Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
22-2-2023
Haya murió pobre; otros fueron los sinvergüenzas
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Un día como hoy, 22 de febrero, nació en Trujillo, 1895, Víctor
Raúl Haya de la Torre.
A diferencia de muchísimos, sólo dejó libros, entonces
(falleció el 2-8-1979), un partido que en el peor de los casos era el 30% del
electorado.
No tuvo ni casa propia o riquezas. ¡Ni siquiera el terreno
de la tumba que ocupa en el cementerio de Miraflores, Trujillo, le perteneció,
es patrimonio de la familia Burmester!
Víctor Raúl, personaje controvertido, ¡qué duda cabe! hizo
senadores, diputados, presidentes, alcaldes.
Se estima que por lo menos en dos oportunidades le robaron
la presidencia del Perú (1931-1962).
Al morir no dejó testamento con herencias dinerarias o
inmobiliarias, públicas o secretas en paraísos financieros, directas o con
testaferros. Como parece que sí han
hecho otros.
En sus 84 años de vida, Haya no ocupó sino la presidencia de
la Asamblea Constituyente de 1978-79 y su cheque de pago fue de S/ 1 (un sol
mensual).
¿Qué puede haber ocurrido como para que hoy gruesos sectores
ciudadanos llamen rateros y ladrones a los apristas?
Bastaron dos períodos gubernamentales: 1985-1990 y 2006-2011
para que la imagen se deteriorara al punto que hoy el Apra no existe en las
ánforas, menos en las protestas y su sola mención provoca gruesos denuestos.
El más bisoño aprendiz de mercadotecnia (marketing) podrá
inferir que la figura de Alan García genera suspicacia, profunda desconfianza,
en suma, rechazo. El 5.8% de su última candidatura presidencial, es
incontestable.
Cuando los pícaros se hacen adalides, los picabolsos
“líderes” y aprovechan la efímera curul de diputados o senadores, alcaldes o
ediles para el “éxito propio”, olvidándose que los dineros públicos son
sagrados, ocurren estos desaguisados.
Hoy, tirios y troyanos, los militantes apristas de buena fe
y los pícaros destructores de ese movimiento, invocarán la memoria de Haya a
quien muchos no conocieron ni han leído ¡ni por casualidad!
Hasta esos mismos elementos generadores de la tragedia del
partido de la Av. Alfonso Ugarte, pugnan por la reinscripción que de repente
consiguen.
¿Se imaginaría usted a los nazis haciendo homenaje póstumo
en memoria de los 6 millones de judíos incinerados en los campos de
concentración que ellos crearon?
Yerros y equivocaciones políticos de Víctor Raúl pueden ser
materia de enjuiciamiento y crítica.
Sin embargo nadie puede negar la importancia del pensamiento
hayista que traspasa fronteras desde hace décadas y se lo estudia en todo el
mundo. Ideas contra ideas.
Y me atrevo a sostener que las de Víctor Raúl: integración
latinoamericana, combate contra todo imperialismo, soberanía popular y
democrática vía el Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales,
persisten como las pirámides, riéndose del tiempo, por su vigencia palmaria.
La pobreza franciscana de Haya se notaba hasta en la ropa y
era fácil aprehender la imagen de alguien que no alardeaba de mansiones o
casas, autos, joyas o estafas o “guardaditos” en su margesí de figura pública.
El capitán de multitudes vivió sí acompañado del fervor popular.
¿Sería posible decir eso de quienes llegaron después, para
vivir del Estado, de la exacción escandalosa de contratos con nombre y
apellido, viajes inexplicables y ambiciones desmedidas e impropias de quienes
sólo debieron haber servido al pueblo?
Los mercaderes del templo hicieron de las suyas, robaron a
diestra y siniestra, pelotones de abogángsteres cubrieron con toneladas de
expedientes confusos, las fechorías. El resultado es el que ve el ciudadano
común: nuevos y huachafos ricos que exhiben lo mal ganado de manera irracional.
En un país como Perú sólo ser honesto en la faltriquera, en
lo público y en lo privado, ya es un hito revolucionario y así lo recordó años
atrás, Alfonso Barrantes Lingán quien siempre conservó sus remembranzas de
militancia aprista en años de combate y vibrante acción en las calles.
Si Haya viviera no hesitaría, látigo en mano, en echar a los
mercachifles de donde nunca debieron haber estado.
Recuerdo que Víctor Raúl, refiriéndose a Alan García, me
dijo: “ese tipo es raro, se esconde las cosas”. Coordinaba muchos lustros
atrás, la edición de Correo Aprista
en años universitarios y cuando Haya me dio la oportunidad de dirigir esa
publicación partidaria.
¿Hasta cuándo persistirán los verdaderos apristas aguantando
cómo se pasa la vida, como se viene la muerte?
En el Aula Magna y en un discurso por la Fraternidad el
mismísimo Haya de la Torre exclamó vigoroso: “Y después de la muerte, viva la
revolución aprista”.
Haya murió pobre; otros
fueron los sinverguenzas.