Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
9-7-2023
¡Ladrones a dedicación exclusiva!
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El raro privilegio de
tener en Perú a ladrones a dedicación exclusiva, a tiempo completo, no
constituye una distinción que nos enorgullezca. Tenemos truhanes, malhechores y
rateros habilísimos para saquear al Estado o desde el ámbito privado al
público.
La captura de Mauricio
Fernandini alrededor de la embajada de Estados Unidos y la de Sada Goray
llegando al Aeropuerto Jorge Chávez, no es sino una muestra o exhibición de
cómo los presuntos delincuentes o son muy torpes o están hundidos hasta el
cuello.
Corresponderá a las
autoridades el esclarecimiento profundo de los hechos delictivos y, lo que es
más importante, el nombre y apellido de quienes han estado en la colada. De
seguro que hay no pocos temblando ante los testimonios por venir.
¿Qué diferencia a un
pícaro de cuello y corbata, de esos que viajan con frecuencia, gastan dinero de
los contribuyentes, no pelean nada por el Perú y acumulan millaje en los
aviones, con los cacos y monreros criminales que pululan por todas las calles
del Perú?
¡Francamente nada! Son
idénticos, sólo que unos son más galanos e instruidos que los otros. Frecuentan
otros ambientes, se relacionan en niveles distintos, pero a la hora de echar
mano a la mercadería ajena, causan los mismos estropicios.
¡Claro que en cuanto a
depredar y pervertir la vida diaria, ambos especímenes, son parte cancerosa del
cuerpo social del país! Estos malos funcionarios son ¡ladrones a dedicación
exclusiva!
Los analistas
superficiales, esos intelectuales de quiosco que leen folletos mal traducidos y
cobran por sus adefesios con precios altos, suelen atribuir la corrupción al
gobierno corrupto de Alberto Kenya Fujimori.
El primer signo de
corrupción, llamemos de mala fe, engaño y lesión mortal, fue el timo que le
hicieron a Atahualpa. Las promesas ibéricas se derrumbaron con la pena del
garrote a la que fue sometido el inca postrero. Por lo menos hay allí huella
indeleble de la falsía.
La historia es recurrente
y no tiene, por desgracia, nada de nueva. Se reitera cada vez que un gobierno
se va y otro adviene, así siempre hay un pacto tácito de “no agresión” y
arreglo para que las cosas “funcionen”.
¿Qué gobierno ha
enjuiciado y penalizado los escándalos más estentóreos del anterior? ¿Y en los
municipios o gobiernos regionales? El pacto infame de la inocencia se negocia
sin vergüenza. Las pitanzas y piltrafas van a la prensa y los lectores que
anhelan “justicia”.
¿Cómo escarmentar a los
ladrones que hay en la administración pública? Los cargos los tienen de abuelos
a nietos y la gran mayoría se protege entre sí. El espíritu de cuerpo, válido
para las grandes empresas colectivas y sociales, es una coraza de impunidad y
hermandad en el delito y en el robo.
Si uno cae, arrastra, en
larga cadena al subsiguiente, por tanto, para que nadie afronte la desgracia,
¡nadie debe ser culpable! ¿Serán más importantes los carnés partidarios o los
compadrazgos taimados a la hora de poner en la picota a los pillos?
¿Cómo se escudriñan las
veleidades, a veces muy sospechosas, de todos esos funcionarios ministeriales
que negociaron el TLC con Gringolandia; las diversas concesiones plenas en
irregularidades y el otorgamiento de contratos de estabilidad tributaria o
privatizaciones del gobierno actual y de los anteriores?
Como principio debía
establecerse que los crímenes contra el Estado no prescriben y que todo lo mal
obtenido debe ser retenido o expropiado. Además ¡ningún hombre o mujer que haya
tenido cargos de importancia, podrá trabajar para empresas vinculadas a
capítulos, nacionales o extranjeros, que hubieran requerido de su participación
burocrática, por lo menos en 15 años!
¿Y cómo castigar a los
delincuentes? A veces las cárceles son insuficientes. Sostengo que a los cacos
debía enviárselos a limpiar baños, arreglar jardines, barrer pistas y calles,
cuidar cruceros peatonales u ordenar las colas de los microbuses, siempre con
su credencial del ministerio o dependencia a la que perteneció, al pecho, para
que su identidad esté a la vista y hasta que completen el tiempo para su jubilación.
Además, debía descontarse
la reparación civil que el Estado imponga al mal servidor. El látigo moral ¡es mucho más efectivo que leyes dadas por
pandillas hábiles en buscar cortapisas y amenguar los castigos!
Cuando en Perú se logre escarmentar en sitios públicos a
los malos parlamentarios, pésimos diplomáticos, funcionarios ministeriales
antipatrióticos, periodistas venales y a sueldo de las gavillas o
transnacionales, y botarlos de restaurantes, cines, clubes o de lo que fuera,
entonces el país conseguirá una catarsis extraordinaria que mostrará ¡cómo se
repugna en Perú a los delincuentes!