Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-11-2025
¡Perú: argollas por todas partes!
https://senaldealerta.pe/peru-argollas-por-todas-partes/
Lo
primero de que se apercibe un foráneo, estudioso o visitante en Perú, es que
las argollas (pequeños grupos elitistas y de coraza fuerte) tienen influencia
en las decisiones cualesquiera que fueran y con mayor señalamiento en las
políticas públicas.
En
todas partes hay que buscar a los que mandan, tienen influencia o poseen vara
(capacidad tácita de dar órdenes). De otro modo ¡nada funciona en nuestros
lares!
En
el ámbito político, hay que hablar con los caciques y cabecillas de las
diferentes bandas que pululan en ese ámbito. Como estamos en tiempos
electorales, las subastas para las candidaturas a diputados y senadores, suben
de precio, en dólares contantes y sonantes, sin factura ni recibo, como la
espuma.
Conste
que nos referimos a candidaturas porque el escaño o curul, lo señalan los
votantes con sus preferencias. ¿Para qué se presentan a la reelección decenas
de mulos ignorantes cuyo única habilidad parlamentaria consistió en el
desembozado tráfico de influencias?
¡Nadie
acierta a entender que los reeleccionistas en 95% de los casos, huérfanos de
carisma, ayunos de cultura, negados a cualquier inteligencia, desprovistos de
concepción geopolítica y hasta de rostros demacrados, persisten en seguir en
Plaza Bolívar! ¡No es el amor al chancho, sino a los chicharrones!
Raro país el nuestro en
que las medias verdades sirven para la toma de decisiones y, en este caso, para
la mano dura, el “escarmiento” a los protestantes y se sienten ofendidos los
del gobierno cuando las protestas en todo el mundo demandan el cese de la
violencia del Estado.
Con estado de emergencia
cuya prórroga ya anunció el provisorio Jerí, toques de queda y suspensión de
garantías Perú es en los hechos un país ocupado por la violencia de un Estado
sin rumbo que no atina sino a despropósitos.
¿Se expiden los miedos de
comunicación con independencia ajena a la publicidad que paga el Estado? La
respuesta es inequívoca: ¡de ninguna manera!
El poder real, el fáctico,
el que mueve los hilos incontrastables que mandan en la burocracia, en los resortes
efectivos de cómo se produce la dinámica de un Estado, sufraga con pingues
dólares a cualquier gobierno y financia, también, a los que se erigen en ocupadores
mediáticos que abundan en canales, periódicos y radioemisoras.
Sólo son “creadores de
opinión” los que están de canal en canal, de radio en radio y son
entrevistados, los mismos, en todas partes y entre ellos se regalan elogios y
practican un auto-bombo deleznable como en la peor época de cualquier
dictadura.
El monopolio que ejercen
ciertos grupos obliga a tomar contacto solo con ellos y no hay otra manera de
incursionar porque se requiere el visto bueno de los mafiosos que defienden
verdades únicas. ¡E incuestionables!
Los hombres o mujeres de
pensamiento nacional independiente, son silenciados, acallados, ignorados. Y
cuando hay que mencionarlos, entonces, se les cubre de dicterios, calumnias,
intenciones subalternas, porque chocan con el status quo que manda imperativamente
no permitir el “ruido político”.
Los que disienten son
etiquetados de pro-senderistas, violentistas, comunistas y de todo, como si
pensar fuera una trasgresión y señalar la barbarie e ignorancia, una falta de
lesa humanidad.
Años atrás, en su prólogo
al libro Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar, del tempranamente
desaparecido embajador Félix Calderón Urtecho, escribió Alfonso Benavides
Correa, el integérrimo patricio, historiador y ex parlamentario de las grandes
causas, unas líneas que considero fundamental reproducir:
“¿Será una trágica
constante, al cabo de años de apostolado, de no evadir los temas esenciales del
drama, luciendo el coraje moral de estar contra los mandarines, tener, sin prensa adicta, un atardecer
escéptico por el silenciamiento?”.
Presas las grandes
mayorías de minorías mediocres y oligárquicas -las argollas- enceguecidas en su
afán dinerario de concesionar o regalar todo lo que aún queda de patrimonio,
afiebradas por cumplir con los patrones sin pensar en el horizonte de la
historia ni el futuro antropo-socio-geográfico de una nación con 33 millones de
habitantes, estamos casi al garete.
La comunicadocracia,
estupidez que junta a todas las sangres de oportunistas, sangrones, cómplices y
vividores, en alaridos pseudo-democráticos en defensa de un desarrollo parcial y
sesgado.
El país urge de acuerdos
de consenso y equilibrio y con participación y responsabilidad de todos. La
situación actual sólo favorece al gobierno que maneja los medios económicos. Y
no olvidemos que también las armas para el ejercicio de lo que llaman
“violencia legítima”.
Pero el pueblo es más
sabio que todos los sabios y la última palabra aún no ha sido dicha. En ello
estriba el drama del que Perú ha sabido renacer en no pocas oportunidades, pero
no por espontaneísmo sino por dedicada y esforzada obra de sus mejores y más
pacientes soldados que de ser anónimos obreros, tendrán que pasar a ser los
grandes capitanes de la regeneración nacional.
La otra salida es la
muerte lenta, penosa, sin gloria, carente de futuro, ciega de ambiciones de
cualquier naturaleza, opaca y ruin.
