por Herbert Mujica Rojas
13-5-2009
Mercedes de Perogrullo
¡No, no se alarme, no se ha vuelto a casar la ministra del Interior,
Mercedes Cabanillas! Pero, según la Agencia Andina, ella nos ha
revelado muy sorprendentes circunstancias:
"….consideró que en la zona del Valle de los Ríos Apurímac y Ene
(VRAE) se debe impulsar el desarrollo económico y social, con el fin
de mejorar las condiciones de vida de la población y el combatir el
flagelo del narcotráfico y el terrorismo.
Dijo que esa zona del país también se necesita una atención integral,
ya que en ese lugar la población convive con narcoterroristas. El
enfoque es integral no sólo está un contingente de las Fuerzas Armadas
y de la Policía Nacional en lo que les corresponde, sino que es
fundamental que se apueste por el desarrollo social y económico".
Las verdades de Perogrullo (verdades que por sabidas, son tontería y
simplezas, decirlas; según el mataburro) en boca de la ministra
Cabanillas y sobre un tema tan sensible pudiera parecer a cualquier
observador no peruano como la demostración más efectiva que el país
cuenta con idiotas puros en cantidades exportables.
Acaso el mayor descubrimiento sociológico de tan sugestivas frases
ministeriales lo constituya el facto que el desarrollo social y
económico es una lotería que admite apuestas de todo calibre. Así como
podemos "apostar" por ese camino, es lícito hacerlo por mantener o
involucionar y terminar de traer abajo a la patria. La lógica funciona
hacia todos los sentidos.
¿Será necesario que la ministra Cabanillas hable menos y haga más?
Para pronunciar tantas perogrulladas, distrayendo valioso tiempo a su
quehacer urgentísimo en el campo y donde las papas queman (ante las
cámaras pareciera gozar hasta el deleite y no se achicharra hasta
ahora), bastaría con boletines informativos enviados por correo
electrónico. A menos que la señora de marras tenga la irrisoria
pretensión que su imagen infunde confianza cuando en los escenarios
reales hay violencia, injusticia, atraso, como ella misma ha dicho de
manera dramática.
¿Avanza más un ministro o funcionario, cualesquiera que fuese, cuanto
más aparece ante los miedos de comunicación? Con ese criterio
debiéramos a la fecha compendiar ya resultados formidables en Interior
porque la titular de la cartera aparece cada vez que puede en público.
Y casi siempre diciendo perogrulladas, verdades que de puro sabidas,
devienen simplonas. ¿No hay quién le sugiera algo sobre este
particular a doña Mercedes?
No es la única. Anunciando TLCs al por mayor, la señora Mercedes Aráoz
tiene antigua foja ante la televisión. ¿No se da cuenta que algún día
un Congreso libre, digno, no esbirro ni cómplice, la comprenderá en la
investigación –y sanción ejemplar- sobre la extraña maroma que
significa haberle obliterado en el firmado con Chile? ¿o el más
reciente con China, también escamoteado al Establo?
No sería mala idea impulsar reglamentaciones estrictas sobre el
desempeño de los ministros y que ¡sólo una vez al mes! pudieran dar
cuenta en público del cumplimiento de sus labores. Yugularíamos, ipso
facto, apetitos, vanidades, carreras presidenciales hechas con el
dinero del contribuyente y aprenderíamos a juzgar el sillón
ministerial como ara y no pedestal de ilegítimas angurrias cuando se
lo hace con fondos del erario nacional. ¿Cómo puede vivir un país
matrimoniado con los humores de quienes ocupan responsabilidades no
por afán de servicio sino de rédito e imagen? ¡Abajo los y las
demagogas!
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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