Sunday, November 19, 2017

Barata, ¿infarto calibre 38 ó 45?

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
19-11-2017

Barata, ¿infarto calibre 38 ó 45?

Si la información es poder, debemos concluir que las expresiones de Marcelo Odebrecht han dejado muy en claro que Jorge Barata, el funcionario de su empresa en Perú por largos años, tiene datos, precisiones, fechas, lugares, montos, modalidades, nombres de los mensajeros directos o indirectos. En buen castellano es Barata alguien cuya confesión terminará de hundir a poderosos que estuvieron o están en el gobierno del Perú o que aspiran algún día a detentarlo.

¿Qué dijo Marcelo Odebrecht? Confirmó líneas esenciales de movimiento de dinero hacia la candidatura de Keiko Fujimori; el entronque enorme entre Odebrecht –tres generaciones- y Alan García Pérez quien, como mandatario, alentó preferencia por una sola empresa brasilera, la muy señalada Odebrecht; y que el actual titular de Palacio, habría sido su consultor.

Dijo Odebrecht que su empresa acostumbraba apoyar las candidaturas con más opción en diversas partes de Latinoamérica. Hay que señalar que es Perú donde semejante trapacería también tuvo lugar. A nadie escapa que Odebrecht no es el equivalente de las hermanitas de la caridad o algo por el estilo. ¡De ninguna manera! “Donaban” dinero para que, una vez llegados al gobierno, ejercieran presión o preferencia, influencia vía resoluciones o cualquier cosa hacia sus negocios. En castellano: compraban conciencias a repudiables elementos venales.

Dicen que Odebrecht no podía mentir y puso en los hombros de Barata el detalle de todas las porquerías y sobornos que su empresa pagó a importantes personajes de nuestra criolla política. Pero Barata, como encuentra que sus tratos iniciales con el Ministerio Público no son respetados por el Poder Judicial vía un juez, entonces enmudece totalmente.

Odebrecht no mintió y movió las válvulas de flotación a los mencionados que han empezado a hundirse y de poco valen las grandes excusas: fútbol y clasificación; ley contra publicidad estatal en medios privados –prosaica cortina de humo-; y demás espectáculos grotescos que diarios, radios y canales televisivos, embuten las 24 horas al pueblo peruano.

¿Hablará Jorge Barata o se encerrará en su parapeto legal y entrampará el álgido intríngulis que afecta terriblemente al Perú?, ¿dirá lo que sabe y para lo cual ha sido investido por Odebrecht como el avezado consultor y gerente de coimas o propinas?

Jorge Barata sólo podrá hablar si está en pleno goce de salud y, sobre todo, vida. Meses atrás un juez brasilero vinculado al escándalo Lava Jato volaba hacia Río de Janeiro y su avión se estrelló. Para las mafias universales, la mejor sentencia es aquella que narra que muerto el perro, se acaba la rabia.

De lo que no cabe duda es que Barata, por su poder informativo de alto voltaje, es un dolor de cabeza, una migraña espantosa para quienes se saben en sus manos. O, mejor dicho, expuestos a su poder delator con pelos y señales.

Como en las películas: Barata, ¿infarto calibre 38 ó 45?
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