Presentación
por Julio Salazar Moscoso; salazarjulioa@icloud.com
diciembre, 2017
En tiempos como los actuales en que la velocidad de la
comunicación rebasa toda imaginación precedente, la democracia tiene la
oportunidad de comprobarse en nuestro querido Perú. Y aunque los agentes de
esta dinámica, sean compatriotas que viven en los cinco continentes, nunca han
estado más cerca de la Patria que morando a grandes distancias.
No pocas migraciones de peruanos a todo el mundo pueden
contar con más de 40, 50 o más años. Un rasgo singular ha sido que existe la
ambición de retornar a veces por poco tiempo pero el hecho es incontrovertible.
Los paradigmas clásicos y la encerrona que dictaba que sólo
los ciudadanos en los confines nacionales podían elegir a sus autoridades
distritales, municipales, regionales o nacionales, dio paso a los peruanos
votantes del exterior que vía correo señalaban sus preferencias o simpatías,
empezaron a diluirse porque el presente demanda una democracia con inclusión.
Y, tal como hemos dicho, la velocidad de la comunicación es
portentosa, entonces los mecanismos de participación electoral también deben
perfeccionarse no sólo en la discreción inviolable de las valijas o de los
correos electrónicos que transmiten el voto desde el exterior sino que aún
falta un salto de calidad indispensable: la capacidad de los peruanos fuera de
los confines patrios de elegir a SUS representantes al Congreso en Lima y como
expresión genuina de una acción amplia y sin cortapisas o antipáticas
limitaciones.
Desde hace lustros hemos venido alentando la dación de leyes
que permitan que los peruanos que viven en el exterior tengan la posibilidad de
votar a sus representantes. Hemos llamado a este espacio articulador de
voluntades democráticas el Distrito Electoral No. 27.
Con parlamentarios físicamente en el Congreso y elegidos por
los peruanos que residen allende y aquende nuestras fronteras hay muchas más
posibilidades de enriquecer el debate nacional por múltiples razones de alto
valor. Entre nuestras colectividades urbi et orbi hay distinguidos científicos,
médicos, investigadores, deportistas, elementos multidisciplinarios exitosos en
los países en que moran y que lejos de perder la trabazón con la Patria que los
vio nacer, cada día –precisamente por el intenso tráfico de comunicaciones-
intensifican su relación con el terruño.
Ya no es raro comprobar que muchos peruanos realizan
esfuerzos individuales y vuelven al Perú con frecuencia y siempre premunidos de
herramientas intelectuales o científicas que debieran ser insumo masivo para
que aquí escalemos hacia modos de vida más modernos y con preservación del ser
humano, de la vida y, sobre todo, del futuro democrático del Perú. Nos
atreveríamos a decir que es una migración de vuelta capaz de
institucionalizarse de manera política.
La proverbial ingeniosidad del peruano, más famosa cuando
tiene que luchar contra realidades que no fueron las suyas de origen,
requeriría ser institucionalizada aquí. Pero falta un camino institucional,
democrático y político. Congresistas con amplios conocimientos de la vida fuera
del Perú y elegidos por los connacionales de igual residencia, estarían en
condiciones de promover leyes, mejorar reglamentos, organizar regímenes
tributarios o cruzadas turísticas para jóvenes, adultos o ciudadanos de la
tercera edad, de ida y vuelta, con amplias facilidades, a múltiples países.
¿Quién aboga por los peruanos en el exterior –PEX- careciendo de los rudimentos
fundamentales de cómo se lucha y cómo se triunfa afuera?
Reconociendo que la llamada a hacer de este ir y venir algo
organizado, es de la Cancillería, tampoco es difícil concluir que faltan manos.
En la construcción de un Estado no hay elementos que sobren, por el contrario,
todos son necesarios. Y más valiosos si manejan los códigos aprendidos en años
de sacrificios y disciplinas que hubo que manejar para, literalmente,
sobrevivir. Lo opuesto habría sido perecer.
Más aún.
La mejor prueba de participación de los PEX con Perú es la
muy importante cifra de remesas que llegan todos los años: US$ 3500 millones de
dólares que generan tributos copiosos. ¿Qué tal si se organiza, como política
de Estado, un régimen que otorgue licencias y contratos muy ventajosos para los
peruanos que deseen invertir sus capitales o industria en Perú? Eso sólo se
puede hacer desde la modificación o dación de leyes especiales de promoción
como por ejemplo 24 meses de impuestos CERO para quienes hagan esa clase de
retorno al Perú.
¿Y cómo podría lograrse lo anterior o cualquier otra
dinámica tan formidable? ¡Con quienes conozcan de las vivencias, psicologías y
costumbres (mejor dicho las adquiridas fuera) de los PEX! Con sus
representantes ante el Congreso, la tarea sería sensiblemente más sencilla.
Lo contrario significaría que el gobierno de turno
encomiende a una comisión especializada, a la que hay que pagarle millones de
dólares, para que estudie la factibilidad de esta clase de proyectos. La
pregunta fluye solitaria como desconcertante: ¿y para qué botar dinero de los
contribuyentes, si todo eso lo saben los PEX por su experiencia?
Otro ejemplo entendible. Hay cientos de universitarios y
científicos peruanos estudiando y trabajando en diversas partes del mundo.
Están fuera porque aquí carecen de cualquier expectativa hoy por hoy. ¿Qué
ocurre si se promueven joint venture
del Estado peruano con las grandes empresas de tecnología, ciencia y educación
del mundo? Perú pone infraestructura y algunos recursos, las empresas el
desarrollo y el avance. Al medio, como vectores valiosos, estimulados para
ejercer su peruanidad con orgullo, los compatriotas que cumplirían su viejo
sueño de volver con esperanza de futuro y proyectos de vida factibles, muy
factibles.
La mejor avenida la constituye la democracia de alto nivel.
Elegir y ser elegidos. Vivir fuera del Perú NO puede ser limitante grotesca
para impedir la inclusión de peruanos que por haber residido largos años fuera
del Perú, edificando proyectos y venciendo dificultades mil veces más arduas
que las criollas y para ejercer el derecho político de tener representación en
y ante el Congreso.
Son varios los proyectos de ley presentados para la creación
del Distrito Electoral No. 27. Han obtenido votos favorables en Comisiones pero
aún falta la consagración del pleno del Congreso que debiera, para cumplir el
protocolo de reforma constitucional, aprobarlo en dos legislaturas seguidas. La
exigencia de su reglamento será también perentoria.
Cabe preguntarse ¿por qué hasta hoy no se ha podido triunfar
cabalmente en el tema que nos convoca? Las respuestas pueden ser muchas: falta
de comprensión, miopía política, cicatería para con los que viven afuera, etc.,
etc. y etc.
En lo personal anhelo que algún día, más pronto que tarde,
los peruanos en el exterior puedan votar por sus congresistas y que estos hagan
honor al gran reto que significa lidiar por los PEX aquí mismo. No sólo eso: de
su capacidad de enlace y comunicación dependerá que nuevas y más vigorosas
misiones de toda índole lleguen al Perú a elevar niveles y modus vivendi. Los
PEX saben que nada es fácil en esos mundos en que nadie regala nada y que todo
se consigue con esfuerzos muchas veces en las precariedades más solitarias.
Es posible también el examen de cuanto ha ocurrido en el
Congreso. Han sido muchas las reuniones y los resultados siguen siendo sueños
hermosos que tienen que convertirse en realidad tangible y altamente
beneficiosa para las grandes mayorías del Perú.
Pero si puedes soñarlo, puedes hacerlo y en ese esfuerzo me
mantengo apoyando iniciativas y acogiendo ideas para ponerlas en práctica.
Saludo el esfuerzo editorial por dar a conocer estos
avatares de cómo ejercer la democracia integral e inclusiva. Me congratulo de
haber puesto algunos granitos en la construcción de estas avenidas forjadoras
de un Perú libre, justo y culto.
Impulsemos una democracia de veras integradora y que la
distancia de los PEX de la Patria se diluya en el crisol de progresos
indetenibles para nuestro pueblo.
Sin duda alguna, esta migración de retorno tiene valiosos
contornos que no pueden ser desdeñados por su riqueza de claves y porque la
humanidad no tiene permitido el camino de su ocaso.
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