El impuesto a la riqueza ante la pandemia del Covid19*
por Manuel Bartra Mujica
¿Acaso las
grandes fortunas del país pueden contribuir a aliviar la crisis?
28-4-2020
Ante los inesperados estragos
que viene ocasionando la pandemia del Covid-19 en nuestro país, y a pesar del
enorme esfuerzo desplegado por el gobierno para apalear la crisis (asignando alrededor del 12% del PBI para luchar contra esta epidemia),
el presidente Vizcarra ha anunciado la posibilidad de implementar
-temporalmente- un impuesto a la riqueza (también llamado impuesto al
patrimonio, a las grandes fortunas o a la solidaridad).
Aunque el gobierno aun no ha
presentado ningún lineamiento que detalle el alcance del impuesto, es sabido
que esta clase de tributos no se aplicaría sobre el ingreso de personas
acomodadas (como el impuesto a la renta), sino que solo gravaría el patrimonio
de las grandes fortunas, de modo que lo que se espera es que -más allá de
cualquier rumor en sentido distinto (como lo dicho por Vicente Zeballos)- este
impuesto a la riqueza se aplique sobre los multimillonarios del país, con el
fin de dotar al Estado de mayores recursos para enfrentar mejor las urgencias
que afectan -sobretodo- a los sectores vulnerables, permitiendo aumentar el
gasto social en salud y seguridad sanitaria.
La justificación técnica de
este impuesto reside en el principio tributario de capacidad contributiva,
es decir, en ¨la capacidad económica de poder contribuir a los gastos públicos,
que originan los servicios proporcionados por el Estado y que benefician a la
colectividad¨ (Raúl Barrios). En términos simples, significa que el que más
tiene, más puede y debe aportar. Así, se apela a la cima de la pirámide
socioeconómica, integrada por los grandes millonarios del país, para que -ante
una situación extrema como la pandemia- contribuyan al fisco con lo que están
en plena capacidad de asumir (el equivalente al 1% de sus grandes fortunas).
Una iniciativa así, que
supone afectar -en el peor de los casos- a apenas al 0.1% de la población
más rica, con una tasa del 1% sobre sus enormes fortunas, para beneficio del
99.9% restante del país en plena pandemia, ha sido -como era de esperarse en un
país que arrastra una larga tradición colonial como el nuestro- atacada por los
grupos más pudientes, que entre el miedo y la avaricia no han tenido mejor
recurso que -simplemente- tachar la iniciativa de comunista o demagógica.
Entre sus voceros de turno,
por ejemplo, ha salido a declarar el ex Ministro de Agricultura de Alán García,
Ismael Benavides (primo hermano de Roque), quien ha afirmado que un impuesto
así solo podría concebirlo un ¨débil mental¨. Menos rabioso, pero también
renuente al impuesto a la riqueza, es el ex Ministro de Economía de PPK,
Alfredo Thorne, quien ha asegurado que ideas similares no han funcionado,
haciendo referencia solo al caso colombiano.
Sin embargo, omitió
-conveniente y curiosamente- mencionar que, en realidad, esta clase de
impuestos se viene discutiendo tanto en organismos internacionales como
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así
como en la campaña pre-presidencial de los Estados Unidos entre los candidatos demócratas y
también en el bloque de la Unión Europea. De hecho, esta clase de impuestos ya
se ha aplicado exitosamente en países que no son precisamente comunistas, como
Alemania (en el pasado), Suiza, Bélgica, Noruega y en la región, Uruguay.
Hace apenas un par de
semanas, los reconocidos profesores en economía Gabriel Zucman, Emmanuel Sáez
(Universidad de Berkeley) y Camille Landais (London School of Economics)
publicaron en el portal de políticas VoxEU, un artículo titulado ¨Un impuesto europeo progresivo a la riqueza para financiar la respuesta
ante el Covid¨, en el que -de forma conjunta- recomiendan la
creación de un impuesto que grave la riqueza como solución para financiar las
deudas que está generando esta crisis.
Para sustentar su propuesta,
analizaron las distintas estrategias que los países europeos utilizaron tras la
depresión causada por la Segunda Guerra Mundial, notando que el caso de
recuperación más exitoso fue el de Alemania. En efecto, este país fue uno de
los pocos que implementó un impuesto a la riqueza, que le permitió crecer más
que sus vecinos, al apoyarse en el estrato más rico de la sociedad que -a
diferencia de la clase baja o media- cuenta con la riqueza suficiente para absorber
el choque o el déficit que produce, por ejemplo, una pandemia como las que
estamos padeciendo.
Asimismo, estos especialistas
justifican la idoneidad de la medida en el hecho que la riqueza -en
contraste con otras variables como los ingresos o el consumo- se encuentra más
concentrada, siendo así más ágil o eficiente la tributación. Bajo la propuesta
europea, el impuesto se aplicaría en 3 tasas diferenciadas según el nivel de
riqueza de las personas, del 1%, 2% y hasta 3% anual sobre las fortunas
afectas, es decir, sobre el total de los activos que se ostentan (como acciones
en bolsa, propiedades, vehículos de lujo, yates y otros bienes fácilmente
cuantificables o medibles).
Es importante resaltar
que este impuesto sería de carácter excepcional y temporal. Es decir, se
aplicaría solo a aquellas personas naturales cuyas fortunas individuales
excedan los millones que fije la norma como límite, mientras dure la epidemia.
En la propuesta europea antes referida, el límite a partir del cual se pagaría
este impuesto son los 2 millones de euros en adelante. Otros apuntan que el
límite desde el cual aplique el impuesto debería ser los 10 millones de
dólares, en cuyo caso tendríamos en el Perú a unas 2 mil personas -entre casi 32 millones- obligadas a pagar
este impuesto.
Sea como fuere, el impuesto a
la riqueza en coyunturas críticas como la que vivimos, no solo sirve como
gesto de solidaridad de la reducida minoría que más tiene hacia la gran mayoría
que menos tiene, sino que además constituye una acertada estrategia para
reactivar la economía. Al inyectarse liquidez en los sectores populares, se
mejora su capacidad de consumo, lo que termina beneficiando también a las
grandes fortunas que suelen ser las propietarias de las principales plazas y
cadenas de comercio.
Es por tal razón que para el
profesor de economía Emmanuel Sáez ¨el impuesto a la riqueza es una poderosa
herramienta para disminuir la desigualdad¨, que precisamente se agudiza en
tiempos de crisis, lo cual también representa un peligro social -más aun de
cara a las elecciones generales que tendremos en cuestión de meses- que debe
ser prevenido estratégica y solidariamente. En la misma línea de pensamiento se
encuentra, por ejemplo, el famoso economista francés Thomas Piketty y los
premios Nobel de economía, Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Queda el misterio si
para Ismael Benavides, estos premios Nobel son también débiles mentales.
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*Publicado
en LaMula el 28-4-2020 https://manuelbartra.lamula.pe/2020/04/27/el-impuesto-a-la-riqueza-ante-la-pandemia-del-covid19/manuelbartra/?fbclid=IwAR3vZl-iBOUqGtNFguUtjdTHIjNBtQvDEg3zRinjBYxfmB0jwCbMvaDoX3k