por Herbert Mujica Rojas
28-2-2007
Convemar: ¡terrible ignorancia en Congreso!
El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso,
Rolando Sousa, ha tenido la iniciativa infeliz por desinformada,
inoportuna o aviesa de eludir temas esenciales de mucha mayor
importancia e inexcusablemente no abordados, de afirmar que verán el
tema de la adhesión del Perú a la Convención del Mar.
Es decir, no bastan al señor Sousa, los terribles silencios
pusilánimes que en torno a documentos traidores guardan los ex
cancilleres Javier Pérez de Cuéllar, Niño Diego García Sayán y Allan
Wagner, por los cuales se concede o prefigura una delimitación
marítima que el Estado peruano ¡No reconoce! con Chile, que ha
preferido discurrir por una tapadera de características leguleyas y
mediáticas como la Convención del Mar para sepultar las mudeces
irresponsables de algunos que debieran ser enjuiciados y castigados
por su irrespeto al Perú, su historia y por los que murieron por la
patria.
¿Tomó debida cuenta, es decir, entendió una pizca siquiera de lo
expresado por el embajador José Miguel Barros, secretario perpetuo de
la Academia Chilena de la Historia que ha propuesto por carta que
Chile lleve al Tribunal de La Haya el tema de la delimitación marítima
con Perú? ¿Entiende lo que eso significa? Si Sousa no sabe asesorarse,
incurre en yerro condenable y atentatorio contra el país. ¿No ha
comprendido la entrelínea de lo dicho por el intelectual sureño? Muy
bien, vamos a decírselo en voz alta: ¡que su país, al tomar la
iniciativa, puede mejor perfilar lo que habría de ser una derrota sin
atenuantes del Perú! ¿Tiene en la imaginación Sousa, el tema del
arbitraje cuya vigencia marmórea traen el recuerdo de las
negociaciones que emprendiera el presidente Augusto B. Leguía en 1929?
Tal parece que tampoco tiene discernimiento, si alguno, sobre el
delicadísimo particular. Y siendo que el arbitraje es un paso de
fundamental precedente histórico y ¡favorable!
¿Por causa de qué en lugar de transitar por caminos tortuosos y de muy
dudosa juridicidad y que concitan el rechazo inmenso del Perú, como
también la de su presidente que afirmó que defendería el Mar de Grau,
el señor Sousa no se pregunta por causa de qué el gobierno pasado tuvo
que abortar su total derrota cuando, literalmente, embutía por
televisión, radios y periódicos, al pueblo peruano para conseguir una
adhesión que jamás consiguió a la Convemar? ¿Porqué no pregunta o
averigua Sousa cuántos millones de dólares se botaron a la basura por
una causa-pretexto para tapar las traiciones de unos pocos
diplomáticos de juguete empeñados en contra de la tierra que los vio
nacer?
A partir de la fecha reiteraremos textos que pocos años atrás tuvieron
la virtud, por lo menos, de informar con más detalle al público en
general para evitar su sorpresa y encandilamiento irresponsable como
suelen hacer quienes llegan a la tribuna pública. Tal parece ser el
caso de Rolando Sousa. ¡Vergüenza!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Mentiras, límites e ignorancia
12-3-2004
Ni el Perú necesita adherirse a la Convención del Mar para delimitar
su frontera marítima con Chile ni es menos cierto que el país del sur
"ha rechazado expresamente el sometimiento de cualquier controversia
relativa a la delimitación de las zonas marítimas entre Estados con
costas adyacentes o situadas frente a frente a los procedimientos
obligatorios conducentes a soluciones obligatorias previstos por la
Convención".
Es decir: Chile no va a negociar NUNCA en términos de la Convención
del Mar a la que ellos han adherido con esta negativa específica y de
la que el Perú no requiere para tratar con este país.
Surge entonces la pregunta: ¿qué intereses representan quienes
sostienen que hay que suscribir la Convención? Yo me atrevo a decir
que una fundamental: ¡la de la ignorancia insolente! Si Chile nos
dice, de antemano, por adelantado y desde que ellos suscribieron la
Convención que NO la usarán, para cualquier controversia relativa a la
delimitación de las zonas marítimas entre Estados con costas
adyacentes, ¿qué absurda pertinacia es la de quienes insisten en
matrimoniar una cosa con otra? Recuérde que Perú y Chile tienen costas
adyacentes.
Sólo un bruto, estadio inferior inmediato de la ignorancia, puede
hacer de la terquedad y no perseverancia, una virtud a la inversa. La
novia que queremos cortejar nos dice no, en castellano, inglés,
alemán, francés y ruso. ¡Y nosotros pretendemos hablarle en quechua
aún cuando sabemos que su respuesta, avisada y pública, siempre será
el NO rotundo!
Embuste de El Comercio
El valiente e integérrimo patriota Alfonso Benavides Correa envió
carta a El Comercio sobre su titular embustero de días atrás.
Escribió:
El Comercio informa hoy (10-3-2004), en primera plana que el "Congreso
verá la ratificación de la Convención del Mar".
El Congreso no puede, ni "a propósito de los límites marítimos con
Chile" ni con ningún otro propósito, ratificar dicha Convención a la
que el Perú, por muy poderosa razón, no se ha adherido.
Para abordar la cuestión de los límites marítimos con Chile hay,
ciertamente, argumentos mejores que el de reducir, cercenándolo
anticonstitucionalmente, de 200 a 12 millas el Mar de Grau en el que
el Perú ejerce jurisdicción y soberanía.
Recuerdo en este momento el patriótico editorial de El Comercio que,
el lunes 29 de noviembre de 1993, refiriéndose a la Convención del
Mar, afirmó con razón irrebatible: "Básicamente, el Tratado (como ha
dado en llamársele) establece un límite de mar territorial de sólo 12
millas y una zona económica de 200 millas. Esto significa, entre otras
cosas, que no se reconoce soberanía, sino que se acepta solamente que
los Estados ribereños tienen la explotación exclusiva de dichas 200
millas".
Bajo el título de "Convención sobre Derecho del Mar y Estructura
Jurídica Peruana", El Comercio destacó la objeción sustantiva, que no
ha variado, a que el Perú adhiera a la Convención.
Estos fueron los exactos pronunciamientos del sub-decano sobre los
antecedentes del asunto en debate:
"Como es sabido, nuestro país sostiene el derecho de las 200 millas de
mar territorial. El ex-presidente constitucional de la República,
doctor José Luis Bustamante y Rivero (quien promulgó el histórico
decreto supremo relativo a esto el 1 de agosto de 1947) sostuvo
durante la discusión pública habida en 1982 que "aceptar la Convención
sobre Derechos del Mar atentaba contra nuestra soberanía".
"El entonces presidente don Fernando Belaunde Terry igualmente rechazó
la suscripción del Tratado porque la Constitución de 1979, todavía en
vigencia, prescribe lo siguiente: Artículo 97.- El territorio de la
República es inviolable. Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio
marítimo y el espacio aéreo que los cubre. Artículo 98.- El dominio
marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como
su lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas marinas
medias desde las líneas de base que establece la ley. En su dominio
marítimo, el Perú ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de
las libertades de comunicación internacional de acuerdo con la ley y
los convenios internacionales ratificados por la República". Artículo
98.- El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo
que cubre su territorio y mar adyacente hasta el límite de las
doscientas millas, de conformidad con la ley y con los convenios
internacionales ratificados por la República".
Entretanto, la Constitución de 1993 (aprobada en el último referéndum
ad hoc) manda: "Artículo 54: El territorio del Estado es inalienable e
inviolable. Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marítimo y el
espacio aéreo que los cubre. El dominio marítimo del Estado comprende
el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo hasta la
distancia de doscientas millas marinas medidas desde las líneas de
base que establece la ley. En su dominio marítimo, el Estado ejerce
soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de
comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados
ratificados por el Estado. El Estado ejerce soberanía y jurisdicción
sobre el espacio aéreo que cubre el territorio y el mar adyacente
hasta el límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las
libertades de comunicación internacional, de conformidad con la ley y
con los tratados ratificados por el Estado."
"En época del gobierno aprista se volvió a debatir el asunto; y, se
planteó la posibilidad de adhesión a la Convención. Pero ello no
prosperó, otra vez, por razones que hasta hoy no varían".
No fue todo. Fue rotundo el sub-decano cuando recusando la adhesión
del Perú a la Convención: "El texto de la Convención es claro porque
su artículo 3 dice: "Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura
de su mar territorial hasta un límite que no exceda de las 12 millas
marinas.... Aunque sea redundante volverlo a decir, esto no se
concilia con los textos constitucionales peruanos del 79 y del 93".
Reforma constitucional
Por tanto se infiere inequívocamente que para conciliar las 12 millas
de mar territorial que la Convención del Mar preceptúa, con el dominio
marítimo constitucional que el Perú sostiene en defensa de sus 200
millas de mar territorial hay que hacer una reforma constitucional.
"De acuerdo a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar
territorial, hasta un límite que no exceda de 12 millas marinas
medidas a partir de las líneas de base que deben ser determinadas
también de conformidad con dicho instrumento".
¿Qué habría de negociarse?
Según el esforzado estudio de Aguero entre Chile y Perú "la operación
de delimitación deberá efectuarse entre un mar territorial y las
primeras 12 millas de un dominio marítimo; entre una zona económica
exclusiva y 188 millas de un dominio marítimo; y entre una plataforma
continental y 188 millas del lecho y subsuelo de un dominio marítimo.
Sin duda, la situación que se plantea es sui generis, no contemplada
en tales términos por el Derecho del Mar."
Y lo precedente admitirá discusión, polémica, negociación, en un trato
bilateral, equitativo, de acuerdo al derecho internacional y que NO
necesita, para nada, a la Convención del Mar que es un tema aparte y
sobre el que Chile ya ha dicho que no considera como el apropiado para
delimitar su mar con cualquier otro país (entre ellos Perú).
Por la razón o la fuerza
En conferencia que dio el almirante chileno Patricio Arancibia en mayo
del 2001, sostuvo, entre otros, los siguientes conceptos:
"Nuestros espacios marítimos de interés se pueden agrupar en cuatro
grandes áreas: Primero, el espacio adyacente a la ribera continental
americana, hasta las 200 mn (370 kms), que engloba el Mar Territorial
y la Zona Exclusivamente Económica (ZEE). Segundo, el Mar Territorial,
la ZEE y la plataforma continental que proyectan las islas oceánicas
chilenas. Tercero, el espacio marítimo que rodea el territorio
antártico reclamado por Chile, destacándose que el ejercicio de las
competencias correspondientes se realiza de acuerdo con el marco
jurídico internacional en virtud del Sistema Antártico. Y, cuarto, el
amplio espacio marítimo que comprende el Océano Pacífico más allá de
nuestra Zona Económica Exclusiva, que hemos denominado "Mar
Presencial", cuyo borde configura nuestras fronteras exteriores y que
también es un área de simple interés. En este amplio espacio, queremos
ejercer soberanía o presencia, según lo permita el derecho
internacional.
En fin, el estudio del escenario marítimo nos impone no sólo el
exigente y tradicional desafío de proteger nuestra soberanía contra la
amenaza militar proveniente desde el mar, o brindar protección a las
líneas de comunicaciones marítimas comerciales y militares, en caso de
conflicto; también debe alertarnos sobre otros desafíos, como el
efectivo resguardo de nuestra extensa ZEE, en lo que se refiere a
recursos pesqueros y minerales, o la evolución del derecho
internacional marítimo.
Por otra parte, es una realidad que la magnitud y extensión de las
fronteras terrestres, marítimas y aérea de Chile, a la par que ofrecer
un potencial de integración y desarrollo, aumentan las posibilidades
de conflicto puesto que, al mantenerse una mayor relación y contactos
de diversa índole, también es mayor la posibilidad de desavenencias
que pueden ser fuente de eventuales conflictos al enfrentar intereses
contrapuestos de los Estados.
.....En la Armada existe la más profunda convicción de que el futuro
de Chile está en el mar. Por ende, sin perder de vista su misión
fundamental, apoya todo tipo de actividad de los chilenos que tienda
al aprovechamiento de las inagotables riquezas que el océano ofrece a
nuestra nación.
.....Para el año 2010, la Armada estará participando en la defensa del
territorio nacional, como uno de los componentes de un sistema militar
al que aportará su capacidad de operar en escenarios conjuntos; con su
gran movilidad, notable permanencia y concentrada potencia. En el
ámbito internacional, será una de las herramientas del poder y la
seguridad nacional, con capacidad de desarrollar operaciones en
ultramar, contribuyendo a la manutención de la paz, la seguridad y la
estabilidad en el Océano Pacífico, o donde el interés nacional lo
determine".
Hay que prepararse
No necesitamos para manejar el tema de la delimitación marítima con
Chile de la Convención del Mar. Quien o quienes así lo sostengan no
tienen sustento válido salvo la dudosa herramienta de la ignorancia o
el cometido de ser testaferros de intereses antinacionales.
La Cancillería somos Todos debía ser la jaculatoria nacional y única
del Perú en momentos en que el presidente de Chile ha admitido que la
delimitación marítima puede ser discutida con Perú, aunque ellos
sostuvieran luego, ratificando posturas anteriores, que es un acápite
culminado.
Chile ha anunciado que declina los artículos de la Convención del Mar
a la que este país ha adherido pertinentes a delimitación marítima.
¿Para qué nos interesa firmar dicha Convención si, además, Chile
sostiene unilateralmente que este es un "asunto cerrado"?
Chile se caracteriza no por su apego a la jurisprudencia internacional
sino por anteponer su visión particular e intransferible de país al
resto de consideraciones. Si no fuera así, hace rato que habríamos
visto devueltas Tarapacá y Arica; el laudo arbitral jamás habría sido
dinamitado y el país del sur no habría incitado a Bolivia y Ecuador a
intentonas guerreras y pactos limítrofes contra el Perú en décadas
pasadas.
¿Se necesitan más pruebas que el sentido común y el patriotismo de
amor a la tierra, al mar y a la historia?
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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