Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
3-2-2023
Raquítica comprensión de lectura
https://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/raqu%C3%ADtica-comprensi%C3%B3n-de-lectura
Décadas atrás, los exámenes
para cualquier opción laboral, docente, investigación, estudio, etc., incluían
la prueba de comprensión de lectura.
Con el pasar de los años,
aparecieron los sabios lectores de titulares periodísticos, cuya imaginación,
sin leer contenidos, prefiguraba un desarrollo de acuerdo a sus inclinaciones
personales. Leían A y terminaban en Z, cual teléfono malogrado.
No sólo eso. Deducen algunos
subnormales que leer la primera plana de un diario es un tema peligroso por el
riesgo de “contagiarse” de su línea editorial.
Otros, no menos idiotas,
meten en un mismo saco a todos los periodistas y concluyen, luego de magno
esfuerzo mental, que los redactores son devotos de un patrón de pensamiento
único. En castellano mondo y lirondo: “comunistas, topos, senderistas,
violentistas”.
En tiempos como los actuales
en que la cacería de brujas se aplica por quítame estas pajas y si cargas algún
dinero, te detienen e ipso facto, eres sospechoso de financiar el alimento y
vituallas diversas que los manifestantes requieren, como cualquier otro mortal.
Bien se ha dicho, también,
que las donaciones cuantiosas que recibe en efectivo la PNP no son explicadas
ni contabilizadas. ¿No es el Estado quien debe cubrir todos los gastos de esa
institución?
La hipocresía torna miope y
selectiva, y en algunos casos, sí ve y acusa, y en otros se hace de la vista
gorda.
Nuestros intelectuales de
quiosco, diestros fabricantes de consultorías desde las ONGs, tienen mejor
preparación pero se cuidan de aplicar ese margesí valioso, siempre y cuando no
se choque con el sistema que nutre sus bolsillos. ¡No toquen al status quo es
su grito de guerra!
La sublectura o comprensión
deficiente, es más notoria en estos tiempos de Internet pero podría recordar un
par de circunstancias muy divertidas que me narró Andrés Townsend sobre el
ambiente parlamentario.
Un discurseador y elocuente
legislador habló sobre la política del laissez faire y laissez passer (dejar
hacer, dejar pasar) y el taquígrafo del Congreso, lo transcribió como “la
política de Lucifer”.
En otro pasaje de su
alocución, detalló una circunstancia por la cual metieron a alguien a la cárcel
por estúpido. El inefable taquígrafo no se convenció de la fuerte palabra y
transcribió “lo metieron a la cárcel por estupro”. Que es algo muy diferente
¿no?
Umberto Eco, el desaparecido
escritor italiano afirmó: "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones
de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin
dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo
derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas",
comentó el Premio Príncipe de Asturias, en declaraciones
tomadas por el diario italiano La Stampa en junio de 2015.
Tengo, con la modestia del
caso, mis propias anécdotas. Suelo remitir la primera plana de Diario Uno y
también la página que contiene mi artículo diario. El afán es simple, que se
lea, critique o rebata, en buen castellano, redacción entendible y así elevamos
el nivel del debate.
Pero ¡oh sorpresa! Tengo
admiradores que ven el titular y ya sentenciaron y, peor aún, me condenaron con
dicterios de diverso calibre, pero no superaron el requisito indispensable de
¡leer! ¿Qué se puede esperar de fanáticos iletrados de esa tribu?
Años atrás me topé con un
emprendimiento académico en que estudiantes universitarios se lanzaron con
devoción a una tarea: forjar los rudimentos de lectura, su análisis, su
adentramiento en parajes literarios y, ciertamente, el enriquecimiento de los
talentos y capacidades críticas de los receptores.
Si el Estado es incapaz de
cumplir una de sus misiones fundamentales e ineludibles, que jóvenes lo hagan,
ya representa de por sí una estupenda apuesta por el porvenir que nos debe
muchas victorias al decir del gran maestro Manuel González Prada y también un
gesto y gesta encomiables.
La capacidad crítica sólo se
construye poniendo a disposición de los más niños, las herramientas que les
provean las habilidades de distinción, opinión, diferenciación.
Quien siembra en primavera,
cosechará en el decurso de su desarrollo, satisfacciones y observará cómo los
adalides empiezan a brotar raudos y firmes, plenos y convictos de sus ideas,
también prestos a trocar o renunciar a ellas si encuentran otras superiores.
Ese es el valor de la lectura y nada puede reemplazarlo.
Por generaciones la lectura
mecánica, sin chance de interpretación o identificación con los derroteros que
los autores proponen, ha conseguido seres adormilados, ineptos para distinguir
entre lo bueno y lo malo, huérfanos de horizontes nacionales.
Dicho sea de paso, que la
lectura siendo ejercicio y dinámica, tampoco deja de ser un derecho. Diría, un
derecho humano.