por Herbert Mujica Rojas
13-6-2008
¡El Establo NO existe!
¿Tienen alguna utilidad, concreta, tácita o genuina, las excusas que
da el presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada al país, por los
únicos vagidos que dan cuenta del Establo de la Plaza Bolívar? Me temo
que la respuesta es tristemente negativa. El Parlamento no es más que
una mueca paliativa, un ejercicio burocrático inane y una excusa de la
democracia formal.
¿Dirá algo el Establo respecto del Acuerdo de Complementación
Económica que está a punto de aprobar el Senado de Chile, porque
obviamente favorece al país del sur, y que fletaría la fórmula que su
Congreso requiere para tal validez? ¡No, no dirá nada! ¿Y por causa de
qué? Porque el Ejecutivo le escamoteó al Parlamento tal decisión
constitucional. En breves semanas veremos el surreal caso que el
Legislativo de Chile y su Estado aprueban un tratado internacional y
en Perú, se ignora, por lenidad pusilánime del mismo, la opinión del
Establo criollo.
¡El Establo NO existe!
Tan embebido está en sus cuitas minúsculas, el conjunto total de
grupos políticos, que no se enteraron que el ministerio de Transportes
y Comunicaciones, cerró preventivamente la aerolínea Aerocóndor, con
600 trabajadores peruanos, y dejó libre el camino a otra que fagocita
al resto y que vuela a lo largo y ancho del país. ¡Adivine usted cuál
es! ¿Pura casualidad que LAN, por anuncios del mismísimo MTC, que
capitanea Lan ministra Verónica Zavala, inaugure sus nuevos vuelos a
Cajamarca y Tumbes? De seguro, los legiferantes no se apercibieron que
ha poco estuvo en Perú el próximo presidente de Chile, Sebastián
Piñera, por extraña coincidencia, dueño de Lan.
¡El Establo NO existe!
Que el Congreso protagonice líos de muy baja estofa, no es nada nuevo,
extraño o sorprendente. Su existencia es una exacción abusiva al
erario nacional y sus inquilinos precarios, aunque hay quienes ya han
construido curules de cemento por varios períodos allí depositados,
perpetra una falta de dignidad ¡absoluta!
¡El Establo NO existe!
Días atrás, en giro que, como bien apuntó en su programa radial César
Hildebrandt, ¡jamás! se había escuchado tan abyecta expresión, el
presidente Alan García admonizó claudicantemente, para no soliviantar
a Chile si dejábamos de venderles productos de enorme importancia
estratégica. ¿Ha dicho algo el Congreso en resguardo de la
Constitución que obliga a todos los peruanos a defender la soberanía,
los límites y la dignidad de la Patria? ¡Por supuesto que no!
¡El Establo NO existe!
Las concesiones hechizas, los contratos con dedicatoria, los mismos
operadores delincuentes en estudios de abogángsteres y en empresas que
no invierten nada y que sólo expolian y subsisten merced a las vivezas
de sus directores, siempre en complicidad con los burócratas y
ocasionales titulares de portafolios del Estado, persisten en la
comisión traidora de sus grandes negociados.
Puedo dar fe de un modesto caso. La empresa Lima Airport Partners, la
de US$ 3 mil ó S/ 10 mil soles, cuando ganó en carrera de un solo
caballo, la concesión por decenas de años, del Aeropuerto Jorge
Chávez, en lugar de explicar cómo es que ha conseguido un nuevo
préstamo de US$ 169.4 millones de dólares (entre otras cosas para
pagar el anterior del 2003, de US$ 125 millones), enjuicia a
periodistas a quienes no puede empobrecer más, pero a los que merced
al castillo de legalismos sucios SI está en capacidad de silenciar.
¿Qué más beneficio para los mandarines de turno, para los rufianes que
sólo manejan dinero y poder económico, que enmudecer por vía judicial
a quienes sí rompen el pacto infame y tácito de hablar a media voz,
diaria y tesoneramente? ¿Ha investigado el Establo, el cúmulo inmenso
de irregularidades que protagoniza LAP, con alguna comisión, hasta la
más modesta? ¡No, obvio que no! ¿Qué ha dicho el resto de miedos de
comunicación que reciben avisaje abundante de LAP? ¡Claro que tampoco,
nada de nada! ¡Cómo si fuera tan fácil aniquilar a quienes sí pelean
en esta ultra desigual lucha!
El Establo no existe. Como tal es una válvula de la democracia formal.
Es parte de un edificio apolillado, absolutamente en ruinas,
insuficiente y de pura cosmética. Renovarlo, cambiarlo de sitio,
ponerle mil reglamentos disímiles, no hará nada sino el ejercicio de
una sinfonía de yerros atroces, porque el pueblo no tiene nada que
ver. El tiovivo electoral sólo es una mueca, una maroma.
Recordemos al siempre vigente don Manuel González Prada cuando hablaba
de este poder del Estado:
"¿Qué es un Congreso peruano? La cloaca máxima de Tarquino, el gran
colector donde vienen a reunirse los albañales de toda la República.
Hombre entrado ahí, hombre perdido. Antes de mucho, adquiere los
estigmas profesionales: de hombre social degenera en gorila
politicante. Raros, rarísimos, permanecen sanos e incólumes; seres
anacrónicos o inadaptables al medio, actúan en el vacío, y lejos de
infundir estima y consideración, sirven de mofa a los histriones de la
mayoría palaciega. Las gentes acabarán por reconocer que la techumbre
de un parlamento viene demasiado baja para la estatura de un hombre
honrado. Hasta el caballo de Calígula rabiaría de ser enrolado en
semejante corporación."
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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