Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
4-5-2024
La trampa es ley, el crimen es bondad
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En Perú llueve para arriba y a nadie parece conmover que la
gravedad pierda su significado y atracción natural. En cualquier momento un
pícaro inventa un paraguas inverso y trocará en millonario.
Y el bobo con ojos asombrados, le admirará como al espejito
que los europeos mostraban al poblador criollo.
Delincuentes y asaltantes con varios grados académicos,
políglotas sociales, visitantes de los 5 mares y todas las cordilleras, anidan
sus bases de acción en intersticios importantes del aparato burocrático estatal
y desde donde manejan sus negocios, contratos con dedicatoria y leyes que
fabrica un Legislativo pro domo sua.
Se pretende retornar a la ex fiscal a un puesto que no
merece. Si solo el 10% de sus acciones a favor de sus hermanas y sus delitos en
pro de narcos y de hampones, fuera cierto, aquella no solo merece estar
apartada del puesto sino enjuiciada y con un negro porvenir de años en la
cárcel.
Muchos bancos alquilan abogángsteres para que, con pandillas
armadas y uniformadas, asalten casas de clientes remisos y en desgracia para, medida
cautelar en ristre, enajenarles enseres y propiedades. La única manera de
“arreglar”, musitan, es con efectivo, nada de tarjetas de crédito o cheques, el
lenguaje del hampa es “contado rabioso”.
Dentro de bancos muy grandes han asaltado a clientes vía
pandillas organizadas dentro de estas mismas instituciones que cobran hasta el
aire. Da la impresión que existieran taifas muy bien coordinadas para desplumar
a usuarios que descubren “deudas” que jamás contrajeron y que les exigen a
grito pelado ¡que paguen!
Lo anormal, atrofiado, maligno, sucio y de hedor manifiesto,
en nuestros confines ha recibido la pátina de normalización. La trampa es ley,
el crimen es bondad.
Sólo porque el Congreso recibe la mísera simpatía de menos
del 8% de la población, sus integrantes cavilan en recibir o anular el aumento.
En un país normal, el incremento salarial premia el esfuerzo y el pundonor.
Claro está que en ¡1000 años! se podría acusar al Parlamento de ninguna de esas
virtudes.
Recordemos que en más de 16 meses la cantinflesca exhibición
del Congreso afincó en sus arremetidas para vacar al entonces presidente
Castillo que, un aciago 7 de diciembre, selló su mala suerte con torpeza
mayúscula.
La muy mediocre presencia de los clubes electorales, alias
partidos políticos, sólo ha consistido en la fábrica de ladrones del aparato
estatal, desde la presidencia hasta la alcaldía más modesta.
En los clubes se aprende a aporrear la caja fiscal, a hacer
trucos para llevarse la “suya” y gozar con desverguenza de lo robado. Como la
sociedad ratera es enorme, todos se tapan y “normalizan” el fenómeno indigesto.
Los miedos de comunicación sólo privilegian las “informaciones”
que convienen al sistema acrítico, bobo, silencioso, conformista. Y,
ciertamente, la cuota criminal aparece con 2 ó 3 ultimados a balazos a diario.
Y las “noticias” se solazan brindando el detalle morboso de cómo fueron los
estropicios.
Formulemos la gran pregunta, de frente y en voz alta: ¿Está
todo perdido? El refrán dicta: no hay peor gestión que la que NO se hace.
La buena información debe ser difundida, criticada,
aprendida en lo que posea de beneficioso. Hay que recordar el viejo lema de combate:
¡lea y difunda!
Que la sociedad adentre esquemas de violencia, crimen y
muerte, no significa, en modo alguno, un progreso. Es una involución a secas.
Con humildad sempiterna
de combatiente me atrevo a sostener que el porvenir nos debe una respuesta, una
propia inconfundible, preñada de amor creativo y dignidad para no seguir siendo
el país de juguete que somos en manos de pandillas grotescas y bufones que se
pretenden "líderes". Afirmo que Perú tiene que darse su propia
respuesta.
Será ocasión propicia
para que aquellos que fuimos parte de una juvenilia contestaria y renuente a
declinar los románticos valores de patriotismo, amor a nuestra historia y
premunidos de un sagrado respeto por quienes dieron en los campos de batalla
todo por el Perú, nos confundamos en el gran abrazo generacional con los
muchachos de hoy.
Es hora de demostrar que
la Patria no está débil y olvidada a merced de los mercaderes que todo lo
negocian, todo lo venden y todo lo pierden en nombre de sus prostituidos
intereses carroñeros.
Perú asiste a los
disfuerzos terminales de una generación mediocre y miope. Incapaz de pensar en
rumbo de horizonte o columbrando los grandes destinos de la Patria, gran parte
de la casta política sólo sabe robar y estafar, prometer y no cumplir, timar y
claudicar.