Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
28-3-2024
Metamorfosis del Congreso
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Don Héctor Vargas Haya fue presidente de la Cámara de
Diputados y parlamentario en varias oportunidades, subraya el hecho que el voto
ciudadano copioso y legítimo, le acompañó en su labor de congresista.
Historia poco
conocida
Narra Vargas Haya: “Instalado el primer Congreso
Constituyente, presidido por Francisco Xavier de Luna Pizarro, constaba de dos
cámaras: Senado y Diputados. Por la Constitución de 1826 se adoptó el sistema
de tres cuerpos legislativos: Tribunos, Senadores y Censores.
La Constitución de 1828, redujo a dos cámaras,
mantenidas en las constituciones de 1828, 1834, 1839, 1856, 1860, 1867 y 1829.
En 1867 fue reducido a una sola y 1933 se retornó al
sistema bicameral, en concordancia con la Comisión Dictaminadora:
“El sistema de la
cámara única era una invitación a la ligereza y a la imprudencia, aún en
pueblos de temperamento reflexivo, porque una asamblea sin el contrapeso
de otra asamblea respira en un ambiente sicológico de omnipotencia y de
irresponsabilidad, y que esta disposición peligrosa se acentuaba en naciones
como la nuestra, perteneciente a razas nerviosas mal dispuestas al cálculo
sereno y a las lentitudes de la previsión, razas inexpertas por añadidura en
los secretos de tan difícil ciencia como
es la de gobernar”.
Continúa con su relato: “Después de 48 años se estableció el
Senado, sistema que garantizaba seriedad en la aprobación de las leyes, sin la
ligereza de un nervioso, diminuto cuerpo legislativo, susceptible de omnipotencia,
generadora de leyes de estampida, sin la reflexión, que sólo puede garantizar
un Congreso de dos cámaras”.
Parecido
a un club social
“Pero, después de cerca de siglo y medio, cuando se
ingresaba a una etapa de madurez, el Congreso perdió solidez, convertido en una
diminuta cámara de 130 congresistas, más parecida a un club social, directiva
empresarial o sindical, sin guardar la relación que debiera existir con la
población.
El Perú es el único país
suramericano, cuyo Congreso no se halla a la altura de la realidad. Chile
tiene dos cámaras: 155 diputados y 43 senadores. Uruguay de sólo cuatro
millones de habitante, dispone de dos cámaras legislativas: 99 diputados y 30
senadores, ni qué decir de Brasil, Colombia, Venezuela, Argentina, entre otras.
El Parlamento
peruano dista de ser una Asamblea Legislativa respetada y respetable, sin el
contrapeso del Senado, indispensable en la delicada tarea legislativa, para la
que se requiere de serenidad, pausa, meditación, intercambio de criterios y la intervención de la conciencia
ciudadana, sólo posible cuando existe una tregua de tiempo entre una y otra
cámara”.
Ligereza no es reflexión
Nos dice el doctor Vargas
Haya: “Se sostiene muy ligeramente que dos cámaras generarían
un mayor presupuesto, lo que carece de asidero, hay que recordarles a quienes
así tan ligeramente opinan, que todo depende de la austeridad. Al respecto debe
tenerse presente que las dos cámaras de antes, costaban alrededor del tercio de
lo que gasta el actual diminuto Congreso.
Hasta antes de 1990, sólo había un asesor por cada una
de las comisiones, nada de asistentes, a diferencia de la enorme capacidad de
gasto de la actual camarita, rica en burocracia multiplicada.
Las dos cámaras legislativas funcionaban en un solo
establecimiento, el Palacio Legislativo, hoy convertido en sede de una suerte
de empresa inmobiliaria, con numerosas edificaciones, a las que, para darles
alguna utilidad se organizan conferencias, ante salas que se repletan
generalmente con la burocracia.
Hasta el período 1963-68, los parlamentarios carecían de
sueldo, sólo se percibía una dieta de unos cuatrocientos o quinientos dólares.
A partir de 1980, al transitar a planillas como servidores públicos, el sueldo
no superaba los mil dólares. No existían los llamados gastos de representación
ni los prepuestos operativos que convierten a los legisladores en una suerte de
empleadores; sólo un asesor por cada comisión ordinaria.
Los gastos de viajes y hospedajes eran solventados por
Es a partir de 1992 que el Congreso sufrió crucial
retroceso, debilitamiento institucional, agravado con la desaparición de los
partidos políticos; ha perdido majestad al haber sido, irresponsablemente a una
solitaria reducida asamblea, sin el indispensable contrapeso de una segunda
asamblea, como en las verdaderas democracias del mundo”.