Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
24-3-2024
El contrabando de la “sociedad civil”
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Pocas veces un conjunto de
palabras, destinadas a definir mejor, aspiraciones justicieras, ha sido tan
vilmente usado por grupos minoritarios, con frecuencia, ajenos a cualquier tipo
de poder nacido en las urnas y con los pretextos múltiples de luchar por los
pobres, pero enriqueciéndose, más bien, en nombre de ellos.
Su orientación es múltiple
y reconoce excepciones de buen proceder, sin embargo, el contrabando de la
“sociedad civil” ha servido, recurrentemente, como tapadera para vivir
cómodamente vía mecanismos que logran fondos del exterior.
¿Cuántos integrantes o
personeros de esta “sociedad civil” son asiduos visitantes de los centros de
poder mundiales, dígase el Departamento de Estado, por ejemplo en el país del
norte?
Etiquetar blinda pero
también corrompe y hay argollas que dilapidan los fondos que no pagan impuestos
(lo que sí hace el resto), en nombre de la lucha contra la pobreza y la
miseria. La ironía es evidente.
Además, en lo que
mundialmente se conoce como estrategia de control de daños, sobresalen en su
arquitectura y organización, muchos colectivos de la sociedad civil que más que
defender, crean paliativos, soluciones a medias, placebos de duración mínima.
Mientras el panorama no se
perturbe, todos operan en paz y la recepción de fondos ¡está asegurada!
Dicen Javier Tantaleán y
Pierre Vigier, en su libro Gobernabilidad
democrática, económica y social: “Pero, resulta aún más preocupante que se
pretenda usar algunas instituciones de la “sociedad civil” en contraposición a
los partidos políticos, en un intento de sustitución por instituciones privadas
no partidarias. En el fondo, lo que se está proponiendo es un copamiento del
espacio público excluyendo a los partidos políticos”. (Ob. cit. p. 79)
Anotan además: “En lo
referente a la sociedad, de manera explícita, hemos excluido el adendum civil
porque pensamos que la noción de sociedad civil ha adquirido un carácter
altamente ideologizado y sujeto a grandes controversias. De esa manera, todos
los seres humanos sin distinción somos parte de la sociedad y no planteamos una
división entre sociedad política, sociedad civil, sociedad militar o cualquier
otro tipo de sociedad.” (Ob. cit, pp. 21)
Conviene subrayar las
siguientes líneas, ambos autores, anotan: “Nadie le ha conferido el papel de
representación política partidaria a las organizaciones de la sociedad que
tienen objetivos definidos y específicos. Como ha sido señalado por Carlos
Pereyra, en Sobre la democracia, 1990:
“La sociedad civil (entendida como un conjunto de organizaciones sociales)
puede ser tan autoritaria o más que el Estado…Cuando de manera simplista se
elaboran elegías de la sociedad civil contra el poder político, habrá que tener
presente hasta qué grado la sociedad civil puede estar dominada por intereses
contrarios al interés general de la nación”. (Ob. cit. p. 79)
Y agregando una visión
crítica, los autores puntualizan: “Así en los últimos años se ha querido crear
una nueva diferenciación antinómica, partidos políticos-sociedad civil,
especialmente luego de la crisis del Estado céntrico, cuando los partidos y
movimientos democráticos terminaron sus esfuerzos políticos, plasmados en
políticas públicas, con resultados calamitosos”. (Ob. cit. p. 80).
Ha sido no poco frecuente
que grupos o cenáculos justificaran la ausencia de representación vía
proyectos, talleres, foros, folletos, charlas, que siendo instrumentos o
herramientas de comunicación válidas para cualquier trabajo social, terminan
siendo el pretexto utilísimo para acreditar contablemente gastos de toda índole
y el empleo de partidas externas al libre albedrío de quienes tuvieron el mando
de estas organizaciones de la “sociedad civil”.
No provienen, estos
sectores de la “sociedad civil” de un grupo político en especial. Los hay de
todo pelaje y orientación, aunque es obvia la predominancia de sectores
marxistas o ex marxistas; también los hay de derecha reaccionaria y
profundamente antinacional.
La comunidad, en casi
todos los casos, reconoce fuentes de financiamiento en entidades norteamericanas
o europeas imbricadas en la globalización o en el mantenimiento “estratégico”
del status quo de manera que las sociedades latinoamericanas preserven siempre
“válvulas” de opinión “crítica” y caminos de avenida para la “solución” de sus
conflictos.
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!