Informe
Señal
de Alerta-Herbert Mujica Rojas
14-2-2023
El Estado Resistente y popular
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No hay tarea más urgente, como su nombre lo
indica, para un Estado integral, que el de pilotear la resistencia como lucha
nacional por la soberanía política, geopolítica, empresarial, comercial y
popular.
Pregunta obligatoria es indagar si el
gobierno de la presidente Dina Boluarte, luego de la dolorosa pérdida de vidas
humanas, posee algún liderazgo desde las bases del pueblo.
El Estado Resistente, por encima de
parroquias o fratricidas divisiones debe congregar un frente único de capitales
nacionales, trabajadores, empresarios, diplomáticos, periodistas, fuerzas
armadas, organizaciones civiles y profesionales que construya los parapetos de
la defensa doctrinaria y material.
Acaso, en horas no descartables, lidere el
combate desalojador de invasores, los que fueren aunque suelan disfrazarse de
ovejas que lobos depredadores seguirán siendo.
Ninguna creación, en la hora presente, será
más gloriosa o heroica, que forjar esta ambiciosa e imprescindible herramienta
de Resistencia Nacional como política de Estado.
¿Hay luz en el fondo del túnel? Los
legisladores no quieren irse, las pitanzas son más convincentes que cualquier
interés de paz de los peruanos.
El gobierno y sus gestos autoritarios
tampoco es garantía de absolutamente nada.
En no pocos casos, los empresarios
nacionales son desplazados por grandes firmas que no tienen nombre o apellido y
sí poseen, en cambio, miles de millones de dólares en respaldo y Estados
armados hasta los dientes para defenderlas en cualquier caso.
Quienes conocen de responsabilidades y
planillas, saben muy bien, que esta amenaza no pueden enfrentarla sin ayuda de
un marco legal legítimo y saludable para sus negocios y, sobre todo, para sus
trabajadores quienes prestan a cambio de salarios, a veces bajísimos, una
contribución importante.
¿Cómo es que hasta ahora el periodismo no
se hace presente en la defensa informativa de la Patria?
¡No sólo es que los sucesivos gobiernos
consideren prescindible a la prensa sino también la dejadez e ignorancia
indiferente –y cómplice- de los medios! ¿Qué sino eso han sido estos dos meses
de narrativa tuerta, parcial y que ignoró el lado escabroso de la violencia
legal y sus lamentables saldos trágicos?
La dictadura publicitaria que también ejercen
los gobiernos, yugula el 95% de las buenas intenciones, impone vallas y dicta
qué se lee y cómo se envilece el saber público con escándalos, cortinas de
humo, distractivos y morbo al por mayor con crímenes, acuchillamientos,
atropellos y sangre por toneladas las 24 horas del día.
Los clubes electorales que sólo viven para
épocas de esta índole, deben entender que o siguen así y se esclerosan con un
cáncer insalvable o comprenden que la pelea tendrá que ser vía un nuevo
contrato social que los involucre en la lucha nacional de resistencia contra el
invasor para conducir la acción política y guerrera contra cualquier amenaza.
Y entiéndase como extranjeros a los no
nacionales y a sus agentes nativos, hormigas al servicio de quienes hacen que
Perú compre fuera, lo que puede producir aquí, dejando en el desempleo a
decenas de miles de connacionales.
Las urgencias premiosas del Estado
Resistente pasan por estadios ineludibles: defensa nacional, tarea de todos;
información a raudales del cómo, cuánto y por qué de la pelea; y, entrenamiento
activo en todos los ámbitos: desde el sindicato, hasta el ministerio, en el
gobierno regional, en el municipio, en la mesa de redacción, frente a la
pantalla de la computadora y hasta en el campo de batalla.
Los agentes nativos y quintacolumna no
hesitarán en seguir dividiendo al país con pretextos más o menos “válidos”.
He allí una tarea política que tiene que
llevar a cabo sin contemplaciones ni piedades de cualquier especie el Estado
Resistente: denunciar a los traidores e
inhabilitarlos ante la opinión pública.
Precedentes históricos de invasión del Perú
hay entre 1836-39 y 1879-1883. Y un Estado Resistente no puede hacer
inadvertencia de lo que está registrado en la historia con sus secuelas de
fractura de la psicología nacional y las frustraciones colectivas que esos
fenómenos produjeron.
Por encima de vanidades de intelectuales
encerrados en sus visiones egoístas y sus burbujas avitualladas con muchos
dólares o euros, más allá de las veleidades de autoridades políticas ineptas y
miopes, superando las visiones estrechas y de clase, el Estado Resistente no
puede surgir de la nada más que del pueblo organizado mismo.