Wednesday, October 13, 2010

¡Despresidencialicemos el Perú!

Señal de Alerta

por Herbert Mujica Rojas

22-1-2003

 

¡Despresidencialicemos el Perú!

http://www.voltairenet.org/article120037.html

 

A todas luces, dados los acontecimientos recientes y también otros de muy vieja data, la presidencia, no sólo del Perú sino también de casi todas las naciones latinoamericanas, constituye no un mérito sino más bien una presea, una pieza codiciada, la llave mágica para supuestas soluciones que no llegan nunca, que demoran lo indecible y que simbolizan los fracasos más estentóreos de nuestra política.

 

Entonces ¿qué debiera ser la presidencia en lugar de lo que es hoy?: apenas un puesto directriz, con responsabilidad administrativa y penal en caso de mala dirección y derroche de fondos públicos. Nada más que el estandarte de que hay un timón pero cuyos contralores tienen que ser como la mujer del César, no sólo serlo, sino también demostrarlo al escrutinio de la sociedad, del periodismo, de los organismos de control.

 

Por tanto: ¡despresidencialicemos el Perú!

 

La idea no es nueva, hace más de cuarenta años, cuando por segunda vez se dejó participar en un comicio a Víctor Raúl Haya de la Torre, él propuso esta iniciativa, sin mayor éxito por cierto. Tal el fiasco que apenas ganó los comicios por una leve mayoría a su contendor Fernando Belaunde y el 18 de julio de 1962, los tanques relevaron del puesto a Manuel Prado, anularon las elecciones y Víctor Raúl no pudo seguir en aquella liza.

 

Hasta hoy lo único que hemos tenido de los personajes que han arribado a la presidencia, es una colección de desencantos, pasajeros y perennes, depresiones de la ética, violaciones flagrantes de la sindéresis ciudadana y una absoluta patanería según los estilos y las procedencias. Del régimen militar a Toledo, son varias las estaciones y los lustros, como muchos los vicios jamás superados.

 

Velasco imponía la voz de los cuarteles y a pesar de sus múltiples yerros, era un hombre de carácter. Belaúnde edulcoraba en poemas debilidades que le costaron mucho al país y a su pacificación. García elevó la oratoria a recurso grotesco porque la realidad le abofeteaba a diario con su tozudo perfil indomeñable. Fujimori fue un caco y un delincuente envilecido hasta el tuétano y representó poco menos que el cáncer más fétido del latrocinio. Toledo es un fenómeno vigente y controversial.

 

La democracia siempre ha sido un recurso manido de políticos cazurros. Jamás fue la expresión de los más, sino de los menos, castas blancas y radicaloides aunque a la hora de tomar decisiones siempre lo hicieran cuidando el bolsillo, las sinecuras y a los parientes. ¿Qué ha cambiado hoy? Todo sigue en lo mismo y eso es lamentable.

 

Despresidencializar el Perú significaría sólo encargar la primera magistratura a un capitán de equipo. Los hombres providenciales ya han muerto, todos sin excepción, y los que quedan han demostrado su estupidez a raudales. Entender que al Perú no lo sacan del hoyo unos cuantos charlatanes es la primera tesis que habría de fundamentar un futuro sostenido, científico, firme y realmente revolucionario.

 

Necesitamos hacer una severa reflexión. Navegar por aguas procelosas de océanos de miasma y pestilencia equivale a almirantes de pantanos y ciénagas. Si las generaciones actuales claudicaron por fracasadas, hay juventudes nuevas que advienen a la lid y al terreno. Seamos más limpios y más puros y dejemos a otros la posta si no nos sentimos capaces de dirigir un buen proyecto nacional.

 

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

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Gálvez teme represalias de García

Gálvez teme represalias de García


 

(1) Faltó a la verdad al decir que no golpeó al joven. Testigos refutan versión de García. (2) Agredido Richard Gálvez.

DETALLE

No es la primera vez que Alan García protagoniza un incidente de este tipo. En el 2004 propinó una patada a Jesús Lora, un hombre con aparente retardo mental, por obstaculizarle el paso durante una marcha. Esto quedó registrado en una fotografía.
LA PRIMERA logró conversar con Richard Gálvez, el joven que fue golpeado por el presidente de la República por llamarlo corrupto. Jefe de Estado podría ser denunciado por abuso de autoridad e investigado por el Poder judicial.

Su paradero era desconocido, estaba oculto y temeroso, pero, armado de un poco de valor, Richard Gálvez –el joven que fue abofeteado en el rostro por el presidente Alan García–, decidió salir al frente y desmentir al jefe de Estado, quien negó haberlo agredido físicamente el sábado último mientras realizaba una visita particular en el hospital Edgardo Rebagliati.

Tras reconocer que sí le gritó "corrupto", Gálvez contó en declaraciones a LA PRIMERA, que el primer mandatario se acercó y le dio "una doble cachetada" luego que le gritara en la cara la frase citada. "Le grité corrupto, él viene hacia mí caminando, y me mete un cachetadón con su mano izquierda. Yo no pude responder porque delante de él tenía a su seguridad. Después del hecho, 30 y 40 testigos le gritaron abusivo, cobarde", dijo.

El joven confirmó también que, tras la agresión física de García, personal de la seguridad presidencial también lo golpeó y le pegó en el piso. Luego, lo mantuvieron detenido por la fuerza durante algunos minutos y fue sacado del hospital.

Agregó que, ante su resistencia, lo soltaron a dos cuadras del ex hospital del Empleado, donde ese día Gálvez realizaba tareas de voluntariado. "Estoy con rasguños y arañones, y varias partes de mi cuerpo las tengo hinchadas", relató.

Está asustado
Tras el breve contacto con Gálvez vía telefónica, este diario pactó un encuentro con él para la tarde de ayer, pero la cita finalmente se frustró por temores del joven, según dijo. "Cuando les iba a dar el encuentro en el lugar que quedamos me percato que había una camioneta de la Policía, por lo que finalmente decidí irme", nos dijo por la noche mediante un mensaje de correo electrónico.

Gálvez afirma que está escondido desde el sábado, por temor a represalias en su contra. Según nos contó su jefe (cuyo nombre guardamos en reserva) en una empresa de seguridad, el joven está atemorizado con todo lo que ha pasado.

"Él (Gálvez) es mi empleado (en la pequeña compañía de seguridad) y ha venido después de unos días a trabajar y no quiere ir a ningún sitio pues siente mucho miedo; anímicamente está muy mal", nos dijo. Gálvez trabaja con él de manera eventual.

Este diario pudo conocer que Gálvez perteneció al Ejército y habría servido en la zona del Vrae.

Maycol con temor
LA PRIMERA conversó con amigos de Gálvez en su antiguo barrio de la urbanización La Calera, en Surquillo, donde es conocido con el apelativo de Maycol, debido a la caracterización de Michael Jackson que realiza en diversos espectáculos que organiza "El Show de Piwi", una pequeña compañía de eventos en las que "cachuelea" los fines de semana.

Tras describirlo como un muchacho trabajador, noble y humilde, Vladimir Zaragoza y Daniel Hurtado, dueños de la citada empresa, contaron que el joven tiene temor de que el gobierno "haga algo en su contra".

"Él es muy independiente y vive solo, sin su mamá, que está en Lince, por eso tiene miedo en dar la cara, porque hasta lo podrían desaparecer", nos dijo Zaragoza.

García lo niega
El presidente García negó la agresión física y al referirse al incidente dijo que hizo alejar (a Gálvez) con señas y sólo le contestó "con unas palabras".

El mandatario había evitado hablar de la supuesta agresión, pero ayer, en declaraciones a la prensa, sostuvo que lo que ocurrió realmente es que él respondió de manera verbal al voluntario. "Le hice un señalamiento para que se aleje y le contesté con unas palabras y punto, después entiendo que intentaron detenerlo pero me pareció innecesario", indicó.

"En nuestro país donde se banaliza y se vitupera a los políticos, alguien se permite gritar e insultar, finalmente es su libertad, pero, cuando se hace así frente a frente y cuando uno está acompañado de su hija, por lo menos uno tiene que responder", anotó.

García dejó entrever, además, que su airada respuesta verbal, fue motivada porque Gálvez le profirió otros insultos de grueso calibre. "No puede ser que alguien le diga a uno corrupto en la cara o hijo de puta en la cara y uno se quede silencioso. En este tipo de altercados siempre he respondido, porque a mí no me falta el respeto nadie, menos al presidente, y menos delante de mi hija y menos (insulta) a mi madre", señaló.

Ante el Poder judicial
El ex congresista Heriberto Benítez, por su parte, sostuvo que el Poder judicial debería hacerse cargo del tema de las bofetadas presidenciales, ya que esa conducta está contemplada en el artículo 441º del Código Penal, como una falta contra la persona.

Benítez consideró, en tal sentido, que el juez de paz letrado de Jesús María debería iniciar inmediatamente las investigaciones correspondientes. "La Ley Nº 27939 determina que estas faltas contra la persona podrían dar lugar a una pena de sesenta a ciento veinte días multa, pudiendo, en todo caso, el jefe de Estado llegar a una transacción con el agraviado, con lo cual el proceso terminaría rápidamente", comentó.

El ex legislador dijo esperar que el presidente de la Corte Superior de Lima, César Vega, no impida las investigaciones que deben abrirse al mandatario. "Ojalá (Vega Vega) no amenace, ni asuste al juez de paz letrado para evitar las investigaciones judiciales", expresó.

Pueden acusarlo por abuso de autoridad
En caso se compruebe la agresión física contra Richard Gálvez, el presidente de la República, Alan García, podría ser denunciado por abuso de autoridad, señaló a LA PRIMERA el penalista Luis Lamas Puccio, quien agregó que la acusación podría extenderse también a los miembros de su seguridad que supuestamente lo habrían golpeado.

"El hecho de ser primer mandatario no te da atribuciones para golpear o insultar a nadie, lo mismo sucede con las personas, que tienen condición de funcionarios, presentes en ese momento, llámese seguridad personal o Policía Nacional, que no pueden actuar de manera arbitraria", explicó.

Lamas indicó que lo primero que tiene que hacer el agraviado es formalizar una denuncia escrita en la comisaría o ante el ministerio Público, donde solicite la presencia de los presentes en los hechos a fin de que declaren.

Subrayó, asimismo, que si el joven voluntario se siente físicamente lesionado, también debería solicitar que se le haga una evaluación médico legal para dejar constancia de los daños. "Esto es lo primero que tendría que hacer para ver la magnitud y la implicancia de lo ocurrido allí", acotó el jurista.

En caso de encontrar responsabilidad en el presidente, el ministerio Público tendría que enviar lo actuado ante el Congreso, de manera que procedan conforme a sus atribuciones, dado que el jefe de Estado no puede ser acusado directamente. Otras fuentes jurídicas señalaron que el mandatario sólo podría ser enjuiciado luego de terminar su mandato, en julio de 2011.

De otro lado, sostuvo que el ministerio Público, también podría denunciar de oficio a Gálvez. "Insultar al mandatario también puede constituir falta o delito (de desacato), según la magnitud, por haber atentado contra la función pública, ser denunciado de oficio", anotó.


Helio Ramos Peltroche
Redacción


La autoridad*

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
13-10-2010

La autoridad*
http://www.voltairenet.org/article167260.html

1904, publicado en Anarquía (1936), ahora en Obras, 3: 251-253, Manuel González Prada

Según los antiguos, el poderoso Zeus al arrebatarle la libertad a un hombre, le quitaba la mitad de su virtud. Muy bien: perdemos lo más grande y lo mejor de nuestro ser al sufrir el oprobio de la esclavitud; pero ¿qué ganamos desde el instante que ascendemos al rango de autoridad? Cojamos al ente más inofensivo, otorguémosle la más diminuta fracción de mando, y veremos que instantáneamente, como herido por una vara mágica, se transforma en un déspota insolente y agresivo.

Pocos, poquísimos hombres conservan en el mando las virtudes que revelan en la vida privada. La piedra de toque para valorizar a un alma no debemos buscarla en el infortunio sino en el poder: encumbremos al justo, y en la cima le descubriremos imperfecciones que no le notábamos en el llano.

Nada corrompe ni malea tanto como el ejercicio de la autoridad, por momentánea y reducida que sea. ¿Hay algo más odioso que un niño vigilando a sus condiscípulos, que un sirviente haciendo el papel de mayordomo, que un jornalero desempeñando el oficio de caporal, que un presidiario convirtiéndose en guardián de sus compañeros? Si alguacil, si nada más que sustituto de alguacil pudiéramos nombrar al inerme gusano, al punto lograremos metamorfosearle en víbora.

Preguntaba un viejo yanqui a un inmigrante recién desembarcado en Nueva York:

-¿Es usted republicano?

-No; yo no soy republicano.

-¿Es usted demócrata?

-No; yo no soy demócrata.

-¿Entonces…?

-Soy de la oposición; siempre contra el gobierno.

Este dialoguillo resume los sentimientos de un alma libre, rechazando el principio de autoridad y declarándole guerra donde le encuentra. ¡Ojalá todos pensaran como él!

Porque, si en opinión de los fanáticos, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová, en concepto de los hombres libres la cordura de un pueblo estriba en el menosprecio a la autoridad. Eso que llaman desacato y lesa majestad carece de sentido para gente emancipada, solo tiene significación para el enjambre de palaciegos y cortesanos.

¡Qué náuseas sentiríamos si conociéramos el número de crímenes y bajezas que simbolizan la banda de un presidente, la mitra de un obispo, la medalla de un magistrado y las charreteras de un general! ¡Cuántas genuflexiones y curvaturas! ¡Cuántos empeños y chismes! ¡Cuántos perjurios y cohechos! ¡Cuántas prostituciones de las madres, de las hermanas, de las esposas y de las hijas! A mayor encumbramiento, mayor ignominia, pues hubo que arrastrarse más para subir más alto.

Las muchedumbres no deben alucinarse con títulos pomposos ni dejarse deslumbrar con uniformes o vestiduras churriguerescas. Se hallan en la obligación de repetirse noche y día que el mando no implica superioridad sobre la obediencia, que la blusa del jornalero no tiene por qué humillarse al frac del presidente. Si cabe alguna diferencia entre el jefe supremo y el simple ciudadano, ella redunda en honor del segundo: el ciudadano paga; el jefe supremo recibe la remuneración; uno es el amo; el otro es el doméstico. Los pequeños y los grandes dignatarios de la nación no pasan de lacayos más o menos serviles; todo uniforme es librea, como todo sueldo es propina.

Odiemos, pues, a las autoridades por la única razón de serlo: con el solo hecho de solicitar o ejercer mando, se denuncia la perversidad en los instintos. El que se figura tener alma de rey, posee corazón de esclavo; el que piensa haber sido creado para el señorío, nació para la servidumbre. El hombre verdaderamente bueno y libre no pretende mandar ni quiere obedecer; como no acepta la humillación de reconocer amos y señores, rechaza la iniquidad de poseer esclavos y siervos.
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*Hay cierto desequilibrado que sólo bajo la premisa de tener guardaespaldas numerosos y prensa servil, se permite lanzar bofetadas y protagonizar ridículos contra ciudadanos indefensos. Ni la prescripción de jueces alcanzaría para borrar su intemperancia temeraria, su pusilanimidad abusiva que le es connatural y que prohíja corrupción a raudales. Sólo no haría sino esconderse bajo una mesa como hizo en el sur de Lima, pocas décadas atrás.

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