Carta abierta contra
esclavitud del alma
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlenepinchi@gmail.com
16-6-2016
Que no se te olvide nunca que no tuve ni días ni noches
porque me dediqué a existir 30 horas del día, robando tiempo a los minutos, tan
sólo para demostrarte mi amor desinteresado, ese que nunca te pidió más que un
abrazo, un beso y una caricia de ternura.
No olvides que te conocí enjaulado en un mundo corrupto y de
mentiras, enterrado en la soberbia y encarcelado en un infierno que tú mismo
creaste, muerto en vida y te ayudé a
encontrarte y tener libertad.
No olvides que te di lo poco y mucho que tuve, si el dinero
no interesa, que más da si te lo di todo, con intereses, moras, tasas y con
chequeras en blanco, con una huella dactilar para que te quedaras con todo lo mío,
con mis 50 kilos y con mi metro sesenta, y tatuada en tu regazo mi voluntad de
tanto que te amé.
No olvides que pese a mis detractores y a las portátiles a
sueldo de los que no me estiman, viví en casa de mis padres hasta pasados los
treintas, y que me casé por primera vez contigo ante la ley civil y ante la ley
de Dios, no sólo por honrar a mi padre sino por honrar nuestro amor y
comprometerme contigo para siempre.
No olvides que mi padre te ha apoyado, te ha respetado, se
ha ilusionado con tus proyectos, te ha estimado, que te ha querido, te ha dado
su abrazo, su cariño honesto sin exigir nada, que para él has sido un hijo más,
que no ha sido sólo un suegro sino otro
padre para ti.
No olvides que no me sacaste de una casa de citas ni de un
prostíbulo, que no soy una analfabeta, ni sorda, ni ciega ni muda, ni una
arribista que se interesó por tu dinero, que nunca te pedí ni un centavo, ni me
interesé por los poderes de tu entorno, poderes con los que nunca me he
beneficiado en absolutamente nada.
Nunca olvides que por más que le fastidie a mucha gente mis
padres llevan 44 años de casados, y que mi padre es un gran hombre, gran
empresario, un ingeniero pesquero que ha ganado todo lo que tiene con mucho
esfuerzo y trabajo, que nací en cuna de oro, que fui su princesa y me regaló
las mejores casas con piscinas y todo el confort inimaginable en los mejores y
más caros lugares del Perú, los mejores departamentos, los mejores carros y
joyas, y que ha sido el único hombre en toda esta vida que de verdad me ha
querido, me ha amado, me ha cuidado, me ha defendido como nunca nadie lo ha
hecho y me ha dado todo su amor infinito que podría llegar hasta el cielo. Ese
es mi padre Miguel Pinchi Goicochea un hombre que quedó huérfano de madre a los
tres años, con quien caminé un largo trecho hacía el altar el día de nuestra
boda y que muchas veces llorando pensé que nunca llegaría ese momento
imaginando que el moriría antes o que tanta pena y tristeza que tenía en el
alma llegaría a matarme, mi padre a quien admiro a mucha honra y no sentiré
verguenza de él jamás y a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu.
No olvides que te he demostrado por el norte, el sur, el
este y el oeste que no soy una mediocre ni una roba maridos, ni he lucrado
contigo ni te he pedido trabajo nunca, ni a ti ni a tu familia.
No olvides que oí muchas veces que fui tu pañuelo de
lágrimas, tu consuelo, tu refugio, que recogí las sobras de otra, que sólo fui
el clavo que te sacó de otro clavo y nunca lo creí, porque confié ciegamente en
ti.
No olvides que he celebrado siempre tus cumpleaños, llenos
de amor, de dulces, de piñatas, de regalos, de flores, de detalles, de tortas
de canciones infantiles, porque soy así a los más de 35 años llevo una niña
dentro de mí.
No olvides que llevas 7 años a mi lado, y nunca me has visto
hacer nada indebido ni hacerle daño a nadie, que no me has visto ni fumar un
cigarrillo ni tomar una sola gota de alcohol, eso no es malo, pero te he
demostrado que no soy una adicta ni una alcohólica.
No olvides que soporté tu mal carácter, tus traumas y crisis
existenciales, perdón por mi honestidad.
Que te costó más de cuatro años convencerme de casarme
contigo.
No olvides nunca que aprendí a ser una excelente cocinera y
repostera por ti, y no tuve problemas por no haberlo hecho nunca antes, tal
cenicienta, aprendí a limpiar, barrer, aspirar, sacudir, aspirar alfombras,
trapear, lavar platos, arreglar y encargarme de todo en nuestra casa que
convertí en un hermoso y majestuoso palacio.
No te olvides nunca que te levanté del piso y te di todo el
ánimo, el aliento, y te hice y te canté todas las barras posibles para que
volvieras a creer en ti, a tener fe en tus sueños y encontrar un mundo nuevo en
donde tu pudieras ser el rey, mi rey.
Detrás de un gran hombre algunos dicen que hay una gran
mujer, me he preguntado si realmente me consideras, me valoras y crees que soy:
¨esa gran mujer para ti¨.
Y todo esto que te escribo no es un reproche ni un memorándum
de querer separarme de ti, conoces lo profunda, tierna y devotamente romántica
que soy, es sólo una carta abierta y sincera de amor, solicitando que no
vuelvas a tu esclavitud y vueles conmigo hasta llegar a hacer un paseo en
submarino en el medio del oceáno y un camping en la luna.