Indulto a Fujimori: autogolpe
de PPK
por Alonso Mujica Troncoso; ahmujica@gmail.com
4-1-2018
En medio de una crisis
económica y social agudizada al finalizar el primer gobierno aprista, el Perú
vivía una época extremadamente tensa y se venían elecciones donde un candidato
de derecha prometía reformas económicas que asustaban a una parte de la
población. Un ingeniero que se subía a un tractor para prometer lo opuesto al
otro candidato recibiría el apoyo de sectores religiosos, de izquierda y otros
partidos en una suerte de alianza antinatural.
El país estuvo enfrentando
constantemente una situación de crisis económica (Fujishock), política
(investigaciones del Parlamento, Apenkai, etc) y social (los destrozos del
terrorismo en todo el país). En abril de 1992, el autogolpe de Fujimori rompió
con el orden democrático y constitucional. Si bien en ese momento gozó de una
amplia aceptación popular, la historia lo terminaría juzgando como el primer
paso del “Chino” para convertirse en un autócrata. Hoy en día, quienes
defienden esa medida lo hacen por los logros del gobierno fujimorista. Una
suerte de “el fin justifica los medios” o un noventero “roba pero hace obra”.
El año 2016, PPK fue elegido
(o más como que no fue elegida Keiko Fujimori) para gobernar al país con el
respaldo de una alianza completamente antinatural (la izquierda democrática, la
izquierda caviar, el antifujimorismo, el sector apolítico pituco, la
tecnocracia limeña, entre otros) que lo único que tenían en común era la
consigna de que el fujimorismo, que ya tenía amplia mayoría en el Parlamento, no
llegara al poder.
El resultado: 18 meses de
insoportables tensiones políticas (constantes enfrentamientos entre Ejecutivo,
Legislativo y hasta Poder Judicial, polémicas en nombramientos,
interpelaciones, censuras y retiradas de confianza y demás) todo esto en medio
de un desaceleramiento económico y profundas crisis sociales derivadas de
acontecimientos climáticos extremos, la pegada ha sido más fuerte en el Norte
pero las consecuencias las ha sufrido todo el país. Mientras todo eso ocurría:
¿quiénes fueron los más perjudicados? Los peruanos que necesitan mejores
condiciones de empleo, servicios de salud, educación y demás… pero los
políticos: ¡bien gracias!
Un nuevo hecho (2 x 1 diría
yo) ocurrió en diciembre que remeció el orden democrático y constitucional: la
fallida vacancia presidencial y el posterior indulto a Alberto Fujimori.
La vacancia fue considerada
por una parte del espectro político como un atropello de una fuerza política y
por otro lado como la justa sanción a un presidente que ya demostró que ha
mentido en repetidas ocasiones al pueblo.
Y el indulto a Alberto
Fujimori fue visto como una medida inmoral (no entraré a temas legales que ya
han sido ampliamente discutidos en otras tribunas) hasta un descarado toma y
daca de favores con parte del fujimorismo (me ayudas a no ser vacado, indulto a
tu padre). Otra parte del espectro, lo juzga en función a su interés: la
condena a Fujimori no fue justa, esto lo reivindica; ya cumplió parte de su
pena, ya era hora; en una retribución a todo lo que hizo por el Perú, se lo
merecía… entre otras.
Lo cierto es que tenemos
nuevamente a un país polarizado, y ahora rabioso: a un extremo del ring está la
izquierda y el anti que ayer fue aliado del gobierno (copando posiciones de
asesorías, consultorías, en los medios estatales, embajadas) y se siente
traicionado y al otro extremo, a un oficialismo que viró su posición política y
la fuerza política que ayer fue dura opositora ahora pidiendo “reconciliación”
por el bien del país.
Algunas diferencias fundamentales
con el autogolpe de Fujimori, sé que hay muchas, solo me enfocaré en un par:
esta fue una medida que gozó de respaldo popular y por otro lado generó un
cisma en el gabinete (los ministros que se sintieron traicionados renunciaron
de inmediato, empezando por el PCM Alfonso de Los Heros). En esta coyuntura
vale la pena preguntarse, ¿qué se viene para el país, ya polarizado, a raíz del
indulto? ¿Continuarán las manifestaciones públicas de rechazo? ¿Respaldará la
vieja guardia fujimorista al gobierno? ¿Si los ministros fueron traicionados
por la medida por qué siguen allí? ¿Sabían o no sabían? ¿Respaldan o no
respaldan?
El presidente PPK ya había
manoseado el tema del indulto a lo largo de toda su gestión y ocasionado
pequeños cismas políticos al respecto en repetidas ocasiones. Diera la
impresión que este gobierno primero trató de pactar tibiamente con el
antifujimorismo y a cualquier señal de enfrentamiento con el fujimorismo dio
marcha atrás, y que ahora como consecuencia del indulto ya tomó una posición
más clara, ahora es claramente imposible pactar y queda solamente un
“cogobierno” con el fujimorismo.
En todo caso, nunca dejará de
ser una medida polémica que polarizó al país completamente. Lo único que sé es
que los más afectados con toda la polarización política no son los partidos ni
el gobierno ni los parlamentarios, son los peruanos de a pie que claman mejor
educación, vías de transporte, salud, oportunidades de trabajo y demás. Pero
con ellos pareciera que nunca es la cosa… ¡quién diría!
Mis posiciones personales
sobre estos temas:
·
Sobre el indulto a Fujimori: lo considero profundamente inmoral y
el resultado de un trueque político. Debería determinarse también si es que es
ilegal o no.
·
Sobre la vacancia presidencial fallida: un atropello de una fuerza
política que forzó una figura constitucional en función de intereses
partidarios.
·
Sobre el presidente PPK: ya demostró que no tiene problema alguno
en mentirle al país y que no conoce de lealtades en política pues olvidó
rápidamente a su partido, a su bancada y ahora a sus aliados antis. Las únicas
lealtades que conoce son las de su círculo cercano.
Herbert Mujica Rojas escribió
el 24 de diciembre del 2017: “Se han apagado las
luces de la moral política en estos días. Y hay un culpable principal:
Pedro Pablo Kuczynski.”
Yo agregaría que todos los
peruanos también tenemos mucha responsabilidad: cuando decidimos irnos todos, como dijo Carlos Meléndez hace poco,
prácticamente le entregamos un cheque en blanco a los políticos, y también a
todos los oportunistas, para que hagan lo que se les diera la gana con el Perú.
Y eso es grave, muy grave.
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