por Gustavo Ywanaga Reh; gywanaga@gmail.com
Director General Pro-intellectum
13-11-2007
Parece mentira que luego de más de medio siglo, la situación de
miseria y pobreza de los pueblos del tercer mundo no ha cambiado, muy
por el contrario cada día estas dos amenazas efectivas de la
humanidad, se incrementan significativamente día tras día. Todas las
políticas internacionales impuestas por las agencias financieras y sus
patrocinadores tendentes a revertir los procesos de pobreza han
fallado, lo único significativo es que los ricos son más ricos, y los
negocios de éstos, generan más recursos para sus dueños y alimentan en
la sombra, en muchos casos, a la corrupción de estos Estados.
El Perú no escapa a esta realidad, es más, somos un claro ejemplo de
la inequidad, injusticia y "no distribución" de los recursos. Una
persona que revisase todos los avisos de empleo en nuestro país verá
una oferta inferior a dos mil puestos laborales para" todo el
territorio" con ofertas (desde un empleado de limpieza hasta un
gerente de una empresa), los cuales se mantienen en promedio en un
lapso cercano a una semana mientras que cada día nacen 1827 niños en
todo el país, de los cuales aquellos que logren llegar a la mayoría de
edad enfrentarán (suponiendo que mañana fuesen adultos), una exclusión
superior al 90 % en la participación de la oferta laboral. Ahora los
puestos de empleo son en promedio con sueldos inferiores a US$ 200,
sin seguro laboral ni de salud.
La cifra de pobreza es alarmante, más del 50 % de la población es
pobre y sobre el 10 % en la categoría de extrema pobreza, es decir
viven con menos de 1 dólar al día. Gran parte de la otrora clase
media, que hoy está en pobreza, ha ido liquidando sus activos, es
decir hipotecando casas, máquinas, joyas, etc., para poder cumplir con
sus obligaciones o necesidades. Son pocas las personas que mantienen
anualmente sus "ahorros" en los bancos o que tienen dinero invertido.
Muy por el contrario, los bancos sólo son meros intermediarios de los
pagos o sueldos, y en el caso de trabajadores tanto estatales como de
empresas privadas, es obligatorio tener una cuenta en los bancos a, b
ó c para poder realizar el depósito del sueldo, dineros que
simplemente se esfuman en las dos primeras semanas de cada mes.
Por otro lado, la educación a nivel nacional ha colapsado en los
niveles de inicial, primaria y secundaria así como en superior
(centros de educación nacional). Los niveles de comprensión de lectura
son demasiado bajos y la resolución de problemas en el área de
lógico-matemática se encuentra en idéntica condición. También hay que
añadir, que es muy difícil que entre en la cabeza de un niño algún
número o texto, simplemente con una taza de te en el estómago. Existe
un divorcio entre la universidad y la empresa, y en líneas generales
la educación no cuenta con medios físicos adecuados, docentes
justamente remunerados, motivados y bien preparados así como planes
curriculares actualizados y de acorde con la realidad local-nacional.
Sin embargo cada año, miles de nuevos profesionales engrosan las filas
del desempleo, sub-empleo o informalidad, debido a que las ofertas de
plazas universitarias se programan de acuerdo al número de carpetas y
no a la realidad nacional.
La falta de carreteras longitudinales y transversales en el
territorio, así como medios de transporte adecuados, vienen
ocasionando exclusión de las poblaciones fronterizas donde la infancia
y juventud aprenden a leer y escribir en los países vecinos, bajo
otras banderas, bajo otras lenguas. En gran parte de este perímetro
fronterizo la presencia del Estado se limita a unos pocos y mal
equipados puestos de vigilancia y a discontinuos operativos de
seguridad en la lucha contra el TID o los remanentes terroristas.
Muchos distritos de la Selva o Sierra peruana también han sido
incomunicados en las políticas viales, excluidos de la economía
nacional. Ante esta realidad, cómo esperar la identidad de estas
peruanas o peruanos, hacia un Estado excluyente. Imaginemos porqué un
simple kilogramo de limas puede valer menos de 10 centavos y en la
capital sobrepase los S/ 3 soles o, toda la cosecha de papas de un
simple agricultor de algún lugar de nuestra Sierra valga lo que vale
un costal en la ciudad capital. Lima engloba los recursos nacionales,
es comprensible, pues, es casi la mitad de la población nacional. Se
extraen recursos de provincias pero se tributa en Lima, nuestra
capital centraliza recursos pero a su vez también lo hacen todas las
capitales de provincia.
Asímismo, las familias se están desintegrando, los valores humanos a
nivel nacional están en crisis. La subjetividad de la justicia, la
corrupción, la impunidad, han contribuido a que nadie confíe en el
sistema de justicia, cada quién vela por sí mismo. La percepción de
seguridad, por tanto, es muy baja. ¿Porqué no comprendemos que la
corrupción es parte de nosotros, y que, como sociedad la engendramos
hasta niveles insospechables? Bajo este clima, nuestros hijos se
educan, con pocos valores de la sociedad y encima una deficiente
educación. Aquellos que tuvieron suerte de obtener una visa, forman
parte de los más de 2 millones de peruanos en el extranjero, peruanos
que si bien quieren a su país han sentido que éste les dio la espalda.
¿Cómo pensar que una madre que pierda a sus hijos cruelmente
asesinados, mutilados o violados, en vez de clamar por justicia pida
un apoyo económico? ¿Cuánto valemos en realidad? y, sobre todo ¿cuánto
es el precio que pedimos por nuestras vidas? Cuando dejamos de
querernos a nosotros mismos (autoestima) perdemos nuestra dignidad, y
sin autoestima ni dignidad: ¿COMO HABLAR DE IDENTIDAD NACIONAL?