Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-6-2023
¡Criminal acoso telefónico!
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No sólo el crimen violento que se resuelve, a veces, a
balazos, impera en muchas ciudades del país. Hay otra fórmula igual de sañuda y
perniciosa: el acoso telefónico.
Nada más desagradable que el antipático asedio telefónico a
cargo de personas que uno no conoce, no hay cómo comprobar si lo que dicen es
cierto o que pertenecen a la entidad que les encomienda esta “visita” no
programada y mucho menos apetecida.
Por ejemplo, el “recordatorio” de una obligación pendiente
de pago puede ser subrayada dos, tres, cuatro veces, el mismo día y desde
diferentes números.
Y todas las llamadas recitan el mismo poema: “¿tenemos su
compromiso de cumplimiento?”.
Por distracción, olvidé el celular en el auto de un amigo.
Me quedé sin el aparato hasta muy entrada la noche porque, para colmo de males,
estaba “mudo”, es decir sin timbre o ruido de cualquier especie.
Como todos saben ¡la única manera de encontrar el celular es
cuando entra una llamada y se prende la pantalla!
Rescatado el adminículo, registraba ¡60 llamadas de
celulares!
En mi sistema de defensa me “expliqué” esa frecuencia de
timbrazos y me di una “razón” celebratoria.
Pensé que había ganado popularidad súbita o que ya era dueño
del premio gordo de la lotería.
¡Y qué buena gente los que noticiaban tal noticia!
La verdad era más vulgar y menos celebratoria.
Contesté algunas de las llamadas y la voz metálica dijo en
todos los casos: “LE INFORMAMOS QUE EL
NUMERO QUE HA MARCADO NO EXISTE”.
Entonces deduje que me habían solicitado fantasmas.
Algunos bancos notician de “créditos aprobados” u ofrecen la
compra de deudas y mejores intereses.
Los préstamos por “el buen prestigio del cliente” menudean.
Otro tanto los recordatorios para el cumplimiento de las cuotas de las tarjetas
de crédito.
Un buen amigo con trabajo independiente (galano eufemismo
que usan los desempleados), no logró acopiar las cuotas regulares de varios de
sus clientes. Por tanto él se vio afectado por falta de liquidez.
Los eslabones fatales de esta infortunada historia, le llevaron
a incumplir con una de sus tarjetas. Y allí comienza la historia de horror.
Las llamadas de los cobradores que anuncian el apocalipsis,
el hundimiento del barco o la pérdida de los “privilegios” de ser un buen
cliente atosigan a esta persona ¡desde las 8 am. y le llaman a cada rato,
literalmente!
No contentos con el discurso matinal, por la tarde le
preguntan si ya pagó y si no puede pedir dinero prestado a un familiar. De nada
vale su historial de cliente cumplido y honesto.
¿Se puede cobrar deudas estrangulando al deudor? Todo indica
que si se aprieta mucho el cuello, la víctima fenece y ¡sanseacabó! tampoco
podrá pagar cualquier pendiente o deuda. Pero los llamadores de números que no
existen, sólo cumplen sus roles de perros de presa.
Más aún y lo que sigue llama la atención.
¿Cómo saben la cercanía o frecuencia de números telefónicos
con los que uno se comunica seguido? No hay otra forma que ¡contando con el
registro de llamadas!
Hasta donde se sabe no hay un registro de ese tipo, único.
Cada operadora maneja el suyo.
¿Con qué autorización las empresas prestadoras de servicio
telefónico, otorgan -¿o venden?- estos registros a fisgones que pertenecen a
pandillas de virtuales delincuentes?
Una señora, sin vínculo de ningún tipo de relación, con un
cliente bancario, de pronto recibió decenas de llamadas de esa casa financiera,
instándole a “revelar” dónde estaba aquél.
La señora no tenía cuenta en el banco X, no había –por
tanto-jamás solicitado y menos recibido dinero en préstamo. Es decir, carecía
de vínculo con banco X. ¿Por qué la llamaban y acosaban?
La historia anterior se repitió muchas veces. De nada
sirvieron las protestas y rechazos. Los mercenarios siguieron llamando.
¿Cómo se denomina a aquello?: terrorismo telefónico, y es aquél que genera estado de zozobra o
terror a la población o a un sector de ella mediante actos que ponen en peligro
la vida, la integridad física o la libertad de las personas, las edificaciones,
medios de comunicación, transporte, entre otros; ejecutado mediante
llamada telefónica, cinta grabadas, etc.
No es cuento ni
producto de mi imaginación. El terrorismo telefónico está presente en la
sociedad peruana. Las llamadas desde cárceles y a cargo de criminales, también
es un hecho en nuestros cotidianos días.
¿Qué medidas
efectivas y sanciones ejemplares se han tomado? Es hora de agarrar al toro por
las astas.