Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
24-6-2024
El nuevo Código Penal: conquista de la delincuencia
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A sus 97 años,
Héctor Vargas Haya, varias veces legislador, ex presidente de la Cámara de
Diputados, autor de una treintena de libros de denuncia, proclama como buen
gonzalezpradiano que rompe el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
Y afirma que “Desde el 8 de abril de 1991, rige en el país, el nuevo Código
Penal, promulgado por el autócrata Alberto Fujimori, que calculadamente derogó
al código de 1924, ante el jolgorio de la delincuencia común y, por supuesto,
de ciertos bufetes dedicados a la defensa en materia penal”.
Recuerda don Héctor:
“El derogado Código de 1924, contenía normas punitivas contra la delincuencia,
actualmente eliminadas en beneficio de los malhechores comunes, a los que confiere
sospechosos beneficios, que no los contemplaba el referido código derogado, el
que, no obstante su antigüedad, era superior cuanto a la necesidad de reprimir
a la delincuencia, actualmente incrementada”.
“En circunstancias
en las que se requería de mayor rigor punitivo, se han instituido privilegios a favor de los delincuentes, uno
de ellos, cuanto a la libertad condicional o pena suspendida a favor de
condenados, hasta con cuatro años prisión, beneficio que no se daba en el
referido Código de 1924, que sólo lo permitía
para delincuentes primarios, cuya condena no superaba un año de prisión,
hoy ampliado, sospechosamente, a cuatro años, cuando la sociedad esperaba un
mayor rigor, en circunstancias en que el crimen ha adoptado niveles dramáticos”,
subraya Héctor Vargas Haya.
Más aún, insiste
“Desde luego, no sólo se benefician los avezados delincuentes, por supuesto,
igualmente sus defensores, que cuentan con una gama para liberar a sus
defendidos”.
Con maña aviesa y
cínica “Los redactores de la exposición de motivos del citado Código, llegaron
a sostener la necesidad de eliminar los agravantes de la REINCIDENCIA y
HABITUALIDAD de los delincuentes, informa don Héctor.
“Y para consagrar el
estropicio terminaron sosteniendo textualmente:
“La Comisión Revisora decidió proscribir
del Código Penal los institutos penales de la reincidencia y la habitualidad.
Hoy no resulta válido, en verdad, conservar estas normas aberrantes… La Comisión
Revisora estima que carece de toda lógica humanidad y sentido jurídico, el
incremento sustantivo de la pena
correspondiente a un nuevo delito.”, Vargas Haya se pregunta y cuestiona: “¿Humanidad para asaltantes,
sicarios y habituales que hacen del delito la razón de su existencia.”?
Cuando se refiere a
Kenya Fujimori, el ex legislador sostiene: “La trayectoria delictiva del hoy
presidiario, es muy amplia, aun cuando parecería que se trata de archivar otros
hechos nefandos, cuyo juzgamiento parece no interesar, ¿acaso se trata archivar
el proceso por CORRUPCIÓN, derivada del doloso uso de más de tres mil
millones de dólares, parte del remate de 238 empresas públicas, con los que su
carnal y socio de aventuras, Vladimiro Montesinos, sobornaba a políticos,
empresarios de televisión y prominentes jefes militares que se alinearon, con
devoción, a la corrupta empresa que se caracterizó por hacer escarnio de la
sociedad, de cuyo testimonio, figura en seis tomos (3,650 páginas), del archivo
denominado “En la Sala de la Corrupción”, que parece no interesar y dar paso a
una suerte de convivencia con el delito
y de “borrón y cuenta nueva”.
Condenando la
hipocresía descarada de Fujimori, Vargas Haya proclama: “Nadie ha dicho una
sola palabra sobre el desafiante anuncio, escarnio de la sociedad nacional, de
quien, con el mayor desparpajo, ante la sorpresa del mundo, reta con su
arrogante y desafiante reincorporación a la libre práctica política, no
obstante su condición de presidiario, y con causas criminales pendientes de
juzgamiento por corrupción, del que durante su campaña en 1990 había declarado
tener por todo patrimonio un “viejo y gastado” tractorcito, es el capitoste de
una opulenta familia, petulante y desafiante.”
Agrega don Héctor: “Desde
luego, nada de eso interesa en la tierra de Pepe el vivo, del lenguaje “cuánto
hay”, de los que califican de leproso al hombre honrado, o de “rara avis”, en
la voz de los que se impresionan con la práctica de la probidad.
Con enérgico timbre
don Héctor Vargas Haya culmina esta entrevista “¿Se ha impuesto acaso una
suerte de convivencia con el delito, convertido en una suerte de pasaporte, al
admitir y consagrar el retorno de quien no tuvo empacho en pactar con el no
menos corrupto y suicida, al que le había prometido solapar y enterrar
latrocinios a cambio del apoyo electoral que recibía y que en efecto, contó con
no pocos militantes del partido del que, su socio se aprovechó con indignidad?
¡La sociedad peruana, no se merece tanto escarnio!.”