Señal
de Alerta
por
Herbert Mujica Rojas
24-11-2021
Sinverguenzas morosos y bobos al por mayor
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Dice
en su tweet de ayer el señor Javier Maza, refiriéndose a Rafael López Aliaga:
“Ese
es el tema que incomoda a López Aliaga. Sólo le gusta hablar de la vacancia a
Castillo mientras sus seguidores aplauden como focas amaestradas. ¿Por qué la
SUNAT no le cae encima, con todo, a este impresentable como ocurre con
cualquier deudor moroso en Perú?”
Implicancia obligatoria la de inquirir: ¿es López Aliaga un
deudor moroso cualquiera?, ¿otorga la aventura política alguna corona especial
para no ser exigido en el pago de impuestos por millones?, ¿no es cierto,
además, que decenas de abogángsteres inventan excusas legales y postergan los
pagos a que tiene derecho el Estado y en favor del cliente que paga esos
honorarios de éxito?
La ignorancia carcome a los funcionales de arriba, esos que
ven, acatan y se resignan a ser parte del inmenso edificio de la corrupción; y
a los bobos de abajo que ven comunistas o subversivos o marxistas leninistas
debajo de cada piedra o en todos los árboles, porque es más fácil echar la
culpa a los fantasmas que defender sus fueros propios o doctrina, si alguna vez
la tuvieron.
En las redes sociales es posible encontrar las más
disparatadas aserciones producto de un desorden mental acentuado y que se
genera en la falta de lectura, ausencia total de cultura política o histórica y
cerrazón absoluta a pensar con autonomía y serenidad.
¿Por qué el señor Rafael López Aliaga no paga sus deudas a
Sunat? Sus excusas de no haber recibido notificaciones son banales. No paga
porque NO le da la gana. Pertenece a
ese gremio de personas a quienes el dinero ha hecho creer que el resto de
humanos tienen precio y tasa y así se expide de manera normal. La presidencia
no será una tribuna para el buen vivir y mucho menos atalaya democrática, sino
práctica ruin de la zafiedad más ruda y fundamentalista contra quienes no son
de su poder dinerario, lugar de vivienda, margesí de bienes muebles e inmuebles
y por último, no castos o adoradores, como él, de la Virgen María.
La cultura tributaria en Perú no existe. Pagan algunos,
menos los poderosos que tienen batallones de abogados, legiones de contadores y
manadas de empleados pro domo sua (a quienes Ricardo Palma motejaba como Chi
Cheñó) a su servicio, grito o reprimenda.
El que puede, puede, reza el dicho popular. En esa pléyade
se inscribe el sujeto de marras que cuando se equivoca o siente tentaciones,
usa el cilicio y se castiga –el mismo lo dijo de manera pública-, pero a la
hora de rendir cuentas con el fisco, éste siempre deja de cobrar y no hay
punición que alcance a alguien que está acostumbrado a tratar al resto como a
siervos.
En nombre de la democracia se cometen los más aberrantes
crímenes en Perú. Algunos no pagan impuestos y se mofan de las disposiciones a
las que patean de año en año sin vergüenza o pudor alguno. Los tartufos
políticos o cómplices de la media voz, esa de que abominaba Manuel González
Prada, movilizan columnas de “opinión”, dinamizan entrevistas o barnizan su
sinverguencería a través de los miedos y ¡sanseacabó!
La monstruosa falta de preparación de los militantes
políticos de los diversos clubes ha permitido este desmadre que se llama Perú
país de confundidas gentes, sin orgullo propio, incapaz de criticar sino de
seguir y asentir lo que no conoce.
Organizar la educación de los líderes, impulsar la
instrucción de los adalides, es tarea imprescindible. A menos que nos sea
placentero ver cómo una tira de delincuentes hace y deshace gobierno tras gobierno
en medio de una miseria espiritual y una barbarie vergonzosa.