Solidaridad con el
pueblo oprimido de Venezuela
por Herbert Mujica Rojas-Jesús Guzmán Gallardo
10-8-2017
La elevada cuota de muertos,
civiles y militares, en Venezuela, producto de actos de violencia desde el
Estado y alentada por una oposición que parece muy bien avituallada de fondos,
prensa y recursos que por razón desconocida, los cancilleres reunidos en Lima,
el 8 de los corrientes, NO CUESTIONAN,
nos lleva a ratificar nuestra solidaridad con el pueblo venezolano.
Ninguna solución genuina y
popular debe contemplar la intromisión de fuerzas militares foráneas en Venezuela.
Esta, de producirse, en los próximos meses, será acto repudiable contra la
dignidad soberana de los pueblos latinoamericanos. Quienes estén en estos
propósitos, en las cancillerías y gobiernos o desde agencias oficiosas y útiles
a intervenciones similares, merecen la censura más categórica.
Así lo advirtió en célebre
discurso el 23 de agosto de 1960, el entonces canciller peruano Raúl Porras
Barrenechea, ante la 7ma reunión de la OEA, en Costa Rica, con estas palabras:
“Condenamos por esto toda intervención en los asuntos
hemisféricos de potencias extrañas que traten de imponernos formas que no han
surgido de nuestra propia evolución política y social y que representaría
pobreza de invención o dependencia intelectual y política de extraños y lejanos
tutores”.
¡Precisamente! Víctor Raúl
Haya de la Torre, advirtió contra el “colonialismo
mental” que hoy denuncian todos los estudiosos contra modelos copiados
servil y falazmente y que hay que desterrar de cualquier camino de liberación social
en Latinoamérica.
En Venezuela existió una
Asamblea Nacional que ganó legítimamente su representación en elecciones
reconocidas en todo el mundo. Generar una Constituyente como escenario paralelo
revive las prácticas vedadas y oprobiosas de los malos perdedores que no
aceptan las derrotas que son parte fundamental de cualquier sistema
democrático.
Son decenas de miles los
ciudadanos venezolanos que han llegado al Perú en los últimos 15 a 20 meses y
en la inmensa mayoría de casos se comprueba que son elementos jóvenes que han
dejado su patria por razones múltiples, entre otras, porque carecen de un
porvenir de paz y trabajo en su lugar de origen.
La solidaridad con el pueblo
venezolano no debe traducirse en el negociado que hacen irresponsables que se
llenan la boca y condenan al gobierno de ese país, cuando todos saben que sus
intereses son fenicios y vulgares porque a río revuelto, ganancia de pescadores
y oportunistas. El pueblo peruano debe notar quiénes son y cuáles sus actos.
El disparate de repetir, sin
análisis riguroso histórico o económico y social, que Estados Unidos debe dejar
de comprar el petróleo venezolano, sólo conduciría al peligroso colapso del
cual se derivará una violencia social imparable y criminal. Y, ciertamente, lo
que hoy es migración pronunciada, aumentará a niveles extraordinarios.
Ni violencia de Estado y
tampoco los cantos de sirena de una oposición que en Venezuela da muestra de una
prolongada y muy bien financiada presencia. Estos grupos o se ponen de acuerdo
para una solución negociada, digna, capaz de forjar un tránsito hacia fines
comunes y democráticos o estamos en el pórtico de una irracionalidad y
violencia cuyo saldo será sólo trágico.
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