Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
8-11-2020
Escribe tus lágrimas, perenniza el recuerdo, cuenta tu historia
¿Quién no ha perdido en los últimos meses a un pariente,
amigo, conocido por efecto letal de la pandemia? NO sólo hemos exhibido como país
nuestra miseria en el sistema de salud sino que también descubrimos el dolor
sucesivo, lacerante, imborrable que llegaba con cada aviso fúnebre.
¿Deberíamos buscar el amparo de lágrimas que nos anegaban el
horizonte frente a lo inevitable? Me da la impresión que es un camino, el más fácil.
¿Dejamos al tiempo el borrado de la memoria de quienes
ocuparon parte fraterna o célebre en nuestras vidas? Sigo creyendo que es una
alternativa de inercia pero conformista.
¿Por qué no escribir esas lágrimas, haciendo del recuerdo
piedra creadora y contando la historia de aquellos que no lograron superar la
maldición apocalíptica del coronavirus?
Nunca como estos últimos 6 ó 7 meses el confinamiento o el
trabajo a distancia lograron retenernos en casa. Algunos, muy pocos, rumiaron
su inactividad amparados por sus rentas. Otros, la mayoría, debimos discurrir
por el trabajo a distancia en la absoluta inseguridad si aquello sería
apreciado o rentable.
Los niños, impedidos de salir, otearon conflictos entre
padres también encerrados, de los que permanecían ajenos, lo que no significa
que no ocurrieran. Yugulados de la asociación con otros menores de su edad, los
chicos quedaron constreñidos a cuatro paredes y a las borrascas cotidianas que
este enjaulamiento forzado, generó.
En el camino de estos meses, murieron enfermos, parientes,
amigos, conocidos, y el mundo, definitivamente, cambió y aún no se sabe si para
bien. Por lo menos en Perú ese misterio permanece insondable.
Tres personas me animaron a redactar esta breve nota. Dijeron
que llorar era natural pero que no conservaba el recuerdo de los que hemos
amado y que ya no están y concluyeron en la bella sentencia: escribe esas lágrimas.
Recordar contando la historia coloca hitos y aviva la
memoria para que el tiempo, que engulle todo a su paso, no disipe la
reminiscencia.
Y acaso en este devenir, pueda contribuir a semejante y
constructivo propósito.
¡Cuenta tu historia!