por Herbert Mujica Rojas
21-9-2007
Chile concede extradición de Fujimori
El Poder Judicial chileno falló permitiendo la extradición de Alberto
Kenya Fujimori. Esa persona deberá retornar al Perú en pocas horas
para que sea juzgado con las garantías necesarias que requiere un
debido proceso y el imperativo de establecer las responsabilidades y
las puniciones a que hubiere lugar eventualmente.
Es fundamental, inequívoco y ¡obligatorio! un llamado a la serenidad.
Nunca fue un acto de valentía la huida pusilánime de Kenya Fujimori
cuando "renunció" por fax a la presidencia, años atrás. Tampoco es el
momento de evidenciar, aún más, la torpeza del gobierno toledista que
hizo cuanto le fue posible por entrampar, malograr y envilecer el
proceso de extradición que se siguió contra Fujimori cuando residía en
Japón, con el oneroso gasto de millones de dólares del pueblo peruano.
Por tanto, una vez de vuelta, aquél debe tener un juicio que actúe las
pruebas, llame a testigos, examine los indicios y agote, todas, pero
todas, las posibilidades, tanto como para establecer vínculos con los
delitos de que es acusado el ex mandatario como para lo contrario.
Conviene evitar la estupidez plañidera y agorera de todos los
"juristas, estrategas, politólogos" y demás que enlodaron
innecesariamente a los jueces chilenos acusándoles de todo. ¿Ahora qué
dirán cuando el anuncio público proclama la extradición del japonés?
Todos esos que hicieron de la grita, una forma de vida muy bien
pagada, debían inhibirse y la prensa declinar tomarlos como
referencia, de cualquier vinculación con el tema. Es cierto que la
esperanza sobre esto será incumplida porque hay pandillas que viven
del tema Fujimori y si dejan de activar el asunto, pierden dólares,
ingresos y vidas muelles.
Hay que dejar actuar a la justicia y a sus vectores, los jueces. Ellos
tienen una comisión delicada pero inscrita dentro de sus quehaceres
habituales: establecer si Fujimori tiene que ver o no con los delitos
que se le imputan. Ni la prensa de opinión puede o tiene la facultad
de condenarlo penalmente y tampoco hay que lincharle para convertirlo
en un mártir. Que, evidentemente, no es.
La papa caliente la tendrá el gobierno de Alan García Pérez. ¿Cómo
manejará su relación tácita y estratégica con el bloque parlamentario
fujimorista? ¿de qué modo lidiará con una olla hirviente de pasiones
en que hay mucho más que la simple condena de un ex jefe de Estado
sino también la prolongación de un diseño económico de contratos de
estabilidad jurídica, sujeción servil a las transnacionales y en que
predomina la epidermis mediática y espectacular, pero el fondo sigue
siendo el mismo, injusto, oligárquico, descabelladamente anti-popular?
Aunque sea hacer de tripas corazón, a quien hizo del Perú una chacra
para latrocinios de toda laya, obsequio de su patrimonio e inmoralidad
a raudales a diario y durante casi diez años, procuremos un juicio
inmaculado a Kenya Fujimori y yugulemos la posibilidad cacareada por
sus secuaces de transformarlo en un reo de lujo o preso por la
injusticia. Muchos que aún se desvelan por tapar sus inmundicias, no
duermen pensando en cómo lograr este cometido.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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