Tuesday, August 19, 2008

Historias de plástico

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
19-8-2008

Historias de plástico

¿Qué hacía el señor Nicolás de Piérola en diciembre de 1881 con el
jefe de la ocupación chilena en Lima? Ya había resignado la dictadura
porque nadie le hacía caso desde el 28 de noviembre y fue Tarma la
ciudad que registró el hecho. No representaba a nadie y tampoco era
funcional –ya había sido lo suficiente en enero los días 13 y 15 en
San Juan y Miraflores, cuando la trágica derrota de la capital ese
mismo año- a los chilenos que le desconocían en absoluto y en cambio
apresaban a García Calderón y le enviaban deportado al sur. ¿Quién
aclara esta oscuridad proditora tan poco tocada? Y muy ignorada.

Dice Jorge Basadre:

"A Lima, ocupada por el enemigo, llegó Piérola el 3 de diciembre, con
lo cual se sometió de hecho a lo que antes censuró y condenó.

El 6 de diciembre se entrevistó en casa de Juan de Aliaga, con Lynch,
y en otra casa con el diplomático Novoa. No hay versión de la primera
entrevista; pero sí unos apuntes de Novoa acerca de la segunda.
Piérola creía posible un alzamiento a favor suyo en el Ejército de
Cáceres; pero siempre que condujera a la paz en términos soportables
para el Perú. Novoa repuso que ella, después de los sacrificios
chilenos, no podía ser sin cesión territorial. A ello contestó Piérola
que dicha entrega era "apenas un medio de salvar la dificultad
ficticiamente, puesto que obligaría a la paz armada y al acecho
constante. .........Ese mismo mes, Piérola se embarcó al extranjero
con pasaporte del gobierno de Chile, si bien todas sus gestiones
encaminánrose a la paz sin cesión territorial. En Europa buscó la
mediación de Francia e Inglaterra en vano. Ya en noviembre del 82
estaba nuevamente en Estados Unidos y realizó esfuerzos inútiles que
más adelante se mencionan". (Historia de la República).

El padre Rubén Vargas Ugarte apenas si dedica un par de líneas
consignando el hecho de diciembre de 1881.

En el bello libro que consagró a su biografía, Piérola, Alberto Ulloa
Sotomayor, grueso tomo de más de 400 páginas, no hay mayor referencia
a un hecho que hasta para el criterio del más novel historiador
alcanzó ribetes de alguna significación extraña, inexplicable,
abstrusa, de monstruosa incongruencia.

El hecho en sí es demostrativo de cómo se ha manipulado la historia,
magnificando etapas, glorificando supuestos héroes o prohombres y, en
cambio, ensombreciendo u ocultando, simplemente, las tenebrosas y feas
alamedas transitadas por aquellos a quienes las historias oficiales
regalan ditirambos múltiples y panegíricos integrales.

Si Piérola ya no era dictador porque nadie le reconocía mando alguno o
capacidad de negociación, la más mínima. Si, precisamente, había
resignado en Tarma el 28 de noviembre y de modo oficial –ese año
trágico de 1881- su dictadura, porque los invasores no le reputaban
importancia ni mando, retorna la pregunta filuda que no tiene
respuesta de los historiadores: ¿qué hacía Piérola "conferenciando"
con Patricio Lynch y Jovino Novoa en la Lima ocupada y sobre un suelo
ensangrentado por la matanza que los chilenos habían perpetrado en San
Juan, Chorrillos, Barranco y Miraflores? ¿cómo así que "se embarcó al
extranjero con pasaporte del gobierno de Chile"?, tal como apunta
Basadre.

El historiador Jorge Basadre afirmó que a Cáceres, el Brujo de los
Andes, el firme portero y guardián de la dignidad nacional durante
largas y reconocidas luchas y señaladamente entre 1881 y 1883 en la
Campaña de La Breña, le faltó morir en el campo de Huamachuco. Es
decir avanzó criterio terminal sobre un genuino héroe. Cierto, más
allá de las palabras informativas que sobre Piérola consignó y en
torno a las reuniones de éste con los capitostes chilenos, no hay más
testimonio. La plasticidad del juicio no puede ser más evidente. ¿Y la
objetividad? ¡Quimera lejana, sin duda alguna!

Débese a Manuel González Prada el fulminante párrafo histórico:

"Chile mismo no habría elegido mejor aliado. Cuando convenía ceñirse a
disciplinar soldados, reunir material de guerra y aumentar los
recursos fiscales, Piérola remueve las más pasivas instituciones: era
el caso de ordenar, y desordena; de hacer, y deshace; de conservar, y
destruye; de operar, y sueña. En el estado de guerra, cuando las
funciones del cuerpo social son de más intensidad y de mayor
extensión, suprime órganos o les sustituye con mecanismos artificiales
y muertos. Peor aún: asume el Poder Legislativo, el Ejecutivo, el
Judicial, el Generalato en Jefe del Ejército, el Almirantazgo de la
Marina, en fin, presume realizar una obra que no imaginaron Alejandro,
César, Carlomagno ni Bonaparte. Un dedo pretende monopolizar todas las
funciones del organismo."

¿Ha sido cierta la historia embutida durante decenios a los peruanos?
¿o más fuerte fue la plasticidad cómplice y corrupta mantenedora del
status quo que se verifica en calles y plazas que llevan nombres
inapropiados porque blanquean lo sucio y glorifican a no pocos
traidores y regaladores de la heredad nacional?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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