Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
13-1-2024
¡Todo al revés!
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Una tara
congénita acompaña al peruano: su infinita capacidad de disimular la estafa,
premiar al delincuente y llamar blanco a lo negro, perfumado a lo pestilente. Vemos
a tahúres conocidos, tramposos eternos y les damos “crédito” por sus mentiras.
¡Y sabemos que son falsedades!
La prensa
concentrada se encarga del trabajo sucio de convertir a genuinos pobres
diablos, en “referentes, formadores de opinión, estrategas o politólogos”. A lo
más, repetidores de lugares comunes, sospechosos de asaltar faltriqueras y de
participar en contratos con nombre y apellido.
¡Todo lo
soporta el peruano que adentró para sí ese código extraño que reza “así es la
política”, “¿qué vamos a hacer?”. Rendición antes de combatir, muestra indigna
de cobardía que se cultiva desde la tierna infancia.
A nadie
asombra que si se proclama que llueve para arriba, se esté procurando algún
tipo especial de paraguas para las gotas que figuradamente caen a la inversa.
Hay los
que están llamados a dar ejemplo y hacen lo contrario: caminan por los
derroteros de la trampa y la hipocresía.
Los
amantes del lenguaje mentiroso y perdedor, han orlado y emperifollado la fiesta
para el país del sur, y ahora las hordas armadas y agresivas desde el norte, van
a perpetuar su agresiva intromisión acostumbrada, siempre de la mano de nativos
pro domo sua, quintacolumnas oficiosos y funcionales.
No faltan
intelectuales indecorosos que de historia nada saben y si entienden lo hacen
para ocultar y salvaguardar la propina mensual que les pagan para amordazar sus
complacientes inteligencias. También hipócritas.
La semana
que pasó dio un campanazo sobre el que debieran prestar atención muy mucha los
ciudadanos. Los vientos ariscos y turbulentos en el Ecuador, en cualquier
momento enrumban hacia el sur. ¿A qué potencia imperial conviene la
demostración de ingobernabilidad y la “urgencia” de una base militar en Perú?
Como todo
es al revés, se entiende que la presencia oficial de las bandas representaría
un acto irrelevante, porque parvadas de hampones y sus ametralladoras asesinan
ciudadanos, propagan el terror y están ya metidos en el cuerpo social peruano.
Que pretendamos hacernos los bobos ¡es otra cosa!
¿Quiere
el cuerpo policial con 40 mil efectivos, hacernos creer que ellos no saben cómo
se mueven las bandas? ¿O que no las han detectado? Es posible que la PNP exhiba
carencias, pero si hay algo que sí saben hacer, es ubicar a los núcleos
peligrosos a lo largo y ancho del país.
¿Por qué
no actúan o es porque a río revuelto, ganancia de pescadores? La reventazón
puede representar un estallido de violencia de ida y de vuelta. ¡Basta que
algún ciudadano dispare como respuesta (y ya han habido muertos por esto) y se
generaliza un conflicto que se sabe cuándo comienza, pero no, cuándo acaba.
Hay otras
formas de violencia que pasan desapercibidas. Cuando una empresa comercial
vende electrodomésticos, mercadería diversa y múltiple y no responde al
presentar estos, fallas insufribles e inaceptables, se zahiere al usuario.
Conté en
días pasados la respuesta de una oficina de servicio al cliente: ¡quéjese donde
quiera! Y el malcriado tenía acento venezolano o colombiano y probablemente
cobre la mitad. Pero las grandes tiendas siguen vendiendo caro y ahora con la
incertidumbre de no saber la calidad de los productos.
Cuando el
Estado provee servicios pésimos de salud, no solo crece la mortandad sino
también la propagación de enfermedades que se suponía estaban erradicadas del
país. ¿Cuánta gente tiene los S/ 200 que cuesta una consulta médica en
consultorio particular?
Otra
forma de violencia es aquella cuando los oncólogos te aterran y hablan de
“pre-cáncer” y que es urgente e imprescindible una operación que tiene un costo
de S/ 7 u 8 mil soles! Y para los controlos pos operatorios ¡sólo hay que
asistir al mismo médico!
Y la
política nuestra parece un tribunal gigantesco con mercaderes ofreciendo sus
chucherías. Las mentes abogadiles (curas y legos hicieron de este país lo que
es), ya están pensando en recursos, hábeas data y demás adefesios, pero sin
embargo eso puede tomar años, tantos que nadie se acordará, al día siguiente de
su mínima importancia.
Nuestra
historia se nutre de la anti-historia, la elusión, el “olvido”. Los días 13 y
15 de enero en 1881, la civilidad no preparada, casi sin armas, y con el solo
entusiasmo de la improvisación que “dirigió” el miserable Nicolás de Piérola, y
se registran las batallas de San Juan y Miraflores. Y la pérdida de la capital
en ese año aciago.
¡Cómo si
destruir al Perú constituyera un deporte inacabable! Este país es tan pero tan
rico, que avalanchas de delincuentes le han robado y maltratado. Pero aún sigue
otorgando sus ubérrimas dotes naturales.
¡Todo al
revés!