Señal
de Alerta
por
Herbert Mujica Rojas
13-7-2009
El Chí Cheñó como política de
Estado*
Acudamos
a la ayuda invalorable del tradicionista Ricardo Palma en su sexta serie:
“Lima, como todos los pueblos de la tierra, ha tenido (y tiene) un gran
surtido de tipos extravagantes, locos mansos y cándidos. A esta categoría
pertenecieron, en los tiempos de la República, Bernardito, Basilio Yegua,
Manongo Moñón, Bofetada del Diablo, Saldamando, Cogoy, el Príncipe, Adefesios
en misa de una, Felipe la Cochina, y pongo punto por no hacer interminable la
nomenclatura.
Por los años de 1780 comía pan en esta ciudad de los
reyes un bendito de Dios, a quien pusieron en la pila bautismal el nombre de
Ramón. Era éste un pobreton de solemnidad, mantenido por la caridad pública, y
el hazmerreír de muchachos y gente ociosa. Hombre de pocas palabras, pues para
complemento de desdicha era tartamudo, a todo contestaba con un sí, señor, que
al pasar por su desdentada boca se convertía en chí cheñó.
El pueblo llegó a olvidar que nuestro hombre se llamaba
Ramoncito, y todo Lima lo conocía por Chicheñó, apodo que se ha generalizado
después aplicándolo a las personas de carácter benévolo y complaciente que no
tienen hiel para proferir una negativa rotunda. Diariamente, y aun tratándose
de ministros de Estado, oímos decir en la conversación familiar: «¿Quién?
¿Fulano? ¡Si ese hombre no tiene calzones! Es un Chicheñó».
Pues bien ¿cuál la virtud fundamental del nuevo primer
ministro Javier Velásquez Quesquén? Alejémonos, dicho sea de paso, de todas
esas interpretaciones antipáticas que pretenden reclamarle una condición
intelectual de la que es insospechable el señor de marras y de una formación
doctrinario-ideológica de la que sabe o muy poco o realmente nada. Es un dador
del sí a prueba de balas, sobre todo al jefe del Ejecutivo. En buen castellano,
no sabría decir NO, al igual que el gabinete en su conjunto, al presidente
García, ni oponerse a sus designios no siempre equilibrados o de acuerdo al
clima que demanda el país en responsabilidad digna o consecuencia para con
quienes le eligieron. ¿Qué garantías ofrece de parsimonia, equilibrio el
flamante primer ministro?: por desgracia, ninguna o muy pocas, tan escondidas
que hasta hoy nadie acierta en descubrirlas.
Se suele con frecuencia rayana en la fiebre anti, culpar
de cuanto ocurre al Partido Aprista. Lo curioso es que éste no tiene casi que
ver con la acción gubernamental. No sólo el gabinete muestra una cantidad
apreciable de elementos no militantes sino que el mismísimo jefe de Estado se
preocupa muy mucho de elogiar destempladamente principios, prácticas, sectores
sociales que no son afines o tienen que ver con la historia de ese movimiento.
Es más, me atrevería a decir que eso tampoco es una casualidad.
Pocos días atrás celebróse el 77 Aniversario de la
Revolución de Trujilla acontecida el 7 de julio de 1932. Para los apristas
siempre fue un día de sagrada recordación. Esta vez, con respetuoso silencio,
las autoridades oficiales del Apra, se olvidaron del tema. Como suele ocurrir
con las fechas importantes de la historia nacional, al interior de esa
colectividad, hicieron lo propio como para atizar con el hielo improductivo de
la frialdad traidora cuanto ocurrió. Es decir, como hacen esos proditores que
en nombre de una cultura de paz, pretenden disimular el paso de la barbarie
durante 1881-1883 en buena parte del país y a raíz de la guerra de rapiña que
Chile perpetró contra Perú, hay nocivos émulos que caminan por imitaciones
sumamente pérfidas. ¿Casualidad, coincidencia, ataque al inconciente colectivo,
ganas de aniquilar lo poco que queda luego de 80 años de fundado por Haya de la
Torre un movimiento que aún ganaba elecciones en el 2006? Todos saben cuáles
pueden ser las respuestas que tiene que confesar cada quién y para qué
propósitos inconfesos.
Pues bien, el presidente García ya tiene a una persona,
al margen de sus pésimos y muy mediocres comportamientos de hace poquísimos
meses en el Establo, capaz de garantizarle, sin que siquiera le consulten o le
tomen mayormente en cuenta, el sí para cuántas iniciativas fructifiquen en su
inquieta y dispersa imaginación pro-minera y pro-imperialista. He allí el
peligro de tener por anticipado la anuencia entusiasta de un faldero que no
acierta a distinguir un ornitorrinco de un celular pero sí es capaz de arropar
la impostura con toneladas gárrulas y ociosas y desfilando por las tenebrosas
caras del peor castellano que háyase escuchado por nuestros pagos. La política
que debiera ser escuela dentro de un apostolado, persiste en charco, fango,
pantanoso accidente de nuestra controvertida historia en la que ser político
equivale a ser un genuino ganapán terminal.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que
suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
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*Publicado originalmente en la Red
Voltaire el 13-7-2009 http://www.voltairenet.org/article161011.html?var_mode=calcul