por Herbert Mujica Rojas
18-8-2007
¡Vendepatrias!
Sólo después del sismo y luego que se comprobara (arrancando por el
presidente García), que los muertos sumaban centenas, las empresas
tomaron debida nota que existían peruanos más allá de sus planillas de
pago (siempre explotadores) y que hay vida allende y aquende sus
castillos dorados plenos en contratos con estabilidad jurídica,
licitaciones con dedicatoria y robos legalizados por múltiples
estudios de abogánsteres. Para lavarse el rostro y para "quedar bien"
son las que lideran las campañas de recolección de vituallas, víveres
y medicinas para los damnificados. ¡Qué hipocresía mayúscula!
A los vendepatria no les gusta que les llamen así. Son apologistas pro
domo sua de la empresa privada a la que atribuyen poderes mágicos y
salvadores del caos social y denostan del Estado del cual viven casi
simpre por trapisondas y favoritismos de gobiernos absolutamente
presos de convenios tácitos y coimas que jamás guardan recibo.
Luego que las comunicaciones telefónicas fijas y celulares se cayeran
el miércoles pasado, lo que no ocurrió con Internet –y nadie ha
explicado esto-, el jueves se presentó ante cámaras y micrófonos, la
viceministra de Transportes, Cayetana Aljovín, a dar explicaciones y
justificaciones. Habíamos anticipado que los mercenarios de imagen de
esa empresita ladrona, Telefónica, iban a hacer aquello. Lo que no
imaginábamos es la desverguenza que una viceministra iba a oficiar,
pretextos más, pretextos menos, de blindadora de semejante barbaridad.
¿Qué hubiera ocurrido en casus belli? La respuesta es sencilla: los
grandes vivos estarían fuera del país, como cierto ministro con
familia en Temuco; los otros estarían a buen recaudo hasta que pasen
los momentos "delicados". Y el resto del país, como siempre,
aherrojado al designio atolondrado de la improvisación, la estulticia
convertida en gobierno y la indignación impotente de una casta
política bananera para un país bananero y con empresas bananeras como
Telefónica. Por tanto la conclusión inequívoca es que la señora
Cayetana Aljovín ha incurrido en una evidente, aviesa e inaceptable
traición a la patria. ¿Le pagan para que defienda a empresas rufianas
o para que abogue por el Perú?
¡Ni qué decir de la titular del portafolio, la Verónica Zavala de los
5 millones de dólares, depositados, años atrás en un banco que luego
quebró y cuando era directora del Fonafe! Esta señorita, de
recientísimos arreglos cosméticos muy notorios (¿estará encantando muy
mucho a cierto funcionario público con el que anda arriba y abajo, en
Palacio y fuera de la ciudad?) es la defensora de Telefónica, de Lima
Airport Partners y sus múltiples trampas para no construir la segunda
pista; para no explicar los robos con las mangas; para no dar cuenta
de si están pagando las deudas incurridas luego de la autorización que
les diera la Addenda 4 del 2003; defensora a ultranza de mil y un
trapacerías en su ministerio y esas concesiones carreteras que apestan
y que tiene un muy bien pagado equipo de patibularios confeccionadores
de imagen en radio, diarios y televisión, incumple con su deber todos
los días y se burla del Perú. No sólo eso: trabaja contra el país.
¿Será cierto que está a punto de ser expulsada de la cartera? ¿Y será
juzgada porque la Contraloría General de la República ha encontrado
mérito penal a que sea denunciada por su pillería de los 5 millones?
Los vendepatria son una raza abominable. Hablan varios idiomas. No
sienten para nada al Perú del cual se acuerdan cuando la ocasión,
cualesquiera que fuese, así se los recomienda. Como hubo un sismo,
ahora se han vuelto "solidarios". ¡Cuánta mentira insensible, qué
basura espiritual, qué hediondez manifiesta la que poseen estos
infelices traidores a su pueblo! Pero allí están, engreídos por los
miedos de comunicación; protagonizando "campañas" que son sólo muy
epidérmico aseos de rostro. El alma negra, antichola, racista,
disolvente y de casta traidora, permanece como culpa eterna de eternos
complejos. ¿Actuará con rabia constructiva la casta política? Vamos a
ver. No pocos de esos viven en aparente contradicción, pero se
alimentan con los vendepatria porque de esos está construido el
fragilísimo edificio de la república de juguete que es el Perú. Aunque
nos duela decirlo.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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