Tuesday, August 05, 2025

¿Une el fútbol a los peruanos?

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

5-8-2025

 


¿Une el fútbol a los peruanos?

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Cada cierto tiempo, con recurrencia muy bien colocada, se atribuye al fútbol, ese deporte tan popular, la milagrosa virtud de unir a los peruanos. Algo así como que después de 90 minutos de competencia, si ganamos estamos en el portal de soluciones. Si perdemos, en el marco de lamentos más que tradicionales.

 

¿Es serio afirmar la precedente capacidad supuesta que ostenta el fútbol? En casus belli, pandemia, sismo o conmoción social a lo largo y ancho del país, pareciera que aquello es inexistente.

 

El fútbol o el balompié, no es lo nuestro. Acaso lampos, uno que otro pelotero hábil y hasta brillante, pero ¡nada más! Nunca fuimos otra cosa que un modestísimo país para la práctica de este deporte.

 

Cada vez que hay eliminatorias para el torneo mundial nace la misma literatura palurda: “el fútbol nos une” y fragilidades por el estilo. Ni uno solo de los temas grandes que afligen a 33 millones de peruanos, ve su análisis o solución tras 90 minutos de juego.

 

Pero el negocio prevalece porque las empresas patrocinadoras de los torneos necesitan llenar los estadios, vender las chucherías que se ofrecen en las tribunas y para eso hay medios y periodistas que, envueltos en una vorágine inevitable, dan cuerda a las ilusiones, fabrican expectativas y luego retornan con el rabo entre las piernas, pero con los negocios ya hechos y con dólares en el bolsillo.

 

¿No parece realmente bobo pretender que 22 jugadores corriendo tras una pelota, tengan soluciones sociales que “unan” a los peruanos tras la imagen de una cancha? En este país de absurdos sensacionales, llueve para arriba y a cualquier imbécil llamamos estadista o estratega.

 

La base del negocio futbolístico consiste sólo en un festival de aserciones y ninguna perspectiva, ni a la corta ni a la larga.

 

En el país del casi, seguimos evocando a Prisco y Campolo Alcalde, a Valeriano López, a Lolo Fernández, a Toto Terry, al Mago Valdivieso, al Chueco Honores, a Cubillas, a Perico León, a Víctor “Pitín” Zegarra cuando ya son decenios los que han pasado luego del brillo individual de los mencionados por sólo citar a algunos que la memoria recuerda.

 

¡No somos un país futbolero! El problema va desde la pobrísima alimentación que nos regala jugadores de muy poca talla y peso ligero, hasta la concepción triunfadora dentro de la cancha.

 

Por desgracia hay quienes sólo desean cumplir y aparecer en la foto que los medios difunden al lado de leyendas y mentiras fabricadas en las usinas que se encargan de inocular esperanzas de la afición en equipos bastante malos. ¡He allí un engaño colectivo de consecuencias dolorosas!

 

En la televisión, y los archivos son numerosos, es posible ver partidos con otros equipos y selecciones nacionales. Brillan con luz múltiple, no sólo por la cantidad enorme de jugadores que exhiben sino porque piensan como equipos ganadores, premunidos (Brasil y Argentina) de varios campeonatos mundiales y porque además, sólo quien quiera triunfar como meta fundamental de su vida o deporte, tendrá la chance de pelear la presea.

 

Con raras excepciones, el caso de Alianza Lima, de semanas atrás, es una muestra notable, nuestros equipos entran a ver si, de repente, consiguen un empate cuando no una goleada y producen espectáculos de muy pobre y decepcionante factura.

 

Pero el sistema cruel inocula su pócima que repiten acríticamente los miedos de comunicación y entonces “todo el Perú se para”, “Perú campeón”, “hay que ir a triunfar al mundial, venceremos a todo rival”. Y letras por el estilo.

 

Esta imposición del sistema político no es privativo del Perú. ¡Qué bah! En 1978, el mundial de los militares en Argentina, tuvo un bálsamo de millones en la calle y vitoreando a un gran equipo y lograron, por algún tiempo, sombrear el siniestro y criminal accionar de la dictadura.

 

Hasta en 3 oportunidades fui seguido y luego detenido por fornidos agentes –soplones- en el Buenos Aires de los siniestros años 1976-77. El trato era insolente, matonesco y por esos años era un cabecita negra y siempre me preguntaban si estaba haciendo la colimba (servicio militar). Claro, después de haber “saboreado” la punta de una pistola en la frente.

 

Una película que se estrenó meses antes del fallecimiento de Pelé, reveló cómo los militares brasileros presionaban a su equipo para ganar el mundial de México 1970 y cómo Edson Arantes apenas si aguantaba tanta “responsabilidad”.

 

Enfeudarse a un deporte cuyo balance es oprobiosamente desfavorable al Perú y mentirnos a nosotros mismos, es un favor insólito a los regímenes que necesitan del romano lema pan y circo.

 

La magia de la mercadotecnia, las luces multicolores, el espectáculo, requieren de clientes (asistentes al estadio) para que paguen, aparte de su entrada, consuman toda clase de productos, en buena cuenta, dejen efectivo contante y sonante.

 

¡Hay que eliminar las argollas y hay que beneficiar a las vacas sagradas y que se queden donde están triunfando! ¡Aquí hay que dar oportunidad a los más jóvenes y a los más nuevos!

 

Simple y llanamente, Perú no es un país futbolero.

 

¿Une el fútbol a los peruanos? ¡Pamplinas!