Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-5-2023
Keiko debe pedir perdón al Perú
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Legal y constitucional fueron los términos que usó la ex
candidata presidencial Keiko Fujimori para reconocer a la mandataria Dina
Boluarte.
Es evidente que recula sobre sus reiteradas acusaciones de
fraude, discurso que encontró eco en sectores ultra conservadores que hicieron
de este absurdo una “bandera”.
¿Basta que la coyuntura internacional otorgara a la señora
Keiko un salvavidas solidario para pronunciarse sobre la legalidad
constitucional del mando de Dina Boluarte?
Tengo la impresión que el daño, perjuicio, desconfianza en
las instituciones, ocasionadas por la irresponsabilidad de alegar un fraude que
hoy se reconoce como inexistente, no puede ser disimulado de ninguna manera.
Por tanto, no sólo el fraude o trampa alegada y etiquetada
al proceso electoral impugnado, constituyeron una mentira monstruosa sino que
delataron la profunda irresponsabilidad de quien ha intentado varias veces ser
presidente de todos los peruanos.
Esto pone en tela de juicio, de manera frontal e
indiscutible, la seriedad que otorga Keiko Fujimori a sus declaraciones
políticas, no sólo para el proceso electoral, sino para cualquier cosa.
Lo acontecido desde que hablara de fraude tiñeron de
inestabilidad y enfrentamiento toda la política nacional.
Los infelices golpistas que habitan en el Congreso,
dedicaron esencialmente más de 15 meses en acusaciones sobre trampa para tumbar
al ex presidente Castillo que luego, en maniobra por demás absurda, se liquidó
solo.
Los voceros fujimoristas inundaron miedos de comunicación
“denunciando” lo que hoy doña Keiko admite que fue legal y constitucional.
Es decir, el ridículo fue más allá, porque se hizo daño,
profunda erosión, a un proceso que si bien no fue perfecto, tuvo un ganador y
una perdedora.
¿Qué se hace ahora con esta confesión pública categórica y
en las antípodas de la anterior que vociferaba fraude?
La señora Keiko Fujimori no tiene más salida que implorar
perdón por su irresponsabilidad, ausencia de ecuanimidad y absoluta falta de
ponderación en los temas públicos.
¿Incurrirá en semejante gesto de humildad urgente e
imprescindible la señora Fujimori?
Meses de meses consagró Fujimori a “denunciar” un fraude que
sólo existió a nivel de su imaginación.
¿Cómo podría encarar la difícil política del Perú quien ha
hecho daño institucional al país?
Los malos perdedores, aquellos que no soportan asimilar la
derrota que dictan las urnas, y que se dedican, acompañados de una Corte de los
Milagros, soez y vocinglera, a desacatar el fallo electoral, están
descalificados, desde todo punto de vista.
Hablamos del tema político. Imposible olvidar el pesado
fardo judicial y procesal de cuya dureza ya probó detenciones Keiko Fujimori, y
por serios cargos múltiples que incluyen el pertenecer a una banda criminal y
al lavado de activos.
Decir luego de un par de años, de echar lodo sobre una justa
electoral, a la que se reconoce como de inmaculado tinte legal y
constitucional, no es un asunto que debiera pasarse por alto como ocurre, no
pocas veces en Perú.
Los políticos tienen que aprender que su responsabilidad
escrita, oral y pública, admite consecuencias muy serias de las que debe
hacerse responsable ante la opinión ciudadana o ante los tribunales de
justicia.
El arte de la política demanda limpieza y lucha convicta y
confesa contra la corrupción.
Y si los alfiles, personeros y embajadores de la corrupción
son políticos, el círculo nefasto tiene resultados a la vista.
Una buena parte de la antipatía que generan los políticos es
por la fragilidad de sus declaraciones. En estos últimos 2 años y desde hace
más de cuatro décadas, literalmente dicen estupideces al por mayor.
Que alguien se expida con equilibrio, justeza y mirada de
horizonte, resulta raro. Lo común es que por eso mismo, nadie tenga en cuenta la
parsimonia o el equilibrio.
Los miedos de comunicación acostumbraron a sus clientes a
digerir cualquier idiotez que adquiría “seriedad” porque salía en un diario,
radio o canal televisivo.
Duro reto el que aguarda a la señora Keiko Fujimori. Si
incurre en la solicitud de perdón, tiene, además, que confiar en su suerte:
nada garantiza que una buena parte de peruanos no siga aborreciéndola.
No debiera descartarse, además, su retiro absoluto de
cualquier acto político.
Y a confesión de parte (legal y constitucional), relevo de
pruebas.