Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
10-8-2015
¡Desarmando a la
ciudadanía!
Si los miedos de comunicación lo hicieran a propósito, no
podrían efectuarlo mejor. Doy por descontado que no hay, tras los ríos de
sangre, plan o confabulación con el avieso propósito de desarmar a la
ciudadanía o estupidizarla del todo.
Cada crimen que se narra, se muestra o se escribe con
delectación escabrosa, acostumbra a los peruanos oyentes, televidentes o
lectores, a convivir con sucesos "normales" que dan cuenta de cómo se
ofende y ultima la vida del prójimo en calles, plazas y en todo sitio a lo
largo y ancho del país.
La fina dicción de los locutores alcanza cumbres morbosas
cuando profundizan en los detalles de cada violación, acuchillamiento o
asesinato por encargo. Lejos de mostrar prudente sentido crítico, los hombres
de prensa caminan por alamedas que dan por cotidiano que al vecino del frente
le acribillaron con no menos de una docena de balazos, o que a la conocida de
la otra cuadra, luego de arrastrarla y golpearla a puntapiés y trompadas, la
dejaron medio muerta o completamente inerte.
Como los valores de dignidad, protesta, igualdad ante la ley,
sindéresis en el comportamiento público y privado, son tomados en cuenta de
relansina y para cumplir, el ciudadano empieza a adentrar toda la escatología
de la sociedad, la hace suya y asiente bobamente cuando los menores hacen
trampa, agreden injustificadamente, mienten y roban. Una sociedad que cultiva a
delincuentes infantiles NO puede
aspirar a tener grandes líderes en la conducción del país, sino a los monreros
y delincuentes que cada cierto tiempo democrático, asaltan las alforjas de la
cansada ubre del Estado peruano.
La excusa manida, pretextada hasta el hartazgo, es que donde
manda capitán no manda marinero. Y los subordinados sólo tienen que cumplir
órdenes, mostrar imposturas, expedirse como autómatas castrados y sin cerebro,
porque lo contrario significaría que pierdan sus sueldos y pitanzas. La
información cede paso al atropello de la libertad de empresa exaltadora de
"verdades" -que son siempre mentiras- que requieren ser dadas por
ciertas porque de eso se trata el negocio de los miedos de comunicación.
En los últimos 45 días, el cúmulo de ajustes de cuentas,
asaltos violentos, estupros y feminicidios van a la par con las cuentas
secretas producto de negociados innobles de que son fautores personajes en muy
altos cargos y responsabilidades. El rosario es interminable, pero el país se
distrae en fruslerías y Perú en la Alianza del Pacífico tiene debilidades con
respecto a la aeronavegación; en el acuerdo TransPacífico, entre gallos y
medianoche hay temas pendientes de grandes debates y es poco lo que se sabe; y
decenas y cientos de asuntos reales de la agenda nacional pasan a tercer o
cuarto plano porque los miedos prefieren caminar por los senderos patibularios
del asesinato callejero y todas sus secuelas.
No faltará el cretino que exclame que en todas partes del
mundo es igual. Ante ello la pregunta obligatoria debiera ser: ¿por causa de
qué tenemos que aguantar estos vómitos diarios que NO construyen una nación y mucho menos enriquecen el civismo
ciudadano?
¿Por qué no se debate en torno al recurso no renovable del
petróleo que Perú importa en cantidades inmensas aumentando el déficit
energético del país?
¿Por causa de qué no hay discusiones en torno al
planteamiento geopolítico que plantea el gas de Camisea y su venta con valor
agregado a cualquier vecino que lo requiera y como parte de un acuerdo
fundamental para garantizar la paz y la convivencia?
¿A qué debemos que vastos sectores juveniles promotores de
emprendimientos y generación de puestos de trabajo con las dinámicas de ideas
geniales e inversión, carezcan de planteamientos orgánicos como política de
Estado para los próximos 100 años?
¿A qué cerebros pálidos debemos que los niveles
presupuestales en Salud y Educación constituyan guarismos vergonzosos que se
reflejan en la calidad de esos servicios?
Ya se enunció, por enésima vez, la pseudo-solución que
obsequiaría al ámbito privado el rubro de prisiones. ¡Qué interesante! ¿Y de
quién o de quiénes es el negocio? Entre que aprenden de política penitenciaria
y edifican cárceles modelo, puede producirse la fuga, no de detenidos o
criminales, sino de cientos de millones de dólares que pagará, como de
costumbre, el sufrido contribuyente con sus impuestos. ¿Sería mucho recordar el caso Guvarte en los
años 80?
La estupidización de una sociedad no resulta difícil si la
concertación, tácita o real, de los miedos de comunicación, martillea el
cerebro envilecido de los peruanos y le introduce en un mundo en que el reino
del hampa es lo natural y no lo reprobable. No extrañe pues que grandes
monreros, ladrones de cuello y corbata, delincuentes de fina estampa, hagan de
sus trapacerías, leyes no escritas pero acostumbradas en el país.
Los ácratas enunciaban: ¡sin Dios, ni patria, ni ley! Los
rateros exclaman: ¡sin gobierno, Perú es una fiesta para los vivos!
Temas para pensar. Y, diría, para combatir y pulverizar. Así
es como se desarma a la ciudadanía.