Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
21-2-2022
Congreso actual: ¡nada contra la corrupción!
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Tomo, con ligera modificación, el titular de
un artículo del doctor Guillermo Olivera Díaz, cuya vibrante actualidad
demuestra la inutilidad de ciertas instituciones.
Ha dicho el penalista Olivera:
“En efecto, nada se podría hacer contra la
inveterada corrupción que necesita leyes para llevarla a su extinción. ¡Una
sola basta!
Se requieren leyes que corten de un solo tajo
a los corruptos que abundan y florecen, en muchos órganos del Estado, esos que
no dictan detención preliminar o prisión preventiva o liberan de ellas a los
peces gordos del delito como Keiko, PPK, entre muchos otros, quienes asaltaron
al fisco y están libres, en su casa. Eso no puede ser, pero es, y seguirá
igual, gracias a la corrupción enquistada por doquier y que el primer ministro
Aníbal Torres Vásquez no toca, ni creo la desea aniquilar. Nada hizo este
Aníbal al respecto como silente ministro de Justicia.
Tendremos que cambiar las normas legales que
favorecen a los corruptos. El proceso penal acusatorio de origen anglosajón ha
sido deformado para que favorezca la viveza criolla de ciertos abogados, varios
fiscales y jueces. Al reformar los recovecos de tal proceso le cortamos las manos
a la rampante corrupción. Empero, primero hay que entender esa problemática
compleja y cambiarla con una sola ley con el concurso del Congreso, pero no de
los Jorge Montoya, Patricia Chirinos, Patricia Juárez y Cueto Aservi, obtusos y
miopes ante la corrupción, que más bien la promueven, callan y la encubren.
Al proyectar una ley, con carácter de
urgencia, que reforme el proceso penal, que reorganice el Poder Judicial y el
Ministerio Público, se puede y debe plantear Cuestión de Confianza, la cual si es
denegada 2 veces faculta disolver el Congreso, a fin de que el pueblo elija
otro. En el elector reside este gran cambio.”
¿Está todo perdido entonces al comprobarse
cómo la institución de Plaza Bolívar es incapaz hasta el tuétano de librar una
pelea encarnizada contra la corrupción? Me atrevería a decir que yugular la
posibilidad que un Parlamento nuevo y decente aparezca luego de próximas
elecciones, sería torpe. En realidad es una obligación. Delegar a pordioseros,
miopes intelectuales y facinerosos descarados un poder del Estado, no sólo es
peligroso, ¡es suicida!
¿Dónde
está el poder decisorio? En el elector. Pero ¿qué pasa cuando el ciudadano no
acierta a distinguir entre uno y otro? Entre el demagogo pleno en fondos y
propaganda y los defensores del estado actual de cosas que es además de injusto
profundamente grosero.
Los clubes electorales debieran comprender que
su fórmula actual de ofertas sin ton ni son, malogran la imaginación y
envilecen cualquier contienda. ¡Que siempre habrá logreros y aventureros, es
posible! A título que sean parte de una minoría microscópica sin mayor
influencia o decisión. Lo que hoy tenemos es todo lo inverso.
Llamar la atención una y otra vez, denunciar
las imposturas y asaltos contra el Perú y su pueblo, son tareas ineludibles en
defensa de la cosa pública. Callar es ser parte del robo y miembro de la
cuchipanda que engulle al país desde hace 200 años. Y pensar que hay quienes
celebran ese bicentenario con algarabía, pompa y ruido. Más hipócrita no se
puede ser.