Friday, January 12, 2007

¿Bajándole, (otra vez), llanta al Congreso?

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
12-1-2007

¿Bajándole, (otra vez), llanta al Congreso?

Lamentó el presidente García que el proyecto de pena de muerte hubiera
sido echado a la basura en el Congreso. El titular del gabinete, Jorge
del Castillo, revelando su profunda, congénita e indiscutible
mediocridad, insistió, enmendándole la plana con descaro, al jefe de
Estado, que su gobierno no iba a plantear ninguna otra medida. ¿En qué
quedamos: García habla de referéndum, el otro lo descarta? Y el
ministro, además, sostiene que el Congreso (al que él pertenece) está
de espaldas del pueblo.

Meses atrás, un legiferante advertido por artículo mío acerca de la
aviesa intención subliminal de disolver el Congreso, preguntó "¿qué
pruebas había sobre eso?". No es difícil aludir a los textos
palaciegos que afirman que si hubiera consulta una inmensa mayoría
daría su asentimiento a la pena de muerte. Puede ser, las multitudes
envilecidas votan a veces por el morbo y la bestialidad. ¿No
recordamos acaso cómo se aplaudió el cierre y expulsión ominosa del
Congreso y legisladores el 5 de abril de 1992?

Muy bien. Al margen de las frecuentes –y cada vez más gruesas-
contradicciones entre García y del Castillo (parecieran funcionarios
de empresas totalmente distintas), ¿sería muy difícil prever qué diría
el pueblo consultado acerca de cerrar hoy el Parlamento y licenciar a
sus precarísimos inquilinos episódicos? ¡De ninguna manera! Me atrevo
a pensar que no menos del 85% daría su muy feliz y jubiloso
asentimiento.

¿Y cómo se hace esto? ¡Muy fácil! Basta decir, con cinismo de quien
masca vidrios y no sangra, que se están cumpliendo las promesas
electorales, pero la culpa del fracaso "la tiene el Congreso". No hay
más que evidenciar que los que habitan en Plaza Bolívar son un hato de
incapaces muy bien pagados y no representan al pueblo. De repente
sería suficiente hacer parangón de este legislativo con los dos o tres
anteriores que fueron, a no dudarlo, de lo más abisal y mediocre de
que se tenga memoria en el Perú contemporáneo.

¿Alguien duda que acaba de reactivarse el socavón para enterrar al
anacrónico Congreso incapaz de protestar por los ocho campesinos
detenidos en Ayacucho; embrutecido hasta la médula e inepto de
reivindicar la memoria de los cinco policías y tres funcionarios
civiles asesinados a mediados de diciembre/2006; pusilánime de acusar
a todos los grandes y descarados traficantes políticos que metieron la
pata y que hoy se lavan las manos? ¿No es acaso, este Parlamento, el
que no fue tomado en cuenta, en absoluto por el tema del TLC con
Gringolandia? ¿Sería indebido acusar al actual cuerpo legislativo
unicameral de claudicante en el tema de la delimitación marítima con
Chile, la defensa de las 200 millas y de una posición internacional
digna y honrosa? ¡Y no digan que no tienen que ver con aquellos temas
de Estado! En fin, el rosario de taras e inconductas llenaría tomos
enteros.

Como hay que cohonestar la incapacidad mayestática como oprobiosa de
esos dos peruanoides Pilar Mazzetti y Allan Wagner, del Castillo
defiende la prisión de inocentes campesinos, aún cuando García Pérez
discurre por la letanía formal de mil palabras, para reconocer que si
no hay pruebas, debe liberarse a estos connacionales. ¿Quién devuelve
estos días horrendos en prisión y humillados a aquellos? ¿Cómo hacemos
para que la muerte injusta de cinco policias y tres funcionarios, no
sea constante sangrienta en el 2007, ni nunca? De allí a echar la
culpa al gran elefante blanco corporativo que funciona en Plaza
Bolívar, no hay más que un milímetro. Negarse a verlo es como atisbar
una tormenta, diciendo que son brisas encabritadas. ¡Qué desparpajo!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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