Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
9-6-2023
Muerta el alma y viven todavía
https://senaldealerta.pe/muerta-el-alma-y-viven-todavia/
El colombiano Antonio Muñoz Feijoo (1851-1890) anticipó, con
visión poética preclara, la aparición de esta clase de especímenes y les dedicó
estas líneas:
"No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la
tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía."
¿Qué clase de casta política es la peruana que, en lugar de
comprender su fragilidad, se interna en la discusión bizantina de
ajusticiamientos, banalidades inferiores, acomodos y reacomodos, blindajes y
corazas ante futuros juicios y no piensa en el país?
Sin duda una banda de gavillas políticas que tienen el alma
muerta y viven todavía.
Basta con revisar los miedos de comunicación y el pus brota
con tan solo aplicar el dedo porque zutano le dice a perencejo y el otro fulano
apostrofa al resto.
En sinfonía fallida, los rebuznos de todos los clubes
electorales, no atisba siquiera a entender al fenómeno geopolítico que viene de
Asia y nos inunda todo el cuerpo económico del país y nos reta a conquistar
caminos de dignidad y ciencia.
Los que tienen el alma muerta y viven todavía desdeñan la
integración latinoamericana que nos daría fuerza de pueblo-continente y voz
autónoma y respetable en el mundo.
Desunidos como estamos, los latinoamericanos, estamos
condenados a ser escenario, tabladillo y mirones de las guerras entre los
imperialismos: el tradicional norteamericano que hará lo imposible por
defenderse del chino, sin olvidarse de los rusos.
¿Y nosotros fieles comparsas, mientras otros deciden cómo
manejar los recursos no renovables, dueños nominales de nada y lejos del
desarrollo de los pueblos?
Para construir un futuro digno, justo y culto para el Perú
se necesitan hombres y mujeres plenos y convictos de sus ideas, voluntades y
propósitos.
Y nada de eso se logrará con la mediocridad de estas almas
muertas, como titulaba Nicolai Gogol, a uno de sus mejores libros, incapaces
siquiera de otear que los traumas que vienen desde el lejano 1879, podrán ser
conjurados, con una victoria parcial o total ante los pueblos del Perú que
anhelan justicia, pan y libertad.
Importante, porque su lección es imperecedera, recordar que
Francisco Bolognesi (1816-1880) tenía 63 años al comenzar la guerra en 1879 y
retado en Arica, sabiendo su destino, en la gloria heroica, reclamó combatir y
morir.
Tenía, el coronel Bolognesi el alma viva y sólo la violencia
de un culatazo le quitó la vida terrenal para pasar a la inmortalidad.
En el Museo de Sitio, en el Morro de Arica, está el busto de
Francisco Bolognesi, ante cuya presencia, mi hijo Alonso y yo, rendimos
patriótico homenaje de admiración a su coraje.
Miguel Grau Seminario, el ilustre marino piurano
(1834-1879), apenas tenía 45 años cuando ese frío amanecer del 8-10-1879 en
Punta Angamos, enfrentó a la escuadra chilena poderosa, superior y el resultado
fue el que todos conocemos.
Es que don Miguel, de alma vivaz y patriotismo incólume,
cumplió su promesa marinera de entrar a los fastos de la gloria al mando del
monitor Huáscarm aunque no pudiera volver con él, sino sus restos muchos años
después.
En consecuencia, estos paradigmas guerreros, uno en camino a
la ancianidad y otro en plena madurez, con el alma viva y profunda, dieron
testimonio vibrante de entrega y consagración al Perú.
¿Qué es lo que vemos en las desopilantes algaradas y
rebuznos contemporáneos que nos dan nuestros hombres públicos?
¿No es acaso que tienen muerta el alma, yerta en su palidez,
huérfana en su soledad, improductiva y ayuna de inteligencia o cualquier
creatividad?
Don Manuel González Prada, acuñó versos que gustaba repetir
Haya de la Torre:
“Para verme con los muertos,
ya no voy al camposanto.
Busco plazas, no desiertos,
para verme con los muertos.
¡Corazones hay tan yertos!
¡Almas hay que hieden tanto!
Para verme con los muertos
ya no voy al camposanto”. (Triolet)
Juventud y vejez, amanecer y atardecer, pueden acompasarse en
la creación heroica del tejido nacional y bajo la premisa que unidos todo lo
podemos y que desunidos, nada somos.
Es hora de tender los puentes generacionales, a la Patria la
levantamos todos.
Pero, los que tienen el alma viva, jóvenes de hoy y
del futuro y maduros de acreditado transcurrir, enseñarán a los de alma muerta,
a salir de sus catafalcos para luchar por la Patria.