Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
3-1-2022
¡Respuestas contundentes, menos salutaciones y buenos deseos!
En este año electoral edil ¿cómo vamos a hacer para impedir
que gavillas y patotas se hagan de los gobiernos municipales y “construyan”
negociados, trafiquen con las licencias, eliminen áreas verdes para instalar
selvas de cemento y donde lo único que no importe ¡ni un ardite! sea el
ciudadano que vota pero cuya voluntad no decide absolutamente nada?
Suele ser una tradición el cúmulo de salutaciones y buenos
deseos por el año que empieza. A los doce meses los ayes y lamentaciones son de
igual o mayor proporción. Y la rueda sigue girando y anhelaremos que el año
siguiente todo “cambie”.
¿Cómo habría de cambiar si los operadores en la burocracia
estatal, en el Congreso, en los ministerios, en las municipalidades son los
mismos expertos en trampas, zancadillas, sacadas de vuelta a los edictos y a la
componenda con las grandes constructoras, los importadores asiáticos y los
viajecitos de turismo pagados por el proveedor en los contratos con nombre y
apellido en todos los aparatos gubernamentales?
Hemos venido denunciando cómo el Estado no compra
mascarillas a los productores nacionales y cuando estos abren posibilidades de
exportación, se les exige papeles y permisos administrativos amén de absurdos y
demorones. Parece que la cantinela del perro del hortelano que no come, ni deja
comer, sigue vigente y destructiva.
Los clubes electorales, mal llamados “partidos políticos”,
persisten en sus prácticas de cenáculo y de escogidos. Los generales que
llevaron a grandes descalabros a sus raleadas huestes pretenden seguir con el
mando aunque la historia los haya lapidado por delincuentes e inmorales. La
ciudadanía los repudia, no se identifica con ellos, han perdido elan y nadie
sabe si alguna vez recuperarán vigencia.
Es hora que el ciudadano común y corriente, que el
empresario moderno que invierte, exporta, logra obtener divisas y que crea
puestos de trabajo y los burócratas honrados en el Estado se propongan y logren
un pacto mínimo y decente. Tal como vamos las fuerzas disolventes tienen la
mesa servida: estas sí saben lo que quieren y no les importa el precio. A río
revuelto, ganancia de rateros.
¿Cómo hacemos con los miedos de expresión que sólo dan
“noticias” que destruyen a sus enemigos? Los grandes temas de la agenda
nacional, aquellos que involucran a esos contratos con estabilidad tributaria
con licencia para barrer todos los derechos laborales, embolsicarse los millones
y llevárselos fuera del Perú porque NO reinvierten, nunca son denunciados. ¡Y
ay de quien lo haga, de inmediato el silencio los abruma y son voces que claman
en el desierto!
Acaso de esos desiertos broten las nuevas campañas que Perú
necesita para que todos se enteren de qué ocurre en el mundo del ciudadano
simple y los gobiernos que andan con pasos accidentados fruto de su falta de
tino y abuso de garrulería anacrónica. De repente las redes sociales
constituyen, aún más, un arma de liberación que requieren del estímulo y
respaldo de quienes pueden hacerlo con limpieza en la ejecutoria y franqueza en
el envión. La sociedad peruana tiene que aprender a ganar sus victorias,
honrarlas y ¡sobre todo! a conservarlas vigentes en espíritu y obra. De buenos
deseos está empedrado el suelo de infierno.
Y en esos avernos pululan los pícaros, hampones, asaltantes,
todos aquellos que han hecho de la expoliación del Estado un arte malhadado,
una humorada deprimente y un gesto para las tribunas que aplauden lo que suena
bien.
A combatir, simplemente a pelear por las grandes victorias
que no caen del cielo.