Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
31-5-2024
Reelección aniquila renovación
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La reelección de alcaldes y gobernadores regionales, esa
vaca lechera que llena las alforjas mensuales de no pocos vividores de la cosa
pública en Perú, acaba de ser aprobada por una comisión congresal. Nada indica
que su ratificación no sea más que un palurdo trámite de cumplimiento.
¿Por qué los que fueron electos para un cargo, deben
permanecer en el mismo, vía reelección? Los bien intencionados y expertos en
lenguaje burocrático y académico se llenan la boca en torno a la experiencia,
la carrera pública, etc. ¿Será verdad tanta belleza? Un significativo 85-90 %
de aspirantes tiene fe en pescar a un empleador (el Estado), capaz de, cada 30
días, nutrirle de fondos que llevar a su hogar u hogares.
¿Por qué hay tantas irregularidades en toda la esfera
pública del Perú? La razón es simple, muchos funcionarios creen que el Estado
–de gobierno a gobierno- es un arca abierta. Y reza el adagio: allí, el justo
peca.
Con la mentalidad de una termita o langosta se hacen usos
impropios, ilegales, prohibidos de los recursos del Estado. Pero nunca es una
arremetida individual, el de economato, presupuesto, planificación, relaciones
humanas, un universo gigante incurre, por comisión u omisión en las faltas.
Por tanto, como todos conocen o intuyen de las maromas
expoliadoras de los altos oficiales, o denuncian y son contra-denunciados por
los estudios de la entidad y ¡a la calle! o guardan silencio prudente. El
refrán cínico dice así: ¡si del mundo quieres gozar: ver, oír y callar!
En Ecuador los legisladores sólo pueden serlo una vez.
¿Por qué aquí la fiebre reeleccionista se engalana con tanta
literatura y auto-bombo? Debería bastar con ver el listado de los intelectuales
que hacen estos trabajos a la carta y se descubrirá una larga relación de años
y servicios externos prestados ad hoc.
Personas muy respetables opinan en favor de la reelección
pero lo hacen teniendo tras de sí un pensamiento sano, enfilado hacia el
progreso de la Patria y con sincero afán de dotar de experiencia a la función
pública.
En Perú hemos tenido, por dar un ejemplo nefasto,
congresistas que acumulan 2-3 períodos de vagancia pagada en sus escaños. Sus
proyectos de ley, amén que escasos, son inanes y vergonzosos.
Una buena parte de estos reeleccionistas saben bien que los
sueldos, siendo parte formal del asunto, no son el meollo del compromiso. ¡De
ninguna manera, la carnecita es el tráfico de influencias y los beneficios que
se obtienen vía una maquinaria experta en bancos, colocación de coimas y
negociaciones ilícitas con testaferros igualmente diestros y que están en el
paquete inicial al hacerse del cargo.
¿Qué necesidad tiene el funcionario público de permanecer en
el cargo una vez concluido el lapso para el que fue elegido? Dirá, (todos
tienen el mismo libreto) que debe custodiar que sus obras se hagan, que no se
pierda el “impulso”, que la democracia y los votos así lo consagran.
Lo que no se confiesa es que quien es reelecto, le roba el
puesto a gente más joven, que debe servir al Perú con honestidad y que
significa la renovación del aparato burocrático.
Los que ya fueron no sólo deben dejar el cargo. Deben, en un
juicio de residencia (que sí debería ser obligatorio y reestructurado), rendir
cuentas en el Perú y no abandonarlo por lo menos en 18 meses. La mujer del
César, no solo debe serlo, sino parecerlo.
Los ex legisladores, ex alcaldes, ex gobernadores, sí pueden
en sus partidos o movimientos, generar opinión crítica sobre las nuevas
autoridades y para vigilar que las obras no se detengan y que hay lo que se
llama una solución de continuidad (unos prosiguen lo antes emprendido).
En Perú la inteligencia de quiosco cautela sus cartas y las
juega con habilidad pasmosa porque están en todas partes desde hace cuatro
décadas. Ofrecieron soluciones y sólo aportaron paliativos, si hicieran otra
cosa, se quedan sin donaciones (que no pagan impuestos).
El pensamiento crítico resiente porque todo se acepta bajo
las aberrantes sentencias de “¡qué vamos a hacer; ¡así es la política!, todo
está mal aquí!”. Nadie confiesa pero grandes mayorías tienen como catecismo las
frases antedichas.
Perú no necesita de reeleccionistas sino de escuelas
públicas donde se enseñe que ROBAR es un delito y que quienes lo hacen son
traidores a la Patria.
Cada ministerio debería llevar en su frontispicio un letrero
gigante que diga: ¡Aquí NO se roba!
El manejo del Estado y sus derivados en el resto del país,
merecen intentos serios, revolucionarios y perennes de honestidad acrisolada.
La reelección es un vicio que perpetúa la ineficacia y cubre los asaltos.
La renovación es un imperativo, el porvenir nos debe una
victoria decía González Prada, pero hay que ayudar a que la victoria de los
ideales, se produzca por genuina y esforzada contribución cívica.