Saturday, April 14, 2007

Pantalones en vez de payasadas

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
14-4-2007

Pantalones en vez de payasadas

Sostiene el legiferante Víctor García Belaunde que acepta arreglar sus
broncas personales con su par, Luis Giampietri, por las vías que
fuere. ¿Hasta cuándo la nación debe contemplar las ridículas payasadas
que exhiben estos funcionarios del Estado que se agarran a pañuelazos
y declaraciones, y ninguno de ellos, ambos provenientes de la Marina,
ha emitido un gesto, el más mínimo, en protesta y repudio a los actos
que se hacen en su alma máter rindiendo homenajes inapropiados,
cantando himnos extraños o haciendo de pajes con uniforme a escuadras
foráneas? ¡Pantalones en vez de payasadas!

De García Belaunde hay muy poco que decir. Su tarea intelectual es
insospechable. Su logro epónimo más importante fue anticipar en quince
largos días el deceso de Valentín Paniagua, arrancar lágrimas
cocodrilescas de consabido homenaje en el hemiciclo (¡no hay muerto
malo!) y protagonizar intríngulis verbales de mediocrísima factura.

Giampietri, aparte de demoledor, facultad única para la que fue
preparado, ha sido el chivo expiatorio de la bestialidad cometida por
Jorge del Castillo con respecto a Alberto Pandolfi, eminencia negra
del fujimorismo delincuencial que tuvo su momento y clímax durante una
década en que la monra se llamó obra de gobierno y el robo y la
enajenación del Perú, modernización. Los silencios de Giampietri, sus
complicidades –como en la exculpación tácita del traidor Fabián Novak,
viceministrejo de Defensa- son evidentes. No dirá más que lo que
conviene y sí, por cierto, sus argumentos no destacan por el apego a
ninguna clase de sentimiento humano sino, por el contrario, hacia su
aniquilación integral.

Que la oposición no haya sido capaz de contestar o argumentar con
fuerza lógica y determinación política al baile que los bailó en días
pasados y que configuraron el triunfo de la maña y oficio de del
Castillo, que no inteligencia ni verdad, es una vergüenza sólo
atribuible a su inexistencia, fragilidad, abulia de preparación y
cuadratura "jurídica". Hay ciertos idiotas en Perú que creen que el
debate político pasa por la sabiduría de cómo se citan leyes, enuncian
proveídos y repiten las monsergas de "juristas" a la carta. Destacan
entre ellos, aunque Javier Valle Riestra diga lo contrario, sus
razones tendrá, Niño Diego, que busca hoy un puestito en la
administración de Alan García. No extrañe que estos días se le nombre
para alguna responsabilidad. Los logreros arriban a cualquier playa
con tal de seguir mamando la cansada ubre del Estado.

En el mismísimo Establo escuché la inverosímil explicación si es que
así puede llamársele: "los congresistas están muy ocupados en sus
cosas, sus reclamos, sus cartas a los ministros, no han tenido tiempo
de hacer frente a del Castillo". ¿Para qué paga la nación a estos
personajes? Decidamente no para que elucubren explicaciones de
asesores más mediocres que ellos mismos. Y esto es no poco decir. Para
la gente común y corriente, el legislador es casi un iletrado, dueño
de nada y sabio en ignorancia. Hay una mayoría nefasta que no supera
al cartulario más palurdo y venal de cualquier juzgado.

¿Qué puede haber ocurrido para que lo sucedido en predios de la Marina
del Perú no constituya sino afrenta a la historia, desliz inapropiado
–por inaceptable- y estupidez monda y lironda de oficiales
complacientes y serviles a los efímeros de turno? Por lo pronto, estoy
casi cierto que de Miguel Grau recibirían los escupitajos más
distinguidos de su consideración indignada. Es más, lo acontecido con
la traición de Arica y el curso favorable al país del sur, en 1999,
encuentra confirmación plena de su origen cómplice–como lo denuncié
años atrás- hoy que vemos –ya no en el sur- sino en plena capital, de
cómo hay castrados mentales incapaces de, por lo menos, rendir
homenaje sentido a la memoria de sus mártires en el Mar de Grau. El
mismo Mar que ellos no honran de ninguna manera. Y Giampietri y García
Belaunde han callado en el deficiente castellano que manejan con
balbuceos matonescos y de barrio. ¡Cómo si la nación debiera sufragar
esta clase de imposturas y absurdos!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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