Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
23-7-2006
Perú: nuestros políticos de juguete*
¿No es común ver, para
cualquier fenómeno u ocurrencia que demanda una sola explicación, mil o más
conjeturas, revestidas de palabras bonitas, mucha nadería y soberbia estupidez
la que emiten nuestros políticos de juguete? No dudan en agenciarse cursos de
gobernabilidad en el extranjero y aunque el seso les acompañe casi nunca,
orondos, muestran sus diplomas que los nominan como “facilitadores, gestores,
estrategas” del tan manido arte de “gobernar”. Pero más allá de la voz
“profunda”, los lentes que intelectualizan cerebros congénitamente idiotas, hay
poco, tan solo palabras, palabras, palabras.
Nuestros políticos de
juguete lo son ¡precisamente! porque de cada mil términos que emiten, 998 son
ejercicio hueco o habilísima destreza para confundir más, no proponer nada y
¡mucho menos! impulsar un mensaje orgánico pensando en los más y en el horizonte
de cinco o siete décadas. Inmediatistas, gárrulos en la forma y palurdos categorizan
que la aparición en cualquier medio, radio, periódico o televisión, llena el
objetivo de sus casi ciegas y torpes ambiciones.
Tomemos un ejemplo muy
fácil. Muchos payasos saben que el sillón edilicio de Lima es inalcanzable. No
sólo porque los convenios de un sistema demandan mantener el status quo en el
que hay una danza de millones de dólares, vía contratos con nombre propio,
licitaciones amañadas e iniciativas con dedicatoria antelada, sino también
porque tradicionalmente el elector ha sido bombardeado, noche, mañana y tarde,
para “comprender” que lo que tienen hoy es lo mejor y más sensato. Un
parlamentario como Rafael Rey, que no suele hablar sin bases, polémicas muchas
veces, ha denunciado a Castañeda Lossio por irregularidades que tendrán que ser
exhaustivamente esclarecidas ante la opinión pública. Pero hay quienes saben sí,
que las carreras políticas de juguete, se “construyen” apareciendo en los
medios porque nadie exige sino regurgitaciones coyunturales, muecas y enojos,
mohínes y pañuelazos ¡pero nada de ciencia o conciencia!
¿Por causa de qué el
ciudadano nacional es tan poco exigente? No le extraña que el político sea de
juguete, al contrario, se solaza en cuál escándalo fue de mayor estrépito o
intimidad, como si ello procurara una luz de esperanza para el habitante común
y corriente. ¡Para nada! En cambio, los medios han fabricado a un elector
acrítico, bobo, profundamente mecanizado. Es asesinado un juez, presuntamente
por el narcotráfico internacional y eso ya no lacera las fibras nacionales
porque aquí hemos tenido decenas de miles de muertos a bombazos y crímenes
masivos en todas direcciones, desde el terrorismo dinamitero hasta el Estado
nocturnino y alevoso que cohonestó matanzas en nombre de la “democracia”. Hay
una conclusión irrebatible: el peruano de hoy, es genio y figura, diseñada por
los medios de comunicación. No extraña, por tanto, que estos mismos medios, no
sean criticados ni emplazados.
Es muy fácil conocer a los
políticos de juguete. Hablan con una intelectualidad de que carecen y para eso
vomitan por donde pasan, términos que suenan bien y a difícil: gobernabilidad,
generación de mercados, sociedad civil, la defensa de la democracia, etc. Usan
anteojos y pronuncian citas de libros que no entienden pero que abundan en sus
“conferencias” y libros que las más de las veces son compilaciones de sus
intentendibles “artículos periodísticos”. Sobornan hombres de prensa con
desayunos, almuerzos y comidas y son los que suelen alimentar desde la efímera
coyuntura del gobierno o posición de dominio con propinas a malos elementos que
los dejan apenas pierden la pitanza. Tienen contactos pero su discurso da para
quince o, a lo más, veinte días, luego deben buscar más palabrería porque la
coyuntura así lo requiere.
Hace largas décadas que
Perú carece de políticos de fuste, con vocación de futuro y capacidad de
renuncia al yo personal para abundar y discurrir en el yo colectivo. Si se los
convoca a trabajar en equipo declinan porque sus egos son elefantiásicos.
Mientras que en Perú nuestros políticos sigan siendo de juguete por la
terquedad ignorante de no entender que la unión hace la fuerza, el país seguirá
engrilletado a la mediocridad y a la desesperanza. No es en definitiva un
panorama alentador. Pero tampoco es un sino invencible como cambiable. Depende
de cuanta convicción pongamos en el tema para erradicarlo a favor de las
grandes mayorías.
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
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