Friday, May 29, 2015

Henry Meiggs: el Orellana del siglo XIX

Henry Meiggs: el Orellana del siglo XIX
por Juan Carlos Herrera Tello; jcherrerat@yahoo.com

29-5-2015

Asistimos a uno de los escándalos más sonados de lo que va de iniciado el presente siglo, donde la estafa y la corrupción van de la mano con un brazo legal sólido que permitía que lo delictivo tuviera el cariz de lo legal. Es así cómo la organización de Rodolfo Orellana Rengifo se ha desarrollado y encontramos su símil, allá por finales del siglo XIX cuando un aventurero norteamericano llamado Henry Meiggs, en base al soborno y la corrupción, auxiliado por “personalidades” de la época logró arruinar al Estado peruano ad portas de la guerra con Chile.

El 31 de marzo de 1874, da inicio en sus operaciones la llamada Compañía de Obras Públicas y Fomento del Perú como así consta en el Libro de Actas de la Junta Directiva; esta Compañía tenía por objeto 1) encargarse de construcciones; 2) explotar ferrocarriles y telégrafos, 3) comprar terrenos urbanos y rústicos; 4) adquirir buques; 5) fabricar mármoles y piedras artificiales; 6) establecer fábricas; 7) encargarse como comisionista para traer del exterior objetos para la ornamentación de edificios; 8) celebrar contratos para la traslación de inmigrantes y 9) emitir cédulas hipotecarias. Como vemos en ninguna de sus cláusulas tenía la finalidad de emitir billetes para sus actividades comerciales.

Durante todo el período que corre de 1874 hasta febrero de 1877 -cuando aparecen los llamados “billetes Meiggs”- no se hace mención en su libro de Actas, acuerdo alguno donde se mande fabricar papel moneda.

Los “billetes Meiggs” llevan por fecha impresa el 4 de julio de 1876, pero aparecen en circulación a fines de febrero de 1877. De acuerdo al Libro de Actas de la Junta Directiva de la Cia. de Fomento y Obras Públicas, entre el 28 de abril de 1876 hasta el 19 de julio de ese mismo año, no dan cuenta en absoluto de la emisión de billetes, ni menos establecen acciones para que estos se impriman.

Recién en la sesión del 22 de febrero de 1877, Meiggs da cuenta que contrató con el gobierno la culminación del ferrocarril del Callao a La Oroya, y que la obra se la entregaba a la compañía, y allí se describe por primera vez sobre la emisión de billetes: “El Sr. Presidente manifestó que deseaba y era de todo punto conveniente que a la brevedad posible se comenzaran los trabajos en el ferrocarril, sin esperar los capitales que para su realización debían venir del extranjero una vez terminadas las negociaciones que tiene pendientes. Que como la Compañía no contaba en la actualidad con los fondos necesarios para ello, era llegado el caso de que se los proporcionara emitiendo a la circulación los billetes que tiene. Que para garantizarlos de una manera especial a fin de atraerles la confianza pública iba a constituir en el Tribunal del Consulado un depósito de S/. 1’500,000 soles en bonos que ha recibido en pago del Estado, y que transferiría este depósito a la Compañía para con su garantía, la del capital de la Sociedad y la obra misma a cuya ejecución están destinados realizará la emisión”. Esta histórica sesión, que lleva al Perú al descalabro, era integrada por: Enrique Meiggs, Francisco García Calderón, Carlos Rand y Pedro Larrañaga. La ecuación es simple, como la Compañía no tenía dinero para iniciar los trabajos, entonces mejor los fabricaba.

Todo esto no es regular, y quedan las siguientes interrogantes:

a)     ¿Por qué los billetes llevaban fecha de 4 de julio de 1876 si en esos días la Cia. no aprobó nada en ese aspecto?
b)     Los billetes Meiggs ya estaban impresos para febrero de 1877 por la Compañía Nacional de Billetes de Banco de New York, entonces, ¿cuándo fueron mandados a confeccionar? y,
c)     Si fueron confeccionados antes de febrero de 1877, ¿Meiggs ya sabía lo que iba a acontecer y sabía que las negociaciones para que su Compañía emitiese dinero, iban a ser aprobadas?  
   
En la sesión del 5 de abril de 1877, se acuerda realizar una mayor emisión de billetes, así el gerente Jacobo Backus propone: “la conveniencia de emitir a la circulación mayor cantidad de billetes menores a un sol, por la demanda que de ellos había en el comercio”. Ante esto Meiggs manifestó: “reconociendo esa necesidad… había ordenado la impresión en EEUU de tres millones de soles y de sesenta mil soles en billetes menores de a un sol”.

Al principio los billetes Meiggs fueron aceptados, pero eran rechazados por el gran comercio. Fue muy hábil Meiggs al imprimir billetes fraccionarios, ya que los centavos iban a tener mayor demanda en la población de escasos recursos pero los bancos y los comercios formalizados rechazaban los billetes de su compañía, produciendo una severa crisis económica al haber inundado de papel moneda cuyo respaldo eran bonos de deuda pública, o sea nada. El 11 de agosto, Meiggs le hace una propuesta al gobierno el que efectiviza en un decreto el 17 de ese mismo mes y año porque la situación era incontrolable. El presidente Prado fue iluminado y a nombre del Perú asumía que los billetes emitidos por Meiggs eran como si los hubiera realizado el Estado, y además le autorizaba a seguir emitiendo más billetes. Al día siguiente Meiggs le escribe una carta al presidente Mariano Ignacio Prado en la cual le dice: “El acto de promulgar el decreto constituye una de las más brillantes páginas de la historia de su administración”. El negociado estaba consumado. Y la escritura pública era inscrita en la notaría “Orellana” de aquellos tiempos, casualidad o aviso?

Siguiendo con el Libro de Sesiones de la Cia. de Obras Públicas y Fomento del Perú, en su sesión del 1° de setiembre de 1877, estuvo presidida por Francisco García Calderón, donde se da la estocada final a la economía del Perú, leamos lo que dijo el “sacrificado” Presidente Provisorio de 1881: “Habiendo sido autorizado por el Supremo Gobierno una emisión de 5’333,333 soles para la continuación de los ferrocarriles y trabajos en Cerro de Pasco en reemplazo de los bonos de tesorería que se habían dado en pago a don Enrique Meiggs y debiendo procederse inmediatamente a estampar a los billetes el sello de autorización, creía conveniente se trasladaran todos ellos a la caja de la oficina de don Enrique Meiggs, atendiendo a que la emisión pertenece a este señor y que la responsabilidad de la compañía ha cesado con la autorización gubernativa”.

Así se lucraba en perjuicio del Estado peruano, el jurista Francisco García Calderón en ese momento presidente en ejercicio de la Compañía, teniendo en su poder la nueva emisión de billetes, no se hace responsable de dicha emisión, porque el gobierno la había autorizado. Extraña proposición, cuando los billetes llevaban el nombre de aquella empresa.

Carlos Camprubí y Lizardo Alzamora coinciden que el decreto de 17 de agosto de 1877 fue nefasto para la economía, y Watt Stewart tomando como fuente “The South Pacific Times” transcribe: “Toda la situación financiera del país es deleznable, podríamos utilizar una expresión más fuerte y gráfica si deseáramos reflejar de veras las cosas.” Pero Stewart añade: “Indudablemente la palabra era bancarrota”. Del mismo modo Stewart en su texto “Henry Meiggs: Un Pizarro Yankee” al estudiar el fenómeno producido por el gobierno de Prado y su decreto, nos dice: “Con estas medidas el gobierno del Perú entró francamente en un régimen de papel moneda, al que podría llamarse llanamente de papel”. Así estaba el Perú en 1877 arruinado por sus propios gobernantes y por los aventureros como Meiggs.

Si bien es cierto hoy no estamos en bancarrota, pero el “Caso Orellana” tiene las mismas aristas que usó Meiggs en el siglo XIX. Rodolfo Orellana fundó la Cooperativa de Ahorro y Crédito para Empresas Exportadoras, COOPEX, que no estaba autorizada a emitir cartas fianza para respaldar contratos con el Estado. Meiggs funda la Compañía de Obras Públicas y Fomento del Perú que no estaba autorizada a emitir billetes. Ambas instituciones hacen todo lo contrario amparándose en vacíos legales, y ambos logran de las autoridades que se legalicen sus operaciones; COOPEX logra amparos ante el Poder Judicial y la Cía. de Obras Públicas y Fomento logra legalizar sus operaciones con apoyo del gobierno de Prado.

COOPEX tiene un bien armado brazo legal para seguir operando y emitir “cartas fianza” que realmente no respaldan nada, realizando negociados con malos funcionarios de gobiernos locales y regionales. La Cía. de Meiggs opera bajo el brazo legal de uno de los juristas más importantes del Perú, Francisco García Calderón, y bajo la presidencia de éste continuó emitiendo billetes legalizados por el corrupto gobierno de Mariano Ignacio Prado.

A Meiggs y a Orellana le valieron 10 años para realizar sus operaciones fraudulentas. A Meiggs lo salvó la muerte y no vio como su imperio se desplomó, en cambio Orellana está preso y su organización delictiva está liquidada a la espera del veredicto de lo que dicte la justicia, si es que ésta ya ha llegado al Perú.  


Tragedias nacionales y castas cerradas

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-8-2005

Tragedias nacionales y castas cerradas

Apunta el maestro Jorge Basadre: “Fue éste, pues, el cuarto gran sacudimiento sufrido por la sociedad tradicional en el Perú en el siglo XIX. El primero estuvo a la revolución de la Independencia y a las guerras posteriores con sus características de empobrecimiento (1810-1845). Correspondió al segundo a las alteraciones provocadas en los niveles sociales más altos por el guano que, junto con la abolición de las vinculaciones laicales, resultó favoreciendo la formación de la nueva aristocracia del dinero (1845-1868). Vino una tercera época (1869-1879) caracterizada en el fondo por el predominio de una burguesía terrateniente y de negocios de inspiración cautamente liberal y por una gran euforia económica y grandes empréstitos que desembocaron en la depresión, el florecimiento y las crisis bancarias, los comienzos industriales, la agricultura que continuó orientada a la exportación impulsada por la mano de obra servil china. Pero ninguna de las conmociones anteriores sufridas –ni la de la guerra de la independencia, ni de las guerras civiles, ni la del agotamiento del guano ni la de la depreciación del billete bancario, ni la de la bancarrota fiscal visible ya hacia 1875- tuvieron la trascendencia del desastre consumado entre 1879 y 1883”. Memoria y Destino del Perú, apuntes esenciales.

Nótese el continuo pernicioso de una agricultura hacia el exterior y los giros irresponsables a que alude Basadre sin que una clase dirigente, o el conjunto que a ella perteneciera, tuviese el más mínimo horizonte nacional o nacionalista. Cabe la pregunta: ¿algo ha cambiado? ¿o seguimos en las variaciones de una misma sinfonía trágica?

“Sin embargo, sobre todo en los sectores más elevados, aparecieron algunas de las características de una casta cerrada. Los matrimonios se hacían entre un pequeño número de familias, con criterio de endogamia. La educación de los jóvenes comenzó a efectuarse en centros de enseñanza exclusivos. Los compañeros de juego infantiles continuaron como camaradas de colegio y luego en las aulas universitarias. No había fortunas tan grandes que permitieran los abundantes viajes a Europa de los años posteriores; pero cuando estos lujos fueron posibles –ellos aumentaron a lo largo del siglo XX-, quienes pudieron disfrutarlos tomaron los mismos barcos, residieron en los mejores hoteles y buscaron idénticos balnearios de moda.” Basadre, op cit.

Deviene importantísimo subrayar lo que Basadre apunta: “El ideal de estas gentes no estuvo en Inglaterra ni en Alemania sino en París. En Lima vivieron en los barrios del “centro” en casas de ventanas de rejas y escalinatas de mármol que hoy parecen increíblemente modestas e incómodas. Algunas familias, no muchas, poseyeron coches y, a medida que fue avanzando el siglo, automóviles. En el verano se trasladaban a Ancón o a Chorrillos. Vestían con pulcritud (algunas damas y caballeros mandaban hacer sus trajes en Europa), se saludaban ceremoniosamente, iban a las mismas misas los domingos, cenaban, bebían y conversaban juntos en el Club Nacional, ocupaban las localidades de preferencia en las corridas de Acho, en el hipódromo de Santa Beatriz y en los teatros, las facultades universitarias, la Cámara de Comercio, las sesiones de directorio de los grandes bancos o de las empresas industriales y las tertulias de algunos periódicos y salones, veían figurar sus nombres en las notas sociales de los diarios”. ¿No parece un recuento cuasi idéntico a lo que ocurre hoy en Perú? ¡Saque sus conclusiones!

“Las familias eran generalmente largas, con abundancia de sirvientes, a veces tratados como si pertenecieran a la misma unidad hogareña. Había salones donde no entraban sino quienes tenían determinados apellidos y que estaban cerrados a quienes sólo poseían el poder del dinero; y familias a las que se rodeaba de respeto, acatamiento y adulación. La hija de una de ellas dijo cierta vez en Europa: “En mi país yo soy como una princesa”. Un símbolo del estado de cosas hasta entonces existente surgió en el malecón del aristocrático balneario de Chorrillos, en el que se paseaban por separado, sin que nadie osara romper las vallas invisiblemente establecidas, quienes pertenecían a los grupos considerados como de primera, de segunda y hasta de tercera”. Hoy Perú se ha “democratizado” gracias a continuos gobiernos vendepatria y tenemos hombres y mujeres hasta de décima o quincuagésima categoría.

En momentos en que un ciudadano naturalizado estadounidense como PPK, juramenta como jefe del gabinete, hay razón para preguntarse si no estamos yendo por el camino proditor de repetir todos los grandes errores de nuestra historia pasada y que muy claramente describió Basadre en múltiples pasajes de su ingente producción intelectual. Pueblo que no aprende de sus yerros ¡vuelve a cometerlos!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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