Tuesday, October 06, 2015

¡Líderes NO pueden arrugar!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-10-2015

¡Líderes NO pueden arrugar!
http://www.voltairenet.org/article188938.html?var_mode=recalcul


¿Qué diferencia al líder del adláter o seguidor común y corriente? Tengo la viva impresión que el adalid siempre sonríe, piensa y mira al horizonte. Hacer y organizar son columnas de su pensamiento y, sobre todo, es un ser ético que NO roba dinero o bienes ajenos y que tampoco estafa la fe del pueblo. Los grandes capitanes del pueblo, en el ámbito en que se desempeñen como dirigentes o gerentes carecen del "derecho" al pesimismo.

En Perú todo está a medio hacer, incompleto, imperfecto, improvisado. El atolondramiento del que hablaba Basadre, es decir ese llamado voluntarismo, sólo ha producido dilaciones, malos humores, robos al por mayor y estafas al pueblo durante toda nuestra historia. Delincuentes en la cosa pública, por generaciones, han forjado un Estado servil para con el mandato de los poderosos y obsecuente con quienes pagan sus impuestos para mantenerlo. La gran contradicción es mostrada como "normal" por los miedos de comunicación que embrutecen al lector, televidente u oyente vía los ríos de sangre que propagan durante las 24 horas del día y asi en el decurso de meses y años.

El líder debe sonreír y mostrar a sus dirigidos que los problemas se superan con inteligencia, denuedo, constancia y profunda honradez. Quien está acostumbrado a engañar, al timo y a la irresponsabilidad de musitar medias verdades, no es adalid, es simplemente un ratero de baja estofa.

Para hacer política no es necesario robar, transitar por los derroteros culposos de la coima ni el conchabo que edifica asociaciones ilícitas para esquilmar al Estado. Debe recordarse que aquél es una convención ciudadana, una herramienta para cualquier gobierno y que su definición torna fundamental para saber qué clase de Estado o Estado de qué clase queremos. Mostrar indiferencia frente a la concepción del mismo, es regalar la presea en bandeja de plata a quienes creen en el Dios mercado y a su asignación "automática" de recursos.

¿Es posible ser honrado en la cosa pública en Perú? Una simple revisión de las principales entidades estatales nos daría un dictamen abominable. Encontrar funcionarios honestos es casi una aventura porque o roban o dejan robar o se hacen de la vista gorda ante saqueos que malgastan el dinero del pueblo. Más fácil -dicen- es dejar las cosas como están porque ganan "alguito" y "nadie" dice o protesta nada. En buena cuenta, ser ratero o ladrón sí es rentable, en cambio ser ético, es contraproducente.

¿Por causa de qué no probar con lo que otrora fue el Tribunal Nacional de Cuentas ante la poca eficacia de la Contraloría General? Entre las más audaces acciones de la CGR se cuenta el "heroico" aumento que por miles de soles se hicieron en sus pagos mensuales de capitán a paje. Y de sobra hay testimonios que apuntan a sindicar que la CGR es demasiado paquidérmica o inútil en sus pesquisas.

Los poemas o discursos para las tribunas encandilan y su embrujo dura apenas pocas horas. Para ganar votos se promete hasta viajes a Marte pero una vez en el gobierno todo entra en "revisión". Imposible descartar los estímulos dinerarios para tal o cual propósito inconfesable. ¿No sería interesante el paredón de fusilamiento para los timadores profesionales?

El liderazgo auténtico requiere el mantenimiento perenne de conductas éticas tanto en la cosa pública, como partidaria o empresarial. La sonrisa, el optimismo constructor, el entusiasmo edificante que amalgame voluntades que griten al unísono por la conquista de sus ideales, una tarea imprescindible y a la que no pueden renunciar quienes deben estar a la cabeza y en la primera fila de la responsabilidad en la marcha por las calles, en el micrófono de la tribuna parlamentaria o en el Ejecutivo en Palacio. A todos hay que tomarles cuenta o jubilarlos anticipadamente y de por vida si meten las garras en los bolsillos de la Nación.

¡Los líderes NO pueden arrugar!





TPP: ¿caballazo o contrabando?

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
7-10-2015

TPP: ¿caballazo o contrabando?

El acuerdo, convenio, tratado o lo que fuese, llamado Transpacífico, nació con el alborozo de varios países, entre ellos el nuestro. Repetir las salmodias adulonas sobre sus bondades constituiría un ejercicio grosero de mal gusto e invadiríamos el campo que tiene para sí la prensa concentrada u oficialista.

Una de las virtudes excelsas del acuerdo, convenio o tratado Transpacífico es su secretismo, muy pocos -los que mandan- saben in extenso de él y las gruesas capas ciudadanas que habitan en los países supuestamente favorecidos por tanta magnanimidad, saben poco o nada. ¿Desde cuándo tanto bienestar se guarda muy mucho en los arcanos de quienes cortan el jamón?

¿Creerá el presidente Humala que sus alabanzas al acuerdo, convenio o tratado Transpacífico, eximen a dicho instrumento internacional de los procedimientos previstos en la Constitución cuando se trata de medidas que afectan, modifican o se refieren a tributos y al funcionamiento económico del país? Se equivoca si está persuadido de esta tremenda torpeza.

El acuerdo, convenio o tratado tiene que ser analizado, revisado prolijamente por el Congreso y ratificado o denegado y es hasta posible, por la magnitud del asunto, que se requiera de votación calificada en dos legislaturas seguidas. ¿No hay quien pueda orientar al jefe del Ejecutivo en esta materia?

Vivimos convictos que el presidente Humala sabe distinguir entre los tortuosos caminos que digitan las dictaduras para la "legalización" infame de sus tropelías y lo que acontece en democracias jóvenes y maltrechas como la nuestra, por tanto hay que preguntarse ¿no son capaces los asesores de enjuiciar con propiedad temas tan delicados como éste para evitar parecer menos burros de lo que son?

Cabe otra posibilidad, nada irreal y desdorosa para los inquilinos precarísimos de Plaza Bolívar: que hayan entregado autorización o licencia al Ejecutivo para que negocie al margen del Congreso el acuerdo, convenio o tratado de marras.

Acaso sea bueno recordar que el llamado Tratado de Libre Comercio con Chile, al que disfrazaron como acuerdo de complementación económica para escamoteárselo al Congreso, fue una de las claudicaciones más vergonzosas de que se tenga memoria. En Chile, primero Diputados y luego el Senado, expresaron su aquiescencia a ese TLC con Perú por la simple razón que les convenía. Aquí bastó que el Ejecutivo se hiciera dueño del asunto y colocara en el limbo a los legiferantes que normalmente  viven en estado de idiotez perenne.

Es fundamental que, por su propia salud, las colectividades políticas evalúen muy mucho el intervenir en este debate trascendental, a menos que estén muy gustosos de abdicar hasta el  último resquicio de dignidad y soberanía espiritual.

¿Es válida la disyuntiva que señala el título: caballazo o contrabando? Sospecho que estas dos virtudes las ostenta el acuerdo, convenio o tratado Transpacífico. Parece una imposición mediática o prueba de buena conducta ante los embajadores del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que en número de 12 mil ciudadanos dejarán algo así como US$ 12 millones de dólares en compras en Lima, tal como ha dicho refocilándose en la dudosa hazaña, el ministro de Economía, Alonso Segura. Convicto y confeso el titular de ese portafolio no necesita hacer más esfuerzos para convencernos de su total y acérrima servidumbre para con los mandamases internacionales.

Difícil, en el tramo final de la administración Humala, que un caballazo con caracteres de contrabando más bien descarado, quede sin una amplia y exhaustiva discusión al detalle en el Congreso, en las calles, en el periodismo, urbi et orbi.

De caraduras está poblado el universo político nacional. Rateros, zafios, sinverguenzas, delincuentes y rateros exhiben sus patentes de corso para perpetuarse en la curul parlamentaria, en los puestos claves de la administración burocrática, ejes de cómo un país bananero con un gobierno vasallo de todos los imperios, hace méritos antes de irse.

Aunque se equivocó Dolores Ibarruri en la guerra civil española en 1936 cuando exclamó: ¡No pasarán!, aludiendo a las fuerzas franquistas, esta vez hay que reiterar que el caballazo o contrabando del Transpacífico no debe persistir con zonas oscuras o huérfano de meticuloso escrutinio que cautele la dignidad y soberanía de la Patria.


Debieran entenderlo los regalones de lo no es suyo y hacen lo mismo con todos los gobiernos.

La resolución de la Corte Internacional de Justicia


La resolución de la Corte Internacional de Justicia
por Juan Carlos Herrera Tello (*); jcherrerat@yahoo.com

5-10-2015

En el actual proceso iniciado por el Estado Plurinacional de Bolivia contra Chile, para que la Corte Internacional de Justicia falle en el sentido que Chile de buena fe negocie con el altiplano para obtener un acceso soberano al mar, éste se vio interrumpido cuando Chile planteó una objeción orientada a que la Corte no tenía jurisdicción de ver este asunto debido a que los límites con aquella república estaban culminados por el Tratado de 1904, y por eso no es aplicable el Pacto de Bogotá en sus artículos VI y XXXI.

Después de los Alegatos Orales de mayo último el juez Hidashi Owada solicita a ambas partes definir cómo interpreta, la expresión “acceso soberano al mar” ya que aquella no es una institución de Derecho Internacional Público.

El artículo VI del Pacto de Bogotá dice: ”Tampoco podrán aplicarse dichos procedimientos a los asuntos ya resueltos por arreglo de las partes, o por laudo arbitral, o por sentencia de un tribunal internacional, o que se hallen regidos por acuerdos o tratados en vigencia en la fecha de la celebración del presente Pacto”

Mientras que el artículo XXXI establece las materias en las cuales la Corte Internacional puede resolver, y estas son: a) La interpretación de un Tratado; b) Cualquier cuestión de Derecho Internacional; c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría la violación de una obligación internacional; y d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional.

Con estos lineamientos a seguir, Chile insiste que los asuntos limítrofes con Bolivia quedaron terminados en 1904 y responde a la interrogante formulada por Owada advirtiendo la naturaleza definitiva del Tratado de 1904.

La proposición del altiplano no se hizo esperar y manifestaron que Chile había negociado con Bolivia soluciones para terminar con su enclaustramiento marítimo, fuera de los alcances del Tratado de 1904. Esto era sencillo de demostrar, bastaba con mencionar las negociaciones de 1975, donde Chile activó los mecanismos del artículo 1° del Protocolo Complementario del Tratado de 1929 que comprometen su frontera norte con el Perú.

En esta parte del proceso es innegable la impecable y contundente solidez de la defensa jurídica boliviana, sin salirse de los alcances de su demanda, rebate con suma facilidad los argumentos chilenos con una sencillez determinante y con una lógica muy razonada; Bolivia ha demostrado que su demanda no se funda en el Tratado de 1904, la naturaleza de aquel pacto la consideran como válida.

Chile -al parecer- favorecido y confiado por la solidez del Tratado de 1904, lo invocaba y olvidaba lo sustancial del emplazamiento boliviano, esto es “de negociar de buena fe, un acceso soberano al mar”. Por eso Chile no supo diferenciar que el Tratado de 1904 definió la soberanía de un territorio pero no toda su línea limítrofe con el altiplano.

Por eso los artículos invocados por Chile del Pacto de Bogotá, fueron mal planteados para solicitar la incompetencia de la Corte; así mismo en la respuesta a Owada, Chile se fue por otro lado y planteaba que esta frase era usada por Bolivia para la transferencia de territorios chilenos a ese país; mientras que Bolivia contestó la pregunta en el sentido que eso se definiría en el fondo del proceso y no en un asunto preliminar: simplemente contundente.

En breve artículo habíamos ya establecido de acuerdo a nuestros alcances, qué es lo que significa “acceso soberano al mar” y esta proposición la dimos en aspectos políticos y geográficos y dejando ejemplos claros en la historia de las relaciones internacionales. Ante esto la Corte ha hecho bien en resolver en el sentido que conocemos, y encarrilar el proceso en puro derecho.

Ante esta situación lo que ha perdido Chile es la posibilidad de que se conozca mejor desde su perspectiva,  la naturaleza del emplazamiento boliviano, y hacer ver a la comunidad internacional que una negociación frustrada no genera derechos y tampoco expectativas en el Derecho Internacional Público.

Según la presidenta Bachelet, Bolivia no ha ganado nada, y creemos que se equivoca. El Estado boliviano ha ganado espacio, ha logrado tiempo para sus políticas internas en un corto y mediano plazo. Chile, en cambio, ha dejado expuestas sus falencias, y en asuntos de esta naturaleza que son eminentemente jurídicos y probados con la historia, los títulos y los tratados, debe entender que no puede minimizar a la parte contraria. El único ganador en este contexto, es obviamente Evo Morales, que con la resolución de la Corte ha mantenido las expectativas de su pueblo y asegura una nueva reelección y, vaya casualidad, lo que su administración logre en la Corte se conocerá como una política de Estado tal cual es recordada la negociación del Tratado de 1904 empezada en la administración de José Manuel Pando y concluida en la de Ismael Montes. 

Sin que esto sea un adelanto del Fallo de la Corte, Bolivia se ha visto mucho más encasillado en su petición, ya que la Corte en el punto 33 de su Resolución dice: “Incluso asumiendo, que la Corte vaya a encontrar la existencia de dicha obligación, la Corte no podría predeterminar el resultado de ninguna negociación que se lleve a cabo como consecuencia de dicha obligación”. Todo esto demuestra que si existiese la obligación de negociar, esto no significa que la negociación puede ser para un fin determinado, esto es para la obtención de “un acceso soberano al mar”.


(*) Abogado