noche Buena, y por un lado se oía el Silent Night y por
el otro Heilige Nacht (Noche de paz).
Cuando se planteó qué tan autónoma era la Asamblea
Constituyente de 1978-79, el razonamiento, sobre todo de Andrés Townsend
Ezcurra, fue: la Asamblea elegida por el pueblo es tan libre que puede limitar,
por su propia decisión, esa libertad. Se evitó de ese modo entrar en línea de
colisión con el gobierno de Morales Bermudez.
Un plan político implica la instalación de una gran voluntad
de negociación. Sin mengua de principios, convicciones y decisiones. Pero do ut
des. Hay que dar para que le den.
En 1945, el Frente Democrático Nacional llevó como su
candidato a José Luis Bustamante Rivero y el colectivo ampliamente mayoritario
lo aportaba el Partido Aprista que debió cambiar su nombre a Partido del Pueblo
para lograr su legalización que había perdido desde los tiempos de Benavides en
1934. Bustamante dobló en votación a Eloy Ureta. No fue candidato el fundador
del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, pero era imprescindible conceder por la
democracia. Entonces el trujillano apenas tenía 50 años.
Y el periodista debe aportar ideas, acaso muy modestas.
Atizar el fuego de la confrontación, difundir los cuentos de extranjeros
agitando planes secesionistas en el Altiplano o poseedores de armamento traído
desde Brasil o gestionados por el Foro de Sao Paulo, representa características
de una imbecilidad insuperable.
Ciertas ventajas podrían ser aprehendidas por la totalidad
del pueblo peruano.
De dónde viene la iniciativa, con qué franqueza se la exhibe
al escrutinio nacional, quién es cada quién y cómo se comporta públicamente. Y
si dice que no habrá balazos de necesidad mortal, tendrá que cumplir y quedar
retratado como un vulgar asesino o asesina si incumple.
¿Podría la prensa concentrada seguir mintiendo y difundiendo
el trillado cuento oficial para justificar la impresionante cuenta de 45
muertos? Sería imposible.
El nuevo liderazgo de frente único, coalición o como quiera
denominársele, dejaría su impronta mostrando al pueblo peruano a nuevos
políticos capaces de arribar a acuerdos, evitar la prolongación de las matanzas
y lo suficientemente hábil como para poner en el escenario internacional, en
tiempo real, al gobierno de la presidente Boluarte.
¿Se pierde combatividad? Estoy cierto que no. Al contrario,
se la eleva al nivel de virtud que hay que saber manejar, determinar el momento
y medir sus consecuencias.
Lo genial debe ser atreverse a pensar y hacerlo cuanto antes
para yugular el desangre.
Son peruanos, no cubanos ni bolivianos, los que están siendo
abaleados.
Una tregua también es arma de combate.