Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
24-8-2024
¡Gracias a la vida!
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Para todos aquellos que nacieron un día como hoy, mi abrazo
solidario de ciudadano, padre e hijo, peleando por un Perú justo, libre, digno
y culto. En los caminos de Nuestra Señora la Vida, todos somos iguales, en la
fragua, en el éxito o en el porvenir que nos debe una victoria.
“La teoría, amigo mío, es gris, pero el árbol de la
vida es eternamente verde” escribe Wolfgang Goethe en su obra Fausto y ese
verde de optimismo, contra viento y marea un día 24 como hoy, tiene que ser
promesa, aclamación, destino y ruta.
Cuando los años adolescentes, tan o más voraces en
intensidad lectora que hoy de ojos miopes aunque imbatibles, asaltaba
literalmente la biblioteca familiar. Mi padre, fino y recio bruñidor de la curiosidad
de sus hijos, poseía y tiene colecciones como aquella famosa que sacaba la
argentina Tor a principios de los años 60.
Ninguno de los grandes de la literatura universal salvó de
caer bajo mis inspecciones escrupulosas que entendían muy poco por mi corta
edad. Hoy no es mucho mejor el panorama (dígase de paso).
Sentía particular predilección por los títulos franceses Los
tres mosqueteros; las obras de Miguel Zevaco y las tramas caballerescas,
guerreras y de intrigas que se ventilaban en la Francia borrascosa que anticipó
al primer rey borbón cuyo trágico fin no desluciría nunca la admiración que
concitó para la posteridad el que fuera Enrique IV.
Precisamente, y a propósito de lo acontecido un 24 de
agosto, me enteraba en esas páginas nutridas en torno a la matanza de los
hugonotes (protestantes-calvinistas), primero en París y luego en toda Francia,
en lo que se denominó la Noche de San Bartolomé.
Miles fueron ultimados por la intolerancia católica y ni
siquiera el acto en pro de una paz fragilísima, Enrique III de Navarra
contrayendo matrimonio con Margarita de Valois en 1572, amainó la tragedia. Tal
parece que las pasiones desbordadas de acérrimo odio tiñeron las calles de
sangre.
Esos recuerdos no fueron nunca olvidados. Cuando escolar se
me ocurrió mencionar algo de estas lecturas en una visita que solía hacer con
mucha regularidad a Víctor Raúl Haya de la Torre.
Más bien extrañado el viejo león me inquirió por la razón de
mis curiosidades y luego, como muchos otros esa y otras noches, nos quedamos
escuchando la oceánica destreza con que Haya relataba pasajes, historias,
anécdotas y habilidad en el galo de que era dueño. Hasta me corrigió cómo
pronunciar Henri (aguda) y IV (kat) y decía que dicho soberano era muy travieso
pues había tenido más de 15 hijos por todos lados.
Con más años a cuestas visité en Pont Neuf, la estatua que
París tributa a Henri IV de quien hay consenso en retratar como un magnífico
monarca muy preocupado de su pueblo y capaz de liderarle en instantes aciagos.
Mano criminal acabó con su vida en 1610 y aunque fue el primer borbón y su obra
fue la de un estadista, nada impidió el magnicidio.
Los tiempos se suceden tumultuosos, cataclísmicos y a pesar
de todo eso hay amoríos que reverdecen sus laureles, otros que colapsan por su
fanatismo y estupidez, cumbres que avizoran su promesa de fe indomable y tenaz
en los destinos que habremos de construir para los más y no para los menos.
No puedo omitir las jaquecas judiciales, penales y civiles
que los poderosos fabricaron ante mis denuncias. A todas vencí porque no
incurrí en los pretendidos delitos de que me acusaban. La vieja rutina mañosa
de aniquilar al mensajero, tornó costumbre de los mandones.
A mi madre y a mi padre, lúcidos y fanáticos lectores
nonagenarios que se disputan los títulos, el agradecimiento eterno que su amor
consagró en una familia numerosa de la que fui el primerísimo y el más
travieso; al hogar fraterno de acerada consistencia y brillantes y munificentes
sorpresas cotidianas; a las esperanzas que no fueron y otras que tendrán que
ser con el paso de ese tiempo que configurará nueva victoria como la que
anunció González Prada.
La nueva generación infantil indetenible con salud es la
esperanza para quienes construimos un país a pesar de catástrofes, ciclones y
marejadas adversas.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. Acaso más retos que
concesiones y en aquellos el desafío a vencer sin dudas ni vacilaciones.
Por alguna misteriosa circunstancia siento que los años
pasan pero que no pesan como suelo oír a otros: la juventud ha renacido, el
afán está redoblado y el entusiasmo vigoriza sus arremetidas.
Un día como hoy, hace 67 años, nací. ….. Son testigos…… la
soledad, la lluvia, los caminos….