Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
5-8-2024
¡Paredón moral y guerra contra corruptos!
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El pueblo es más sabio que todos los sabios.
Y gratifica con sus votos o flagela con su indiferencia. ¿No
hemos visto, olvidados y despreciados a no pocos aspirantes a presidente
sospechosos de uñas largas y estafas muy bien urdidas, despeñarse cuesta abajo
la rodada?
¿Cómo se puede castigar a los funcionarios públicos que roban
los dineros del Estado?, ¿de qué modo escarmentamos a ex mandatarios de la
República, congresistas, gerentes, altos funcionarios, acostumbrados a las
coimas y a la estafa con contratos o licitaciones con dedicatoria, nombre y
apellido?
Una parlamentaria, amiga del chisme y de delincuentes
conocidos, fue expulsada entre rechiflas y mofas de una discoteca. No hubo plan
o concertación ¡su sola presencia gatilló indignaciones y gritos reprobatorios!
No basta, de ninguna manera, el Código Penal o el Civil.
Quien tiene dinero, influencia, amigos y compadres, suele eludir mañosamente
los castigos, carcelerías o detenciones. O son muy benignas o no se aplican
porque aquí en Perú hay banqueros que se han hecho confeccionar salas penales
especiales para ellos y, por supuesto, ¡jamás son inculpados!
En los tiempos del fujimorismo, esa turba que hizo del
saqueo del Estado una vocación permanente y capaz hasta de delinquir con la
ropa usada que nos venía donada del exterior, aventuré la expresión de Paredón Moral para los cacos. ¿No están
“pugnando” porque a Kenya le obsequien casi S/ 16 mil soles como ex presidente?
Quien le robe al Estado merece el Paredón Moral que incluiría su foto con nombre y apellido en las
páginas web de todos los ministerios y dependencias públicas. Más aún deberían
llevar un DNI especial con la inscripción Robó
al Estado de modo que si se salvan de la cárcel, no podrán hacer lo mismo
cuando deban identificarse.
¿Qué hace un ratero de cuello blanco, apellido “honorable”,
auto del año y con faltriqueras nutridas de muchos billetes?: compra jueces al
peso, soborna policías y acuerda con los buena gente que deciden “cómo” asumir
su castigo. Luego de algunos años en que sus cuentas no son tocadas y ¡mucho
menos! el producto de sus robos –casas, acciones, inversiones, siempre a nombre
de terceros o cuartos- que permanecen inmunes a cualquier pesquisa, se
“sombrea” y vuelve a la cosa pública.
Para los saurios las líneas precedentes son blasfemia porque
señala exactamente sus prácticas mafiosas.
¿Cuántos cabecillas de los clubes electorales, alias
partidos políticos, están libres de procesos penales, administrativos y sus
signos exteriores de riqueza les delatan como dueños de riquezas inexplicables?
¡Por eso el declive inexorable de las patotas políticas que
muestran sus desverguenzas sin pizca de arrepentimiento!
¿Qué hacemos cuando el réprobo supera los años de carcelería
y su “deuda” con la sociedad? El formalismo legalista defendido por los
abogados suculentamente avituallados por sus clientes, denota que ya se cumplió
el ciclo.
Lo antedicho choca con una lacerante realidad: ¿y qué
hacemos con tantos infames que buscan en el Congreso o en la presidencia el
blindaje para robos de mayor amplitud y espectro criminal?
Años atrás ¿no fue un grupo juvenil el que echó basura a la
casa de una legisladora fujimorista que aventuró la tesis que muchas víctimas
del terrorismo de Estado, se habían hecho daño a sí mismas?
El profundo decaimiento de los valores morales de honestidad
y consecuencia, limpieza en la cosa pública e idoneidad para entrar limpios y
salir de igual manera, ha generado una república que permite que desde la
presidencia de la República, en connivencia con el ministerio de Cultura, se
mutile un libro, se borren textos de autores y ¡no pase nada!
Como a buena parte de la intelectualidad (o, lo que así se
llame), no se le toca, entonces no dicen ni chis ni mus, pero si hasta las
conciencias están alquiladas, entonces también merecen el Paredón Moral. ¡Y
sanseacabó!
En el norte hay un dicho muy popular: el que nació para
panzón, aunque lo fajen.
El que nació con indiscutible vocación de asaltante, bandido
y depredador, jamás logrará que sus discursos (algunos eufónicamente muy
buenos), disimulen la rapiña de recursos para él, sus descendientes y
testaferros y provenientes del dinero sucio.
El castigo tiene que servir y es allí donde el concepto de Paredón Moral adquiere ribetes de
enorme carga cívica y de reprimenda para los delincuentes.
El que roba el dinero público, en efectivo o en especie, se
gana la prohibición vitalicia de volver a contratar con el Estado ¡de capitán a
paje!
El Paredón Moral
es más fuerte que las puniciones hechizas que no pocas veces otorga la
legislación penal.